La preocupación de los obispos en EE. UU. se ha visto incrementada por una reciente encuesta de Gallup que mostraba que el porcentaje de católicos que dicen ser miembros de la Iglesia ha caído del 76% al 58% en los últimos 20 años, el doble de la caída porcentual de los protestantes.
E incluso antes de la pandemia, una encuesta realizada en 2019 por el Pew Research Center sugería que hasta el 70% de los católicos estadounidenses creen que el pan y el vino utilizados para la Comunión son “símbolos del cuerpo y la sangre de Jesucristo”, en contra de las enseñanzas de la Iglesia.
No todo es sombrío. El Anuario Estadístico de la Iglesia Católica del Vaticano dice que en 2019 Estados Unidos fue el cuarto país con católicos bautizados, incluyendo niños menores de siete años, y empató en el liderazgo de ordenaciones sacerdotales, junto con la India. Los estudios transversales muestran un descenso en los matrimonios y bautismos sacramentales, y no hay duda de que la Iglesia católica en Estados Unidos se enfrenta a crecientes desafíos, mientras lucha por mantener una gran infraestructura de parroquias, escuelas y hospitales.
Según la encuesta de Gallup, el número de miembros de la iglesia de cualquier tipo en Estados Unidos ha disminuido drásticamente en los últimos 20 años, una caída sin precedentes por debajo del 50% por primera vez y que se extiende a todos los grupos demográficos. Al mismo tiempo, el número de “nones” – los que no tienen afiliación religiosa – está creciendo, con casi un tercio de los menores de 35 años en esta categoría. Esto sugiere que hay fuerzas culturales más amplias que afectan a todos los grupos religiosos.
La respuesta de la Iglesia es objeto de un gran debate. Aunque los obispos luchan contra sus propias divisiones, parecen estar unidos en su deseo de centrar una mayor atención en la Eucaristía como punto de partida necesario. El obispo auxiliar de Los Ángeles, Robert Barron, ha estado alentando un renacimiento eucarístico y un mayor esfuerzo de evangelización.
Barron, que calificó los resultados de la Encuesta Pew como “un fracaso masivo por parte de los educadores y catequistas católicos, predicadores y profesores”, también ha expresado su preocupación por las divisiones ideológicas que dividen a la Iglesia estadounidense. El difícil reto al que se enfrentan los líderes de la Iglesia estadounidense en su intento de trazar un futuro post-pandémico es encontrar un camino para renovar la Iglesia internamente y comprometerse con una cultura pública cada vez más secular y diversa.
Un punto de aliento: La Iglesia estadounidense no está sola. El Papa Francisco y muchos de los líderes de la Iglesia en los países desarrollados también están tratando de abordar lo que el Papa llama este “cambio de época”.