A las mujeres nos han engañado con el feminismo. Nos han vendido tanto humo que es difícil que podamos ver algo de forma clara. Nos han engañado diciendo que somos la generación de mujeres más empoderadas y libres de la historia. Pero al mismo tiempo seguimos totalmente sometidas al orden patriarcal. ¿En qué quedamos?
Hace unos días se viralizó en España la imagen de unas mujeres reclamando que las chicas puedan usar el velo islámico en las escuelas y en la universidad. Es sorprendente que haya quienes todavía piensan que ir completamente tapada dejando solo espacio para los ojos sea un símbolo de libertad.
Si encima unes esta reclamación con la afiliación a un partido político que ha encubierto a varios agresores sexuales, te das cuenta de que el chiste se cuenta solo. Nos quieren «libres y empoderadas» en medio del humo, donde no podamos ver ni quiénes somos realmente ni lo que necesitamos como mujeres.
Feminismo por colores
En una época en la que se intenta eliminar la existencia de nuestro sexo, afirmando que el género es una construcción y que ser mujer no significa nada, es hora de reivindicar una feminidad que se conozca perfectamente. Y no conocerse en ese sentido pervertido que tanto quieren inculcar a nuestras pequeñas, sino conocer de verdad esa feminidad que va más allá de los reclamos políticos e ideológicos, que no lleva bandera ni colores corporativos.
No tiene sentido que la reivindicación de la dignidad de la mujer pertenezca solo a unos signos políticos, como si el no comulgar con esos idearios te hiciera de inmediato enemiga de tu propio sexo. El feminismo actual lo que ha traído consigo es división entre nosotras, tal vez para entretenernos mientras nuestros “aliades” se salen con la suya a costa nuestra.
El feminismo actual trae división también con el varón, señalando a todos como potenciales enemigos. El problema no son los hombres, el problema son los hombres malos (que los hay, sin duda). Identificar a una parte del grupo como el todo es una táctica usada desde antiguo… Y por la historia reciente, sabemos que nunca ha llevado a nada bueno.
¿Existe la mujer?
Pero siguen intentando engañarnos, señalando a otros lados para que no veamos que, quienes denuncian el problema, son en muchos casos los creadores del mismo. Siguen vendiendo humo, mientras que las estadísticas y la realidad ponen ante nosotras la verdad: el feminismo de hoy no funciona porque está viciado de raíz. Porque si la mujer no existe, si no aceptamos que hay algo inherente a nuestra feminidad, el feminismo no tiene sentido (algo que denuncia la Asociación Católica de Propagandistas en su campaña para el 8M de 2025).
Cierto es que hay corrientes feministas que no aceptan la eliminación de la mujer. Tal vez estas vayan un poco mejor encaminadas, pero todavía forman parte del engaño. Tenemos que disipar el humo y recobrar la claridad de los conceptos. Debemos recuperar el orgullo de ser mujer, sin victimismos y sin colores políticos.
Recuperar nuestra feminidad
No nos dejemos convencer de que ser mujer es igual a ser víctima del patriarcado. Eso sí que es sumisión. No sigamos tragando el engaño de que el varón es el enemigo. No permitamos que nos eliminen de las competiciones deportivas, de la televisión y de los libros, como si ser mujer no significara nada. No dejemos que nos consideren libres y empoderadas hasta que, libremente, decidimos casarnos con un hombre, tener hijos o dejar un trabajo.
El engaño feminista reside en que solo algunos parecen tener potestad para decirnos qué es ser mujer, si es que algo así existe. Recuperemos lo que es nuestro, de todas, independientemente de nuestras creencias y contextos. Menos 8M, protestas y cantos, y más reivindicar que la mujer existe y no hay nada malo en ello.