Cristianos perseguidos y también ignorados

Tras el reciente atentado en Nigeria, en el que han fallecido 50 personas, cabe preguntarse qué podemos hacer por los cristianos perseguidos.

7 de junio de 2022·Tiempo de lectura: 2 minutos

Foto: heridos del atentado en Nigeria. © CNS photo/Temilade Adelaja, Reuters

En una iglesia en Nigeria 50 cristianos han muerto masacrados mientras celebraban Pentecostés. Unos radicales la emprendieron a tiros y pusieron una bomba durante la ceremonia. El presidente del país y el Papa han condenado los ataques y mostrado sus condolencias. Los ciudadanos de occidente hemos visto la noticia, publicada en casi todos los diarios. 

Sin embargo, la persecución contra los cristianos no es un buen titular para los intereses partidistas de algunos grupos. Eso de que los cristianos se puedan presentar como una víctima injustamente atacada, no cuadra con los tópicos habituales. Los creyentes son más bien el chivo expiatorio al que acusar de los mayores males de occidente, desde el patriarcado hasta la falta de libertad de expresión. Por eso, en la opinión pública no parece que tenga suficiente repercusión la violencia que se ejerce contra los cristianos. ¿Hubiera sido mayor la reacción internacional si hubiera sido un delito de homofobia? Aunque evidentemente no se trata de comparar unas injusticias con otras, podemos preguntarnos si la percepción de la realidad no nos está llegando un poco distorsionada. 

Los datos muestran cómo, desde hace una década, el número de cristianos asesinados anualmente por su fe supera con mucho las 3500 víctimas. ¿Cómo es posible que esta masacre no esté en boca de todos? Podríamos buscar explicaciones en el proceso de secularización de nuestras sociedades, la indiferencia religiosa o maquiavélicas discriminaciones contra los creyentes. Y algo de eso habrá.

Sin embargo, a mí me gustaría dejar de lado los sentimientos victimistas y hacer autocrítica. Los creyentes, ¿estamos preocupados por este asunto? ¿Rezamos con frecuencia por esta intención? ¿Comentamos nuestra preocupación con naturalidad con nuestros amigos, compañeros o familiares? En una palabra, ¿lo tenemos en la cabeza? Mi impresión general es que no mucho.

Estamos en el mes de junio y las grandes empresas tunean sus logotipos en occidente mostrando la bandera del arcoiris. Quizá también uno puede hacer un pequeño gesto y empezar a hablar más de esta realidad, ver el último informe de libertad religiosa de Ayuda a la Iglesia Necesitada o empezar a usar el signo de los cristianos perseguidos: ن. En definitiva, ir más allá de los lamentos estériles. 

El autorJavier García Herrería

Redactor de Omnes. Anteriormente ha sido colaborador en diversos medios y profesor de Filosofía de Bachillerato durante 18 años.

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