«Sólo reconociendo la dignidad de cada persona humana, podremos hacer renacer entre todos un deseo mundial de hermandad» (FT 8). El Papa Francisco ha entregado a la Iglesia su tercera encíclica titulada Fratelli Tutti: “todos hermanos”. Desarrollada en ocho capítulos, constituye un compendio sobre la fraternidad y la amistad social. Se ha inspirado fundamentalmente en san Francisco de Asís y su testimonio de amor por todas las personas que no conoció fronteras.
Una encíclica de la época
Fratelli tutti aborda la novedad de esta época que nos toca vivir, con unas divisiones cada vez más profundas entre empobrecidos y enriquecidos. Nos alerta también de las consecuencias de la pandemia global que estamos viviendo (dejar al descubierto nuestras falsas seguridades, la incapacidad de actuar conjuntamente, el descarte de los pobres y débiles en aras de la rentabilidad). Por otro lado, la Covid-19 también ha acelerado la llamada a la fraternidad universal que nos hacen insistentemente el Evangelio y la Doctrina Social de la Iglesia.
El Santo Padre nos habla de sueños que se han roto en pedazos, como son la fraternidad y la igualdad, y que no han llegado a extenderse a toda la humanidad. Es necesaria que la verdadera sabiduría suponga el encuentro con la realidad. Es necesario poner rostros concretos a las afirmaciones que hacemos.
Como el buen samaritano
Al leer esta encíclica todos nos sentiremos interpelados y descolocados. Ante tanto dolor como hay en nuestro mundo, ante tanta herida, la única salida es ser como el buen samaritano. Todos tenemos algo del herido que está en el camino, del buen samaritano o de los que pasan de largo. Se trata de proponernos un encuentro con quien está caído en el camino de una forma real y adoptar la actitud del buen samaritano.
Si verdaderamente tomamos conciencia de que todos somos hermanos, los que llegan a nuestra tierra han de ser acogidos como tales. Hay que tener un corazón abierto al mundo entero y el Papa recalca cómo poner en diálogo lo local con lo universal.
La clave de la solidaridad
Entre otras virtudes, la encíclica destaca la solidaridad, que “es pensar y actuar en términos de comunidad, de prioridad de la vida de todos sobre la apropiación de los bienes por parte de algunos. También es luchar contra las causas estructurales de la pobreza, la desigualdad, la falta de trabajo, de tierra y de vivienda, la negación de los derechos sociales y laborales. Es enfrentar los destructores efectos del Imperio del dinero. […] La solidaridad, entendida en su sentido más hondo, es un modo de hacer historia” (FT 116). Y es también la solidaridad uno de los puntos de apoyo para encauzarla precisamente en el momento actual.
El Papa nos alerta de que parece triunfar un capitalismo del descarte, el trabajo precario y la subvención. Peligran la libertad y la igualdad. No esperemos todo de los que nos gobiernan, comencemos desde abajo y de uno en uno, hasta el último rincón del mundo. Soñemos como una única humanidad, cada uno con su propia voz, todos hermanos. Muchos que nos reconocemos hijos y llamamos a Dios Padre, queremos ser signo e instrumento de este proyecto entusiasmante.