En el primero, el Papa clausurará el Congreso Eucarístico Internacional de Budapest, desarrollado los días anteriores en la capital húngara, como también un Simposio Teológico en preparación de la convocatoria. Algunos han centrado su atención sobre todo en el contexto político interno -las decisiones del gobierno húngaro, supuestos apoyos o rechazos por parte del Papa a determinadas iniciativas- o internacional -la tensa relación entre Hungría y la Unión Europea-. Son dimensiones inevitables, pero no centrales en la breve, pero intensísima visita de Francisco a Budapest. Más relevante es la ocasión explícita para su presencia: un congreso eucarístico, el impulso para la fe de los húngaros y los demás interesados en este evento internacional. “Todas mis fuentes están en ti”: este versículo del Salmo 87, elegido como referencia del Congreso, lo indica de manera precisa.
En Eslovaquia, el Papa permanecerá más tiempo, y visitará la capital, Bratislava, las ciudades de Košice y Prešov, y el santuario mariano de Šaštín. El programa es amplio y se articula bajo el lema “Con María y José, en camino hacia Jesús”; incluye reuniones con las autoridades, las demás confesiones religiosas, los greco-católicos, los jóvenes y los gitanos (“roma”, en el idioma local). Este último encuentro lleva al Papa a un ámbito que aprecia especialmente, una “periferia” situada al margen de la vida social, que plantea grandes retos también para su atención pastoral, muy trabajosa. El asentamiento de Luník IX y sus moradores, con casi un 100 % de tasa de desempleo, resultarán inesperados para quienes sigan este viaje, y probablemente queden grabados en la memoria del pontificado.
Si aún bajo el comunismo la situación en ambos países comprendía factores comunes, pero también diferencias, también ahora presentan retos comunes, a los treinta años de la caída del régimen comunista, pero también especificidades propias. Dos países, dos ocasiones, dos manifestaciones del interés del Papa Francisco por estos países situados en el corazón de Europa.