El Dicasterio para la Doctrina de la Fe acaba de publicar una Declaración titulada “Dignitas Infinita” (Dignidad Infinita) referida a la dignidad humana. La Iglesia, apoyada en la razón y en la Revelación, afirma que la dignidad de toda persona humana es «inalienable e intrínseca, desde el principio de su existencia (hasta su final natural) como don irrevocable». Precisamente porque esta dignidad es intrínseca permanece «más allá de toda circunstancia» y su reconocimiento no puede depender del juicio sobre la capacidad de una persona para comprender y actuar libremente. Una persona puede estar privada del uso de la razón o de su libertad sin por ello perder su dignidad humana. En este sentido, la Declaración denuncia que «a veces también se abusa del concepto de dignidad humana para justificar una multiplicación arbitraria de nuevos derechos, muchos de los cuales suelen ser contrarios a los definidos originalmente y no pocas veces se ponen en contradicción con el derecho fundamental a la vida».
La Declaración desglosa una amplia serie de temas que son «violaciones graves de la dignidad humana». Entre ellos, el drama de la pobreza, la tragedia de la guerra, la trata de personas, los abusos sexuales y la violencia contra las mujeres, el aborto, la maternidad subrogada, la eutanasia y el suicidio asistido, la ideología de género y el cambio de sexo. En este tema tan delicado, la Declaración matiza que «esto no significa que se excluya la posibilidad que una persona afectada por anomalías genitales, que ya son evidentes al nacer o que se desarrollan posteriormente, pueda optar por recibir asistencia médica con el objetivo de resolver dichas anomalías».
Como veis, se trata de un amplio texto donde se abordan temas de mucha gravedad y actualidad. A veces, nos puede dar la impresión de estar predicando en el desierto, aun tratándose de cuestiones, en las que la misma razón humana llega sin gran dificultad para saber distinguir qué es conforme a la dignidad humana y qué le es contrario. Sin embargo, respiramos una cultura relativista, individualista y hedonista en la cual lo que era evidente se convierte en problemático y se confunde, justificando -como dice la misma Declaración- una multiplicación arbitraria de nuevos derechos, que contradicen la misma dignidad humana en la que se pretenden fundamentar. Os animo a leerla con calma. Con mi bendición.