Esta expresión, “a hombros de gigantes”, puede parecer graciosa o curiosa y no darnos cuenta de lo mucho que explica. Todo lo que el hombre es capaz de descubrir hoy es gracias a lo que otros, anteriores a nosotros, fueron capaces de hacer.
Esto es lo que ocurre en la tarea evangelizadora de la Iglesia. Todo lo que somos capaces de vivir, de avanzar, es porque, antes que nosotros, ha habido personas que hicieron un gran trabajo, sobre el que nos apoyamos. Si somos capaces de ver más allá que ellos, no es porque seamos mejores o tengamos más capacidades: ¡es que nos apoyamos en ellos! Estamos subidos a sus hombros, ¡hombros de gigantes!
En el ámbito de la misión y de la animación misionera, no podríamos hacer lo que estamos haciendo si antes no hubieran estado personas como san Francisco de Javier, Pauline Jaricot, Gregorio XV, el beato Paolo Manna o Pío XII. Ellos han sido gigantes en su celo por la evangelización y por sus iniciativas misioneras. Obras Misionales Pontificias, de España y del mundo entero, son lo que son, gracias a ellos.
Este año celebramos muchos acontecimientos que nos recuerdan a estos gigantes: hace 400 años que Gregorio XV creó la Congregación de Propagación de la Fe, luego llamada Evangelización de los Pueblos, recordando que la evangelización es tarea de la Iglesia entera, y no de particulares. Este Papa, el mismo año, canonizó al Patrono de las Misiones, Francisco Javier, junto a Ignacio de Loyola, Teresa de Jesús, Isidro Labrador y Felipe Neri. También hace 200 años que Pauline Jaricot “concibió” la Asociación de Propagación de la Fe, que daría origen al DOMUND. Asociación que en 1922, fue elevada por el Papa Pío XI a Obra Misional Pontificia, junto a la Obra de San Pedro Apóstol, fundada por Juana Bigard y la Obra de la Infancia Misionera fundada por el obispo Forbid Janson. ¡Gracias a todos estos gigantes!