Desde temprana edad el dibujo ha sido una pasión para Patricia Trigo (también conocida como Pati.te). Aunque comenzó su camino profesional estudiando Publicidad y Relaciones Públicas en Pamplona, un año decisivo en Estados Unidos la acercó al mundo de la animación, llevando a una nueva dimensión su afición por el dibujo. En 2016, abrió una cuenta de Instagram, pero pronto se transformó en una plataforma para conectar los corazones de miles de personas. Con más de 170 mil seguidores su trabajo no solo embellece, sino que también inspira a muchas personas a renovar su fe.
Sus dibujos muestran la alegría de la fe y la ternura de Dios, especialmente a través de representaciones de la Sagrada Familia. ¿De dónde nació esta visión de Dios?
– Soy la séptima de una familia de diez hermanos. Recibimos la fe en el hogar y asistí a un colegio estupendo que impulsó mi crecimiento espiritual. Sin embargo, al acabar la universidad, mi relación con la fe comenzó a cambiar profundamente, especialmente durante un año que estuve en Estados Unidos. Durante esa etapa, me cuestionaba todo: ¿cómo puede Dios permitir el sufrimiento? Me sentía perdida, con ansiedad y casi en depresión. Mi madre me apoyó mucho, incluso me sugirió ir al médico, pero yo sabía que mi problema tenía un trasfondo espiritual.
Gracias a un sacerdote maravilloso que conocí, empecé a redescubrir a un Jesús amigo, que sufre con nosotros y nos ama de una forma que yo no había llegado a comprender del todo. Esa idea me tocó profundamente. También descubrí la “infancia espiritual” de Santa Teresita del Niño Jesús, algo que resonó mucho conmigo. Me di cuenta de que no podía hacerlo todo sola, que debía confiar en Dios como una niña confía en su padre. Fue un gran aprendizaje para mí. Esto transformó no solo mi vida espiritual, sino también mi visión artística. Comencé a dibujar desde el corazón, reflejando esa fe renovada y compartiéndola con otros.
Uno de los temas recurrentes en sus obras es la Virgen María. ¿De dónde nace esta unión tan fuerte con ella?
– La Virgen María siempre ha tenido un papel muy importante en mi vida. Desde pequeña, mis padres me hablaron de su amor y cuidado. Pero fue durante este proceso de conversión y búsqueda espiritual cuando realmente sentí su presencia de una forma muy especial. En 2019, fui con un grupo de jóvenes de la parroquia a Fátima, y ahí redescubrí a la Virgen María como una madre que te arropa, que te dice que no te preocupes y que está ahí para ti. La vi como el camino más corto y tierno para llegar a Dios.
Escuchar nuevamente la historia de los pastorcillos y cómo, siendo niños, enfrentaron tantas dificultades por decir la verdad (que habían visto a la Virgen y tenían un mensaje que dar) me recordó la importancia de la infancia espiritual: confiar plenamente en Dios y en su amor. Fue como un encuentro con la Virgen que me dio una paz y una fuerza nueva para seguir adelante.
¿Y ahí decidió dedicarse a la evangelización?
– En Fátima tuve la idea de hacer una ilustración de la Virgen conmigo antes de darnos un abrazo, las dos emocionadas. Pensé en subirla el 13 de mayo, día de la Virgen de Fátima, pero tenía dudas porque me preocupaba cómo podría afectar mi carrera profesional (en esos momentos trabajaba en el mundo de la animación en una productora completamente laica). Recuerdo que, en oración, le dije a la Virgen: “Si lo comparto y algo va mal, es culpa tuya. Si me quedo sin trabajo, tú verás”. (Risas).
Así que lo subí, ¡y fue un boom! La respuesta fue increíble. Los seguidores aumentaron, recibí mensajes preciosos y hasta medios de comunicación se interesaron en mi trabajo. Me di cuenta de que ser auténtica y compartir mi fe podía inspirar a otros.
¿Qué pasó después? ¿Cómo nació Pati.te como una marca reconocible?
– Unos meses después de lo de Fátima, llegó el COVID, la parábola de los talentos me interpeló mucho. Sentí que el Señor me decía: “Trabaja con lo que te he dado”. Eso, junto con el mensaje de que nuestra vida en la Tierra es para prepararnos para el Cielo, me ayudó a dejar de tener vergüenza de compartir mi fe abiertamente.
En el confinamiento empecé a compartir más dibujos relacionados con la fe. Dibujaba frases que me inspiraban, como una de Santa Teresita: «El ascensor que ha de elevarme al cielo son tus brazos, Jesús». Esto dio lugar a una ilustración de Jesús, el Sagrado Corazón, jugando con una niña, haciéndole cosquillas. Alternaba ese tipo de dibujos con otros más mundanos, como de Rosalía, pero la respuesta hacia las ilustraciones religiosas fue creciendo.
¿Qué dificultades encontraste a lo largo del camino?
– En las navidades de 2020 (cuando ya recibía mensajes de gente interesada en encargos, en comprar láminas, medios me buscaban para entrevistas) tuve un momento de oración y discernimiento intensos. Por un lado veía que mi trabajo acercaba a gente a Dios y, por otro, también me enteré de que había debates en Twitter sobre mi trabajo, algunos diciendo que mis ilustraciones rozaban la blasfemia, por dibujar a la Sagrada Familia feliz o a San José tocando la guitarra. Me agobié muchísimo, porque pensé: “Tienen razón, no soy nadie, no tengo estudios de teología. ¿Y si estoy haciendo algo mal?”.
Fui a mi tío, que es sacerdote, para pedirle consejo. Me tranquilizó muchísimo y me animó a seguir adelante. Desde entonces, le paso las ilustraciones que me generan dudas.
¿Qué significa ahora para usted ilustrar sobre tu fe?
– Ahora lo veo como una misión. Al principio tenía miedo de ser abierta con mi fe, pero con el tiempo entendí que era un talento que debía compartir. A través de mis ilustraciones intento transmitir ese amor de Dios, esa humanidad de los santos y esa cercanía de la Virgen María que tanto me han transformado a mí.
Al principio tenía a los santos como algo casi imposible de alcanzar, como si fueran perfectos y fuera de nuestro nivel. Pero cuando empecé a leer más sobre ellos, descubrí su humanidad, sus luchas, y eso me transformó. Por ejemplo, ver cómo Santa Teresa del Niño Jesús tenía dificultades normales, como llevarse bien con otras monjas, o cómo la Madre Teresa de Calcuta enfrentaba una oscuridad espiritual, me hizo entender que ellos también tenían retos similares a los nuestros. Lo que los distingue es que nunca se rindieron porque contaban con la gracia de Dios. Eso me inspiró a ver que la santidad no es un camino exclusivo para algunos, sino algo posible si le dejas a Dios actuar en tu vida para santificarla. Porque al final quien te hace santo es Dios, Él solo necesita que le dejemos actuar.
¿Cómo ve el impacto de la inteligencia artificial en el arte? ¿Te preocupa? Si le digo la verdad me alarmé cuando vi que a finales de noviembre que su web estaba en construcción.
– (Risas). No, la verdad es que no me preocupa la IA. Soy optimista respecto a un trabajo como el mío. Creo que la IA nos reta a ser más humanos y a profundizar en lo que hacemos. Puede ser una herramienta, pero nunca sustituirá la conexión emocional y espiritual que tiene el arte hecho a mano. En el fondo, creo que hará que el arte humano sea más valioso y apreciado.
Y respecto a mi web no te preocupes que está ya plenamente operativa, con Balconeras y nuevas postales de Navidad ¡Nada mejor que regalar algo que, además de bonito, ayude a evangelizar!