Cultura

Lourdes: la visita de María, fuente de gracia

El 11 de febrero se celebra la festividad de Nuestra Señora de Lourdes. La historia del santuario comenzó en el siglo XIX cuando la pequeña Bernadette Soubirous recibió la visita de la Virgen María.

Loreto Rios·11 de febrero de 2024·Tiempo de lectura: 7 minutos

La gruta de Massabielle, lugar donde la Virgen se apareció a Bernadette ©OSV

En 1858, la Virgen se apareció a Bernadette Soubirous en Lourdes. Desde entonces, millones de peregrinos han acudido al santuario para rezar, reconciliarse con Dios y bañarse en el agua del manantial. Repasamos a continuación los puntos clave de la historia del santuario.

La infancia de Bernadette

Bernadette nació el 7 de enero de 1844 en el molino Boly de Lourdes. En 1854, la familia empezó a afrontar dificultades debido a las malas cosechas. Además, hubo una epidemia de cólera. Bernadette lo contrajo y arrastró las secuelas durante toda su vida.

La crisis económica llevó a la familia al desahucio. Gracias a un pariente, pudieron trasladarse a un cuarto de 5×4 metros, un calabozo de una antigua cárcel que había dejado de usarse por sus condiciones insalubres.

Bernadette no sabía leer ni escribir. Debido a la pobreza de su familia, la niña comenzó a trabajar desde muy joven como sirvienta, además de ocuparse de tareas de la casa y sus hermanos pequeños. Finalmente, tanto ella como una de sus hermanas comenzaron a recoger y vender chatarra, papeles, cartones y leña. Bernadette se dedicaba a esto aun teniendo una salud muy frágil debido al asma y las secuelas del cólera.

La primera aparición

Fue en una de estas ocasiones, al salir Bernadette, su hermana y una amiga del pueblo para buscar leña, cuando tuvo lugar la primera aparición. Era el 11 de febrero de 1858, y Bernadette tenía 14 años (todas las apariciones tuvieron lugar en este año, sumando un total de dieciocho). El lugar al que iban era la gruta de Massabielle.

La niña contó posteriormente que oyó un rumor de viento: “Detrás de las ramas, dentro de la abertura, vi enseguida a una joven toda blanca, no más alta que yo, que me saludó con una ligera inclinación de cabeza”, dijo más adelante. “De su brazo derecho colgaba un rosario. Tuve miedo y retrocedí. […] Sin embargo no era un miedo como el que había sentido otras veces, porque me hubiese quedado mirando siempre a aquella (‘aquéro’), y cuando se siente miedo una huye enseguida. Entonces me vino la idea de rezar. […] Yo rezaba con mi rosario. La joven deslizaba las cuentas del suyo, pero no movía los labios. […] Cuando hube terminado el rosario, me saludó sonriendo. Se retiró dentro del hueco y desapareció súbitamente” (las palabras textuales de Bernadette y la Virgen están tomadas de la página de la Hospitalidad de Nuestra Señora de Lourdes y de la página oficial del santuario).

Invitación de la Virgen

La segunda aparición, que tuvo lugar el 14 de febrero, fue también silenciosa. La niña le echó a la Virgen agua bendita, esta sonrió e inclinó la cabeza y, cuando Bernadette terminó de rezar el rosario, desapareció. Bernadette contaba en casa lo que le estaba ocurriendo y sus padres le prohibieron volver a la gruta. Sin embargo, una conocida de la familia les convenció de que dejasen volver a la niña, pero acompañada, y con papel y pluma para que la mujer desconocida escribiese su nombre. De este modo, Bernadette regresó a la gruta, y tuvo lugar la tercera aparición. Ante la petición de que escribiese su nombre, la mujer sonrió e invitó a Bernadette con un gesto a entrar en la gruta. “Lo que tengo que decir no es necesario ponerlo por escrito”, le dijo. Y añadió: “¿Quiere hacerme el favor de venir aquí durante quince días?”. Más tarde, Bernadette diría que era la primera vez que alguien la llamaba de usted. “Me miraba como una persona mira a otra persona”, dijo explicando su experiencia. Estas palabras de la niña se encuentran actualmente escritas en la entrada del Cenáculo de Lourdes, un lugar de rehabilitación para personas con diferentes adicciones, especialmente a la droga.

