Me comentaba un sacerdote que muchos no entienden hoy lo que significa “salvación”. Acostumbramos a decirlo sin pensar. Pero sin la ayuda de Dios,
- No alcanzamos el sentido de nuestra vida ni el del mundo. Dependen del Creador.
- No logramos la felicidad, sino solo momentos de satisfacción y dicha.
- No nos salvamos de la muerte.
- No nos libramos de las quiebras del pecado: de las rupturas entre razón y sentimientos o entre voluntad y pasiones. Tampoco podemos vencer el mal que hay en la sociedad, o hacer justicia en el mundo. Y no podemos resolver la distancia con la naturaleza, que a veces nos daña y otras maltratamos.
- No amamos a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como nos ha mandado. No podemos ser realmente buenos.
Necesitamos la ayuda del Señor para conocer el sentido de la vida, alcanzar la felicidad, superar la muerte, arreglar nuestras quiebras morales y las del mundo; y vivir en serio los dos mandamientos de la caridad. Él nos da su perdón y su caridad con el Espíritu Santo; y una promesa de eternidad y felicidad. Eso es la salvación.
Profesor Ordinario de Teología y Director del Departamento de Teología Sistemática de la Universidad de Navarra. Autor de numerosos libros de teología y vida espiritual.