A algunos políticos se les llena la boca hablando sobre el bienestar de los niños y sobre el denominado “interés superior del menor”.
Hacen bien, porque son nuestro futuro. Sin embargo, las tendencias legislativas van por otros derroteros, en los que lo que, a pesar de la buena voluntad de algunos, realmente acaba contando el deseo y el interés de los adultos.
Los ejemplos lamentablemente no son pocos, pero el caso de la gestación subrogada es emblemático. Una práctica emergente en la que el niño y la mujer son convertidos en objetos o productos que se compran y se venden.
Se constata que el negocio de la subrogación está construido sobre el deseo de tener un hijo, y se presenta la subrogación como una solución. Sin embargo, ese deseo de los adultos, por legítimo que sea, no puede obtenerse a cualquier costo, especialmente si ese costo es tratar a mujeres vulnerables como su fuesen objetos, y a los niños como si fuesen mercancías que se compran y se venden. Un niño debería ser siempre un regalo, no el objeto del deseo de los adultos.
En el debate público hay un amplio consenso en contra de esta práctica: desde los grupos feministas hasta las confesiones religiosas. Sin embargo, gran parte de las legislaciones europeas juegan un doble juego en relación a esta cuestión. Mientras por delante rechazan esta práctica en defensa de la dignidad de la mujer, por la puerta de atrás la legitiman normalizando el reconocimiento de la filiación de los niños nacidos en el extranjero por estos medios.
No pocos estados parecen estar cediendo ante la presión de determinados grupos de interés en este negocio cuya razón fundamental de ser es la producción de niños por encargo.
El pasado 3 de marzo tuve ocasión de intervenir en el seminario celebrado en Casablanca con motivo de la firma de la Declaración para la Abolición Universal de la Gestación Subrogada, también llamada Declaración de Casablanca. Se ve necesario colaborar para desarrollar un compromiso universal que proteja a las mujeres y a los niños del mercado global de los vientres de alquiler.
Mediante esta Declaración, expertos de todo el mundo han pedido a los Estados que tomen medidas para prohibir esta práctica en su territorio. Se trata de prohibir y no de regular o poner condiciones. Se ha demostrado que la legalización de ciertas prácticas implica el denominado efecto slippery slope, de pendiente resbaladiza, dándose un aumento de los supuestos, aunque se pretenda lo contrario.
El hecho de que algunos famosos estén recurriendo a la gestación por sustitución no ayuda a que haya un rechazo social más amplio hacia este negocio con seres humanos, que me atrevería a comparar con la esclavitud, pues como en la esclavitud, son numerosos los intereses económicos que se mueven.
Solo una actitud decidida y valiente como la que se ha emprendido en Casablanca puede lograr este ambicioso objetivo: erradicar una práctica que se basa exclusivamente en los deseos de los adultos y prescinde del interés y los derechos de los niños.
Catedrática en la Facultad de Derecho de la Universidad Internacional de Cataluña y directora del Instituto de Estudios Superiores de la Familia. Dirige la Cátedra sobre Solidaridad Intergeneracional en la Familia (Cátedra IsFamily Santander) y la Cátedra Childcare and Family Policies de la Fundación Joaquim Molins Figueras. Es además vicedecana en la Facultad de Derecho de UIC Barcelona.