Bernadette aceptó la invitación, y la Virgen añadió: “No le prometo la felicidad de este mundo, sino la del otro”. Entre el 19 y el 23 de febrero tuvieron lugar cuatro apariciones más. Mientras tanto, la noticia se había ido extendiendo y muchas personas acompañaban a Bernadette a la gruta de Massabielle. Tras la sexta aparición, la niña fue interrogada por el comisario Jacomet.

El manantial

Las primeras apariciones, siete en total, fueron felices para Bernadette. Durante las cinco posteriores, que tuvieron lugar entre el 24 de febrero y el 1 de marzo, la niña parecía triste. La Virgen le pidió oración y penitencia por los pecadores. Bernadette reza de rodillas y avanza a veces por la cueva en esa postura. También come hierba por indicación de la señora, que le dice: “Vaya a beber y lavarse en la fuente”.

Ante esta petición, Bernadette va tres veces al río. Pero la Virgen le indica que regrese y le señala el lugar donde debe escarbar para encontrar el manantial al que se refiere.

La niña obedece y descubre efectivamente agua, de la que bebe y con la que se lava, aunque, al estar mezclada con barro, se ensucia el rostro. La gente le dice que está loca por hacer estas cosas, a lo que la niña responde: “Es por los pecadores”. En la duodécima aparición tuvo lugar el primer milagro: por la noche, una mujer lavó su brazo, paralizado desde hacía dos años por una luxación, en el manantial y recuperó la movilidad.

Inmaculada Concepción

En la aparición del 2 de marzo, la Virgen le encomienda una tarea: que les pida a los sacerdotes que se edifique una capilla en aquel lugar y que se vaya allí en procesión. Obedeciendo a este mandato, Bernadette va directamente a hablar con el párroco. El sacerdote no la recibe muy calurosamente y le indica que, antes de atender su petición, la mujer misteriosa tiene que revelar su nombre. Porque Bernadette nunca decía que había visto a la Virgen, ya que la mujer con la que hablaba no le había dicho cómo se llamaba.

El 25 de marzo, la niña va a la gruta de madrugada acompañada por sus tías. Tras rezar un misterio del rosario, aparece la mujer, y Bernadette le pide que le diga su nombre. La niña lo pregunta tres veces. A la cuarta, la mujer responde: “Yo soy la Inmaculada Concepción”. La Virgen nunca hablaba con la niña en francés, sino en el dialecto natal de Bernadette, y en este idioma aparecen escritas las palabras debajo de la talla de la Virgen de Lourdes que está colocada actualmente en la gruta: “Que soy era Immaculada Concepciou”.

Este término, que hace referencia a que María fue concebida sin pecado original, Bernadette no lo conocía, y había sido proclamado dogma de fe tan solo cuatro años antes por el Papa Pío IX.

Reconocimiento de las apariciones

Bernadette fue a la casa parroquial para dar cuenta de lo que se le había transmitido. El sacerdote se sorprendió de oír ese término en labios de la niña, y esta le explicó que había venido durante todo el camino repitiendo las palabras para no olvidarlas. Finalmente, el 16 de julio tuvo lugar la última aparición.

La Iglesia reconoció oficialmente las apariciones de la Virgen de Lourdes en el año 1862, tan solo cuatro años más tarde de que concluyesen, y estando Bernadette todavía viva.

Después de las apariciones, ingresó como novicia en 1866 en la comunidad de las Hermanas de la Caridad de Nevers. Falleció de tuberculosis en 1879, y fue canonizada por el Papa Pío XI en el año 1933, el 8 de diciembre, día de la Inmaculada Concepción.

Lugares del santuario

El santuario cuenta con algunos lugares clave que conviene visitar en cualquier peregrinación.

La gruta

La gruta de Massabielle es uno de los lugares más importante del santuario. En la parte más grande de ella se celebra actualmente la Misa. Situada en el lugar en la roca donde María se aparecía, hay una figura de la Virgen que se hizo a partir de la descripción de Bernadette: “Ella llevaba un vestido blanco, que le bajaba hasta los pies, de los cuales solo se veía la punta. El vestido quedaba cerrado muy arriba, alrededor del cuello. Un velo blanco, que le cubría la cabeza, descendía por los hombros y los brazos hasta llegar al suelo. Sobre cada pie vi que tenía una rosa amarilla. La faja del vestido era azul y le caía hasta un poco más abajo de las rodillas. La cadena del rosario era amarilla, las cuentas blancas, gruesas y muy apartadas unas de otras”. La figura mide casi dos metros de alto y se colocó en la gruta el 4 de abril de 1864. El escultor fue Joseph Fabisch, profesor en la escuela de Bellas Artes de Lyon. En el suelo está indicado el lugar donde se situaba la niña durante las apariciones.

