Para conmemorar el Día Internacional de la Niña, un órgano de tratados de la ONU, el Comité para la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer, ha hecho pública una declaración en la que afirma que «el acceso… al aborto seguro y de calidad es un derecho humano en virtud del derecho internacional, y especialmente crucial para las niñas». Desde este organismo de la ONU se plantea que, a menos que las jóvenes tengan acceso al aborto, no podrán llevar una vida plena ni alcanzar todo su potencial y que, a menos que se garantice el acceso generalizado al aborto, el debate sobre cualquier otro derecho puede carecer de valor.
En otro artículo hacía referencia a cómo la Relatora Especial de la ONU para la Libertad de Expresión, Irene Kahn, había publicado un informe en el que recomendaba a los gobiernos y a las empresas de redes sociales que silencien a quienes expresan opiniones tradicionales sobre el matrimonio, el aborto, la sexualidad y la identidad de género. Y seguro que si se sigue rastreando podemos encontrar muchos más ejemplos de este tipo de decisiones.
La deriva que desde hace años tiene la ONU y a la que se suman distintas instituciones internacionales es muy preocupante. Francia va dando pasos para reconocer el aborto como un derecho en el texto constitucional. Los diputados franceses votaron con una extraña unanimidad, por 337 votos a favor y sólo 32 en contra.
El reconocimiento del aborto como un derecho al máximo nivel sería algo realmente grave. Los que sabemos que, como decía san Juan Pablo II ‘nunca se puede legitimar la muerte de un inocente’, estaríamos vulnerando una ley y podríamos ser denunciados o encarcelados simplemente por promover este tipo de planteamientos.
¿Nos damos cuenta de la implicación de todo esto?
Es desconcertante y clarificador ver cómo la ONU está embarcada en este tipo de agenda, y nos hace ver claramente el potencial de quienes están promoviendo esta visión del mundo y de la sociedad marcadamente alejada del orden natural. Una agenda que quieren imponer en todo el mundo como una nueva colonización ideológica, como denuncia el papa Francisco. El aborto es, para ellos, la piedra angular, irrenunciable en su proyecto. A no ser que la vida sea también un principio irrenunciable para nosotros, la ONU y los poderosos de este mundo irán avanzando e imponiendo con toda su fuerza, también la de la ley, su proyecto totalitario.
Es verdad que, hasta ahora, ninguna resolución o tratado de la ONU ha considerado nunca el aborto como un derecho humano. Pero este tipo de declaraciones de diversos comités van preparando el camino con ese objetivo. Mientras tanto diversos organismos de la ONU, entre ellos ONU Mujeres, dedican una cantidad desproporcionada de tiempo y recursos a ayudar a las niñas a abortar, mientras que los compromisos para mejorar su acceso a la educación, el agua, el saneamiento, los alimentos y otros servicios humanitarios urgentes suelen quedar en un segundo plano.
Es urgente tomar conciencia del enorme reto que tenemos. La ONU y quienes promueven este tipo de ideología avanzan sin torcer su rumbo. Llegará el momento del golpe final en el que la persecución a quienes defendamos la vida será ya directa y al amparo de la legalidad. No falta mucho para ello.
Delegado de enseñanzas en la Diócesis de Getafe desde el curso 2010-2011, ha ejercido con anterioridad este servicio en el Arzobispado de Pamplona y Tudela, durante siete años (2003-2009). En la actualidad compagina esta labor con su dedicación a la pastoral juvenil dirigiendo la Asociación Pública de Fieles 'Milicia de Santa María' y la asociación educativa 'VEN Y VERÁS. EDUCACIÓN', de la que es Presidente.