Esta información se refiere a un documental sobre Francisco que recoge opiniones del Papa sobre varios temas muy dispares, muchas de ellas tomadas de ocasiones anteriores. Así sucede con la entrevista que el Papa concedió en mayo de 2019 a Valentina Alazraki, corresponsal de Televisa en Roma, y con su pregunta sobre “si una pareja de personas homosexuales puede llevar a sus hijos a la iglesia”. La versión que ofrece el documental unos fragmentos de de la respuesta del Papa Francisco es: “Las personas homosexuales tienen derecho a estar en la familia, son hijos de Dios, tienen derecho a una familia. No se puede echar de la familia a nadie, ni hacerle la vida imposible por eso. Lo que tenemos que hacer es una ley de convivencia civil. Tienen derecho a estar cubiertos legalmente”.
Estas frases parecen contener una apretada alusión a la cuestión planteada, pero también a la posibilidad de que en una familia haya hijos homosexuales (con su derecho a que no se los eche de la familia por su condición homosexual)… y una opinión acerca de la conveniencia de una legislación civil que garantice ciertos derechos de quienes se encuentran en una unión homosexual.
Ahora bien, según se ha sabido, el documental en este punto no responde a la respuesta recogida por Televisa, sino que la ha “editado”, como, por cierto, ya fue editada en su momento por la Santa Sede. El resultado es que lo que el Papa respondía sobre el modo de tratar a un posible hijo homosexual aparece como la reclamación de una familia y una unión legal (algunos han podido sobreentender que también “matrimonial”) para las personas del mismo sexo. La secuencia argumental ha quedado trastocada.
Respecto de la propuesta de que se les concedan ciertas formas de protección civil, la última frase del Papa añade a renglón seguido: “Yo defendí eso”. Así sucedió precisamente cuando en su país se opuso a la ley para el matrimonio entre homosexuales, pidiendo como alternativa la introducción de determinada protección legal. Por tanto, no hay equiparación entre el matrimonio y las uniones homosexuales.
¿Cambio de doctrina?
Entonces, ¿se ha producido un cambio en la doctrina de la Iglesia sobre la homosexualidad? Lo resolvemos leyendo dos textos breves, pero decisivos.
El primero es el punto 2358 del Catecismo de la Iglesia Católica, relativo al modo de tratar a las personas homosexuales: “Un número apreciable de hombres y mujeres presentan tendencias homosexuales profundamente arraigadas. Esta inclinación, objetivamente desordenada, constituye para la mayoría de ellos una auténtica prueba. Deben ser acogidos con respeto, compasión y delicadeza. Se evitará, respecto a ellos, todo signo de discriminación injusta. Estas personas están llamadas a realizar la voluntad de Dios en su vida, y, si son cristianas, a unir al sacrificio de la cruz del Señor las dificultades que pueden encontrar a causa de su condición”. Por tanto, han de ser tratadas en el respeto a su dignidad.
El segundo es el número 251de Amoris laetitia, muestra de que el Papa Francisco no pretende aprobar la unión homosexual: “No existe ningún fundamento para asimilar o establecer analogías, ni siquiera remotas, entre las uniones homosexuales y el designio de Dios sobre el matrimonio y la familia […] Es inaceptable que las iglesias locales sufran presiones en esta materia y que los organismos internacionales condicionen la ayuda financiera a los países pobres a la introducción de leyes que instituyan el “matrimonio” entre personas del mismo sexo”.
Señalar la necesidad de una cobertura legal de ciertos aspectos no supone aprobar esas uniones ni darlas por buenas desde el punto de vista moral; el Papa, así, no habla de “matrimonio”, sino de una ley de “convivencia”, lo cual se sitúa en otro nivel. Ya en 2014, un entrevistador hizo al Papa esta pregunta: “Muchos países regularon la unión civil. Es un camino que la Iglesia puede comprender, pero ¿hasta qué punto?”. La respuesta del Papa fue: “El matrimonio es entre un hombre y una mujer. Los Estados laicos quieren justificar la unión civil para regular diversas situaciones de convivencia, impulsados por la necesidad de regular aspectos económicos entre las personas, como, por ejemplo, la obra social. Hay que ver cada caso y evaluarlos en su diversidad”.