Este próximo jueves 23 de noviembre celebraremos el día festivo más importante en los Estados Unidos; el día de acción de gracias. Es, como su nombre lo indica, el día para agradecer, para dar gracias, para rememorar y reconocer razones, que motiven y justifiquen la celebración de “acción de gracias” personal, familiar, social y nacional.
Como tantas otras fechas y celebraciones en la vida, la sociedad materialista, mercantilista y consumista ha vaciado de significado y contenido las fechas importantes para nuestra sociedad y para el mundo. Todo parece reducirse al juego comercial de la oferta y la demanda. Celebramos sin saber lo que celebramos. En este caso, celebramos sin descubrir los motivos para agradecer o, si los conocemos, no agradecemos.
Dar gracias
La gratitud es una dimensión esencial en la vida del ser humano. La gratitud nace de la posibilidad de descubrir la gratuidad en la vida. La gratitud nace de la posibilidad de descubrir dones y regalos que todos recibimos y tenemos en la vida y que no se compran ni se venden. El descubrimiento de lo gratuito hace posible la gratitud y la gratitud hace posible la alegría, la existencia feliz de todos.
Sólo es feliz la persona agradecida. Y es agradecido el que descubre regalos en la existencia cotidiana, motivos para dar gracias. Y son muchos los motivos para dar gracias. Unos porque nos alegran, nos agradan, nos hacen bien y, otros, porque nos enseñan solidaridad, tolerancia, aceptación, comprensión, perdón, etc., en el arte de vivir.
Este festivo, que es una fecha y celebración nacional, pide que salgamos de nuestros pequeños intereses, de nuestras pequeñas alegrías individuales para ser capaces de sentirnos parte de la sociedad, de la nación y de la entera comunidad humana. De esta manera, podremos preguntarnos por los motivos que tenemos para agradecer, no sólo como seres humanos sino como ciudadanos de esta nación y del mundo.
El mundo hoy
Si bien es verdad que individual y familiarmente siempre encontraremos motivos para dar gracias, estructural, social y mundialmente hablando quizá nos sea más difícil hoy encontrar razones para agradecer, razones que, al mismo tiempo, son motivos para seguir viviendo y esperando…
En esta coyuntura histórica y social, política y económica, a nivel nacional y global, me pregunto, por ejemplo: si podemos dar gracias frente al terrorismo, frente a las guerras (especialmente las de Rusia-Ucrania e Israel–Palestina), a la sed de venganza, frente a la injusticia y a la violencia, frente a la crueldad humana y a tantas formas de muerte.
Porque dar gracias, desentendiéndonos de la gravedad de la presente coyuntura histórica en la que todos estamos inmersos mundialmente, y que a todos nos impacta de muchas maneras, sería pecar de superficiales y de frívolos.
¿Es válido dar gracias en la actualidad?
Me pregunto si es válida una celebración de acción de gracias en medio de muchedumbres de hermanos y hermanas que viven en condiciones indignas por inhumanas.
Me pregunto ¿qué verdad, valor y sentido tiene dar gracias en una nación y en un mundo que padece divisiones, inequidades, intolerancias y discriminaciones de todo tipo?
¿Se puede dar gracias frente al sufrimiento de tantos que tienen que abandonar sus querencias, sus tierras, sus familias, sus patrias y someterse a la inclemencia de migraciones en las que se arriesga todo y casi siempre se pierde todo, hasta la vida misma?
¿Se puede dar gracias en sociedades con millones de hombres y de mujeres que viven padeciendo abandono y soledad?
¿Es válido dar gracias en un mundo en el que el servicio público, en puestos políticos y de gobierno, se convirtió en oportunidad para el enriquecimiento ilícito, para la corrupción y para el desprecio por el bienestar común?
Me pregunto: ¿qué sentido tiene dar gracias en un mundo con minorías de privilegiados viviendo en el confort y el derroche, mientras millones de semejantes son sentenciados a muerte desde antes de nacer, condenados a la pobreza y al hambre, inocentes condenados a una vida indigna por falta de oportunidades sociales? ¿Qué sentido tiene dar gracias en un mundo donde millones de caídos sufren nuestra indiferencia y falta de compasión?
¿Qué sentido tiene nuestra celebración de acción de gracias en medio de muchedumbres de jóvenes que buscan, desorientados, su lugar en la sociedad y en el mundo, con familias destrozadas y vidas perdidas por falta de valores, en medio de vicios y vanidades?
El sentido de acción de gracias
Son muchos más los rostros de hombres y de mujeres concretos que sufren y claman por una oportunidad sobre la tierra. Son muchas más las angustias y situaciones dolorosas que brotan de la falta de respeto a la dignidad del ser humano.
Todos estos rostros, situaciones y preguntas debieran despertar nuestra conciencia adormecida, cómoda e indiferente, para que nos preguntemos por el sentido que tiene nuestra celebración nacional de acción de gracias.
Pero, sobre todo, para motivarnos, con el compromiso y esfuerzo de todos, a construir familias, historias personales y familiares, relaciones interpersonales y sociales, instituciones y estructuras que nos llenen de esperanza en un mundo mejor que éste, en el que nos correspondió vivir.
El momento actual, nacional y mundial, reclama – como pocas veces en la historia – la conciencia despierta y la solidaridad activa de todos los hombres y mujeres en la tierra.
Urge que, entre todos, construyamos una nación y un mundo con motivos para dar gracias, para ser felices, para vivir con esperanza. Urge que construyamos una nación en la que, un día al año y todos los días del año, vivamos llenos de motivos para agradecer, para creer, para amar, para ser felices, para seguir esperando…