Como resultado de la polarización en Hungría, unas y otras tendencias políticas han intentado hacerse con el mensaje del Papa en Budapest, dl domingo. Por ejemplo, los partidos de oposición habían distribuido por Budapest carteles con los mensajes del pontífice que consideran opuestos a las políticas del primer ministro Orbán, y nadie ignora que la perspectiva electoral mueve también al partido del gobierno. También a partir de otros criterios, los medios de comunicación ofrecen interpretaciones variadas de la visita en función de sus propios criterios o intereses.
La clave real de interpretación ha de buscarse en la Eucaristía, que ha sido el motivo y el tema de la visita. La invitación del Papa en la homilía de la Misa de clausura del Congreso Eucarístico Internacional fue: “Dejemos que el encuentro con Jesús en la Eucaristía nos transforme, como transformó a los grandes y valientes santos que ustedes veneran, pienso en san Esteban y santa Isabel. Como ellos, no nos contentemos con poco, no nos resignemos a una fe que vive de ritos y de repeticiones, abrámonos a la novedad escandalosa de Dios crucificado y resucitado, Pan partido para dar vida al mundo. Entonces viviremos en la alegría; y llevaremos alegría”.
El subrayado lo ha aportado la organización. Los presentes destacan el cuidado de los aspectos litúrgicos, con una reverencia especial hacia la Eucaristía. Las ceremonias estaban bie preparadas y se han celebrado en escenarios sencillos (Die Tagespost los consideraba “funcionales”) pero solemnes, adjetivos que puede aplicarse igualmente a los cantos y vestiduras de los celebrantes. Junto a la Misa con el Papa, el otro momento cumbre ha sido la procesión eucarística por las calles de la ciudad, acompañada por miles de personas, entre ellas muchos jóvenes. Además, era patente el recogimiento en las ceremonias litúrgicas, sobre todo en los momentos de silencio previstos por la liturgia: “ha sido un silencio abrumador, hasta los bebés estaban callados”, decía uno de los participantes.
Un párroco de Budapest, y no sólo él, apreciaba los numerosos detalles del Papa hacia el pueblo húngaro, al que se ha dirigido directamente en varias ocasiones, también en su complicado idioma (“gracias a la gran familia cristiana húngara, que deseo abrazar en sus ritos, en su historia, en las hermanas y hermanos católicos y de otras confesiones”, dijo al rezar el Ángelus). El director editorial de Andrea Tornielli, titulaba así su artículo en L’Osservatore Romano: “Francisco en el corazón de los húngaros”.
Si se añade el gran número y el nivel de compromiso de los voluntarios, desde el punto de vista organizativo la convocatoria ha cumplido bien sus objetivos. Y el programa del Congreso Eucarístico Internacional, también en los días anteriores a la breve estancia del Papa en Hungría, lo ha puesto en condiciones de ser, a ojos de muchos observadores, un nuevo impulso para los católicos en el centro de Europa, partiendo precisamente de la fe y la devoción eucarísticas. A ella invitaba a mirar el lema del congreso, tomado del Salmo 87: “Todas mis fuentes están en ti”. Lo han favorecido las catequesis, los grupos de trabajo y la presencia y los testimonios de muchas personas, también representantes de la sociedad y personas comunes, con un acento especial en la Eucaristía y en la familia.
Francisco está ahora en Eslovaquia, en una visita pastoral que enlaza de manera natural con el mensaje de Budapest. Es obvio que no será sencillo estimar su infllujo real. Entretanto, el testigo pasa a manos del arzobispo de Quito, en Ecuador, donde se celebrará en 2024 el siguiente Congreso Eucarístico. A él entregó el cardenal Peter Erdö, responsable en buena medida de la buena marcha de las cosas en Budapest, una miniatura de la Cruz de la Misión que ha acompañado estas jornadas.