Estas dos palabras resumen la idea que el Papa Francisco tiene de la misión. Con estas palabras, bautizados y enviados, ha convocado para el próximo octubre, un Mes Misionero Extraordinario para toda la Iglesia.
¿Tiene sentido a estas alturas de la vida dedicar un mes de forma extraordinaria a la misión? San Juan Pablo II llegó a afirmar que tras tantísimos años de evangelización la tarea misionera está en sus comienzos, y Francisco afirma que quiere despertar la conciencia misionera de la missio ad gentes y retomar con un nuevo impulso la transformación misionera de la vida de la Iglesia.
Sí, tiene sentido. Los cristianos nos escudamos en frases como “todo el mundo se salva”, o “¿quién soy yo para imponer mi pensamiento a nadie?”, o “también mi pueblo es tierra de misión” para no cumplir con el deseo del Señor: vino a traer fuego, el del amor de Dios, a la tierra y no quiere sino que arda, y nosotros, como si de bomberos se tratara, no dejamos de aguarle la fiesta. Los cristianos necesitamos un revolcón…, un revolcón de ansias misioneras y apostólicas. Por eso, ¡qué bien nos va a venir recordar que con el bautismo recibimos también un envío: “Id por todo el mundo y predicad el Evangelio.”
Un día recibimos el sacramento del bautismo, por el que Dios nos hizo criaturas nuevas…, y nos encomendó la preciosa tarea de hacer que su amor y su paz llegaran a todos los hombres. Es verdad que es más cómodo esperar que otros lo hagan. Que es muy laudable rezar y alegrarse por los que sí lo hacen, pero eso no es lo que Dios quiere: todos, cada uno según la vocación que ha recibido, somos apóstoles y testigos de Cristo en el mundo.
“La actividad misionera representa aún hoy día el mayor desafío para la Iglesia, y la causa misionera debe ser la primera”. Con estas palabras convocaba el Papa este Mes Misionero Extraordinario. Ojalá nos sirva este mes para fortalecer nuestro afán apostólico.