Vivimos tiempos caracterizados por una creciente confusión espiritual, donde muchas personas se sienten perdidas en su búsqueda de sentido y propósito. Este vacío existencial ha dado lugar a una proliferación de creencias que, aunque parecieran ofrecer respuestas, carecen de fundamento y profundidad. Estas creencias, que se presentan a menudo bajo la apariencia de prácticas de bienestar o caminos alternativos, buscan llenar el vacío emocional y espiritual de los individuos, pero en la mayoría de los casos se quedan en soluciones superficiales y efímeras. Las sectas, el yoga entendido como una filosofía totalizante, el espiritismo, el reiki y otras prácticas vinculadas a la Nueva Era prometen equilibrio, bienestar y sentido de vida, pero sus fundamentos no tienen la solidez necesaria para abordar las inquietudes más profundas y trascendentes del ser humano.
Aunque estas propuestas son atractivas en apariencia, no logran satisfacer el anhelo humano de verdad, trascendencia y plenitud que todos llevamos en el fondo de nuestro ser. Es importante fomentar un discernimiento profundo y crítico ante la avalancha de propuestas espirituales que nos llegan desde diversas fuentes.
Algunos datos significativos
Los estudios sociológicos revelan la magnitud de la confusión espiritual contemporánea. La encuesta sobre creencias de Pew Research Center en 2017 mostraba que, en Estados Unidos, un 39% de las mujeres cree en la reencarnación y un 46% piensa que los objetos materiales tienen energías espirituales. Las creencias de los varones en estos fenómenos son algo menores, pero no mucho más, un 27% y un 37% respectivamente. Uno puede pensar que los norteamericanos son un poco exagerados o creen en cualquier cosa, pero en la “ilustrada” Francia resulta que un informe de la Fundación Jean Jaurès y la Fundación Reboot reveló ¡en 2023! que el 49% de los jóvenes de entre 11 y 24 años creen que la astrología es una ciencia, el 35% cree en la reencarnación y el 23% cree en los fantasmas.
En el campo de los católicos también las encuestas de Pew Research presentan datos preocupantes. Por ejemplo, 4 de cada 10 norteamericanos cree que vivimos los últimos tiempos y el fin del mundo está al llegar, lo cual puede ser interpretado como una consecuencia del clima de permanente estado de alarma informativa sobre estos temas en el que nos encontramos. La ansiedad y el estrés son las enfermedades de moda en occidente, no hay que olvidarlo.
Más preocupante son los datos que arrojó el mismo centro de encuestas en 2019, al mostrar cómo el 69% de los católicos norteamericanos no creían en la presencia real de Cristo en la Eucaristía. Los obispos del país tomaron buena nota y se pusieron manos a la obra para impulsar una evangelización más profunda. Fruto de ello, en 2022 comenzó un trienio de “Renacimiento Eucarístico Nacional”, convocado por la conferencia episcopal y que culminó con una enorme peregrinación a pie que partió de los cuatro puntos cardinales del país y concluyó con un congreso eucarístico nacional en el verano de 2024.
El impacto de las sectas
Las sectas han ganado considerable influencia en la sociedad moderna. Estas organizaciones tienen la capacidad de captar a individuos vulnerables, ofreciendo promesas atractivas de pertenencia, propósito, seguridad y estabilidad emocional. Sin embargo, detrás de estas ofertas se ocultan prácticas de manipulación emocional, control psicológico, aislamiento social y dependencia económica, que esclavizan a sus miembros y les impiden desarrollar una vida autónoma y saludable.
El impacto de las sectas no se limita únicamente a los individuos que caen en sus redes. Las consecuencias de su influencia son más profundas y afectan también a las familias y comunidades cercanas a los involucrados. Estas organizaciones tienden a generar divisiones familiares y sociales, alejando a las personas de opciones auténticas de crecimiento personal y espiritual. Su atractivo radica en ofrecer respuestas aparentemente simples a problemas complejos, pero estas respuestas suelen profundizar el vacío existencial y dejar cicatrices emocionales y espirituales difíciles de sanar. Además, el seguimiento ciego de sus enseñanzas puede llevar a los miembros a una desconexión con su propia identidad y a una distorsión de su comprensión de la realidad. La verdadera solución a los desafíos humanos nunca se encuentra en estos caminos fáciles, sino en una búsqueda profunda y auténtica de sentido.
