Todo viaje tiene un álbum donde conservamos recuerdos que se graban en el alma. La histórica visita del Papa Francisco a Irak, la Ur de los Caldeos, patria de Abrahán, la Nínive del profeta Jonás o la Babilonia de Jeremías y Ezequiel, con sus canales regados por las lágrimas del pueblo judío en el exilio; también tiene su álbum, que muestra un modo de ser hoy Iglesia en el mundo.
Primera foto
La oración entre las ruinas de Mosul, donde se reunieron cristianos y musulmanes. El sufrimiento no distingue entre religiones y etnias. Todos sufrieron y el dolor los hermanó en un mismo llanto. El Papa Francisco mostró una Iglesia que sale a consolar no solo a sus hijos, alimentando sectarismos y enfrentamientos entre pueblos, sino que acompaña la fragilidad en su desnudez. El enemigo de la minoría cristiana no ha sido el islam. Chiitas, sunitas, cristianos, yazidíes… han tenido un enemigo común: un grupo terrorista y criminal con objetivos nada religiosos.
Segunda foto
El encuentro de Francisco con Al-Sistani. El Papa se descalza para entrar en la humilde morada del líder espiritual del islam chiita, en Nájaf, junto a la tumba del Imán Alí; Al-Sistani rompe el protocolo y se pone en pie para acogerlo. Dos hombres que saborean el gusto de la sencillez, dos líderes que se respetan y se abren el corazón, y en ellos dos tradiciones religiosas que se dan la mano y desean trabajar juntas por la paz en el mundo. Una Iglesia que se descalza, abandona prejuicios y aúna esfuerzos al servicio de la humanidad. ¿No hubo firma de documento? No. El gran Documento sobre la Fraternidad fue esa foto.
Tercera foto
El encuentro interreligioso en Ur de los Caldeos. La fe no es elemento de división, sino de hermandad. “La auténtica religiosidad es la adoración a Dios y al prójimo”. Quien usa la violencia en nombre de Dios, profana su Santo Nombre, no es un auténtico creyente. Cristianos y musulmanes denunciaron la instrumentalización de la religión, y miraron juntos a las estrellas, como Abrahán, confiando en la promesa de la fraternidad. Y allí se mostró el rostro de una Iglesia que profetiza y defiende el valor sagrado de la vida humana.
Última foto
El encuentro en la catedral siro-católica, Nuestra Señora de la Salvación, en Bagdad. Allí con la imagen de una alfombra elaborada con hilos de múltiples colores, que se entrelazan y dan lugar a una bella composición, nos presentó una Iglesia que aprecia la diversidad y dispuesta a aportar su colorido a la sociedad para construir la fraternidad, cuya fuente y origen está en Dios.
Director del Secretariado de la Subcomisión Episcopal para las Relaciones Interconfesionales