El agua de Lourdes

El manantial que nutre las fuentes de Lourdes y las piscinas brota de la gruta de Massabielle, y es el que fue descubierto por Bernadette por indicación de la Virgen. El agua ha sido analizada en numerosas ocasiones y no contiene nada diferente a las aguas de otros lugares.

La tradición de bañarse en las piscinas de Lourdes surge de la novena aparición, que tuvo lugar el 25 de febrero de 1858. Fue en esa ocasión cuando la Virgen le dijo a Bernadette que bebiese y se lavase en el manantial. En los días siguientes, muchas personas la imitaron y tuvieron lugar los primeros milagros, que han continuado hasta nuestros días (el último aprobado por la Iglesia data de 2018).

Con el agua de ese manantial se llenan también las piscinas de mármol, situadas cerca de la gruta, donde se sumergen los peregrinos. La inmersión, durante la que se está cubierto por una toalla, se realiza con la ayuda de voluntarios de la Hospitalidad de Nuestra Señora de Lourdes.

En invierno, o en época de pandemia, no es posible la inmersión total. El acceso al agua y el baño son completamente gratuitos. Mucha gente opta por llevarse también una botella rellena con el agua del manantial de Lourdes, fácilmente accesible en las fuentes que se encuentran junto a la gruta.

En total hay 17 piscinas, once para las mujeres y seis para los hombres. Las usan aproximadamente 350.000 peregrinos al año.

Lugares donde vivió Bernadette

Además del santuario, en Lourdes se pueden visitar los lugares en los que estuvo Bernadette: el molino de Boly, donde nació; la parroquia local, que aún conserva la pila bautismal en la que fue bautizada; el hospicio de las Hermanas de la Caridad de Nevers, donde hizo su primera comunión; la antigua casa parroquial, donde habló con el abad Peyramale; el “calabozo” en el que vivió con su familia después del desahucio; Bartrès, donde residió cuando era pequeña y en 1857; o Moulin Lacadè, donde vivieron sus padres tras las apariciones.

Las procesiones

Un acontecimiento muy importante del santuario de Lourdes es la procesión eucarística, que se viene realizando desde 1874. Se produce de abril a octubre todos los días a las cinco de la tarde. Comienza en la pradera del santuario y concluye en la basílica de San Pío X.

También es relevante la procesión de las antorchas. Esta se celebra desde 1872, de abril a octubre, todos los días a las nueve de la noche. La costumbre surgió de que Bernadette muchas veces acudía a las apariciones con una vela.

Tras las apariciones, se construyeron tres basílicas en la zona. La primera fue la basílica de la Inmaculada Concepción, que el Papa Pío IX convirtió en basílica menor el 13 de marzo de 1874. Sus vidrieras representan tanto las apariciones como el dogma de la Inmaculada Concepción.

También está la basílica de Nuestra Señora del Rosario, de estilo románico-bizantino. La basílica contiene 15 mosaicos que representan los misterios del rosario. La cripta, que fue la capilla que se construyó por petición de la Virgen, fue inaugurada en 1866 por monseñor Laurence, obispo de Tarbes, en una ceremonia en la que estaba presente Bernadette. Se encuentra entre la basílica de la Inmaculada Concepción y la de Nuestra Señora del Rosario.

También está la basílica de San Pío X, una iglesia subterránea de cemento armado construida por el centenario de las apariciones en 1958.

Por último, está la iglesia de Santa Bernadette, construida en el lugar donde la niña vio la última aparición, al otro lado del río Gave, ya que ese día no pudo entrar en la gruta porque la habían vallado. La iglesia se inauguró más de un siglo más tarde, en 1988.

Newsletter La Brújula Déjanos tu mail y recibe todas las semanas la actualidad curada con una mirada católica
Banner publicidad
Banner publicidad