Yoga y mindfulness: una visión matizada
Hay temas sobre los que es delicado escribir y más en tiempos polarizados, donde los argumentos se ven como armas arrojadizas contra las personas, en lugar de ser ideas sobre las que se debate. La Iglesia no es ajena a este contexto en el que se encuentra la sociedad y parece que hay temas sobre los que no es fácil hablar. No es sencillo señalar los matices de las posturas que discrepan con la de uno, reconocer los aciertos de la otra parte, admitir que las cosas no son blancas o negras. Se ha escrito mucho sobre la relación entre el cristianismo, el yoga, el mindfulness y el reiki, las técnicas de meditación zen y, en general, el conjunto de prácticas que suelen englobarse bajo el concepto de la Nueva Era. Muchas páginas de información religiosa publican, periódicamente, testimonios de gente que realizaba con entusiasmo este tipo de prácticas y acabaron encontrando un gran vacío personal e, incluso, problemas graves. Los casos más extremos son los de aquellos que han necesitado la atención de un exorcista para sanar las heridas. El número de casos graves que parece haber no permite pensar que se trate de fenómenos aislados.
La influencia de la Nueva Era
El origen oriental de las prácticas de la Nueva Era constituye un cóctel agitado de creencias diversas: religiosas, gnósticas, politeístas, panteístas, etc. por lo que no es fácil separar con claridad unas ideas de otras. En las últimas dos décadas ha habido algunos pronunciamientos por parte de algunas instancias eclesiásticas, lo que muestra la preocupación por parte de los obispos y el Vaticano. La secularización de las sociedades occidentales dejó un vacío de sentido para muchos ciudadanos. La brújula moral y vital de muchas personas se relativizó pero, como siempre ocurre, cuando el corazón humano no sacia sus anhelos más profundos, las personas buscamos respuestas que puedan satisfacernos.
En este contexto, a comienzos del siglo XX, proliferaron los cursos de meditación trascendental, al principio como un fenómeno aislado y casi cómico, como cuando uno mira con curiosidad el horóscopo o las cartas astrales. El problema es que, como decía Chesterton, “el que no cree en Dios termina creyendo en cualquier cosa” y hoy día unas cuantas prácticas de origen oriental han adquirido carta de normalidad en contextos tan inimaginables como los retiros de yoga para trabajadores estresados, o las clases de mindfulness al mediodía en algunas empresas o colegios.
Pronunciamiento del Vaticano sobre la Nueva Era
El documento de 2003 “Jesucristo portador del agua de la vida: una reflexión cristiana sobre la ‘Nueva Era’” del Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso, advierte sobre los peligros de las prácticas asociadas con la Nueva Era, que a menudo incluyen elementos de espiritualidad no cristiana. Se enfatiza que estas prácticas pueden desviar a los fieles de la verdadera fe y de la relación con Dios. Aunque el mindfulness no se menciona explícitamente, el documento sugiere que cualquier práctica que no esté enraizada en la fe cristiana y que busque una espiritualidad alternativa puede ser problemática. La Iglesia invita a los fieles a discernir y a mantenerse firmes en su fe, evitando prácticas que puedan comprometer su relación con Dios.
Los obispos de Estados Unidos sobre el Reiki
En las “Guidelines for Evaluating Reiki as an Alternative Therapy”, de 2009, la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos rechaza el reiki, argumentando que esta práctica no es compatible con la enseñanza cristiana ni con la evidencia científica. Se señala que el reiki implica aceptar elementos de una cosmovisión que no se alinean con la fe católica, lo que puede llevar a la superstición y a una distorsión de la adoración a Dios. Aunque el documento no menciona el mindfulness, era fácil inferir que cualquier práctica que no esté fundamentada en la fe católica y que implique elementos de espiritualidad ajenos a la tradición cristiana podría ser vista de manera similar.
Declaración de los obispos españoles sobre el yoga
La declaración de los obispos españoles de 2019 sobre el yoga también establece que esta práctica es incompatible con la fe católica. Se argumenta que el yoga, en su forma tradicional, incluye elementos filosóficos y espirituales que pueden entrar en conflicto con la enseñanza cristiana. Al igual que en los otros documentos, se enfatiza la necesidad de que los fieles sean cautelosos al involucrarse en prácticas que no estén alineadas con la fe católica. Aunque el mindfulness solo se menciona en una nota al pie de página, la advertencia sobre el yoga parece extenderse también a esta práctica.
El mindfulness y la fe cristiana
El mindfulness, aunque tiene raíces en tradiciones orientales, puede ser compatible con la fe cristiana si se utiliza correctamente. Esta práctica, entendida como una técnica para fomentar la atención plena y gestionar las emociones, puede integrarse en la espiritualidad cristiana siempre que se eviten doctrinas contrarias al Evangelio. Uno de los artículos de este dossier aborda esta cuestión con detenimiento.