El Papa Francisco inauguró hace un año aproximadamente los denominados Estados Generales de la Natalidad en Italia, promovidos por el Foro de Asociaciones Familiares. Y en presencia del primer ministro italiano, Mario Draghi, señaló: “Sin natalidad no hay futuro”. Es preciso “invertir” esta tendencia para “volver a poner a Italia en movimiento, a partir de la vida, a partir del ser humano”.
La tendencia italiana no es aislada, sino que responde a un hecho generalizado en Europa, un continente que se muere un poco más cada año, a pesar de la inmigración. En España, por ejemplo, el Observatorio Demográfico de la institución universitaria CEU ha alertado hace unos días sobre los indicadores de muy baja natalidad en España, que llevan arrastrándose desde hace tiempo.
La cuestión es aún más penosa, si cabe, porque una encuesta del Instituto Nacional de Estadística (INE) recordó que las mujeres españolas en edad fértil aseguran querer tener “más del doble de los hijos que tienen”.
Puesto que muchas mujeres desearían tener más hijos, no es ocioso preguntarse qué les impide hacerlo. El director del Observatorio universitario, Joaquín Leguina, alude a la coyuntura económica y laboral. “Las tasas de paro de la población juvenil española son muy altas, los salarios muy bajos y muchos empleos son precarios. Una realidad que provoca que la maternidad se retrase y los ciudadanos tengan un menor número de hijos, disminuyendo así la tasa de natalidad”.
María Álvarez de las Asturias, del Instituto Coincidir, ha ido incluso más allá, al solicitar en www.omnesmag.com “un replanteamiento del mercado laboral” mirando a la familia, y apuntar además a la reputación de la institución matrimonial en nuestros días. “El matrimonio tiene muy mala prensa, y las familias que siempre han sido pro matrimonio se han dejado contaminar de esta mentalidad de que el matrimonio es una cosa complicada, y tampoco animan”.
Al ahondar en la respuesta a la pregunta de por qué los jóvenes se casan cada vez menos, y lo hacen cada vez más mayores, Álvarez de las Asturias propone también una reflexión personal y comunitaria, por parte, tanto de las familias como de la Iglesia. ¿Por qué no se casan? “Porque lo seguimos haciendo fatal”, afirma. “Porque la preparación remota que pedían Juan Pablo II, y después Benedicto y Francisco, no la hacemos. No hay preparación remota. Y a los niños después de la Primera Comunión, o como mucho de la Confirmación, los perdemos, hasta que llegan al curso prematrimonial, cuando a lo mejor han estado conviviendo, tienen hijos… Hay ahí un espacio en el que no hacemos nada”.
Algunos aprecian “compartimentos estancos”, añade Álvarez de las Asturias en la web de Omnes. “Pastoral de juventud por un lado, pastoral familiar por otro… Y el Papa Francisco ha dicho que la pastoral familiar tiene que vertebrar todo. De la familia es de donde cuelga el resto de las pastorales.