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El Papa Francisco en Marsella, la pluralidad como recurso

Mons. Patrick Valdrini ha puntualizado, en encuentro con los periodistas que se ocupan del Vaticano, las lineas clave del próximo viaje del Papa Francisco a Marsella para participar en "Los Encuentros del Mediterráneo".

Antonino Piccione·14 de julio de 2023·Tiempo de lectura: 3 minutos
papa francisco barein

El Papa Francisco y el Gran Imán de Al-Azhar Sheikh Ahmad el-Tayeb, en noviembre de 2022 en Bahreim ©CNS photo/Vatican Media

«Los Encuentros del Mediterráneo». Este es el título de la iniciativa promovida por la archidiócesis de Marsella a raíz de los dos encuentros de reflexión y espiritualidad convocados por la Conferencia Episcopal Italiana: «Frontera mediterránea de la paz» (Bari en 2020 y Florencia en 2022).

El evento, del 18 al 24 de septiembre, contará con la participación del Papa Francisco. En un comunicado, la diócesis francesa informa de que participarán obispos y jóvenes de 29 países.

El objetivo es «reunir a las cinco orillas del Mediterráneo para reflexionar juntas sobre los grandes desafíos a los que se enfrenta, valorizar los recursos de que dispone y abrir nuevos caminos de paz y reconciliación en los que las Iglesias tienen un papel esencial que desempeñar, al servicio del bien común».

Toda la semana estará animada por un Festival del Mediterráneo que se celebrará en diversos lugares de la ciudad: «exposiciones, conciertos, testimonios, vigilias de oración, comidas compartidas, serán oportunidades para impregnarse del «mensaje» que es el Mediterráneo en general y Marsella en particular, ciudad-laboratorio de fraternidad».

Por último, el evento en presencia del Papa Francisco: el sábado 23 de septiembre, de hecho, el Pontífice participará en la reunión plenaria de la Asamblea de Obispos con los jóvenes, luego -continúa el comunicado- participará en un momento de oración por los perdidos en el mar en la iglesia de Notre-Damede-la-Garde (Nuestra Señora de la Guardia), la gran basílica que domina la ciudad, y finalmente presidirá una misa abierta a todos.

«La visita del Santo Padre será para Marsella y para todos la ocasión de testimoniar un mensaje de esperanza, motivado por la capacidad de los marselleses y de los franceses de vivir la pluralidad como un recurso y no como una amenaza». Estas fueron las palabras de monseñor Patrick Valdrini, que intervino esta mañana en un encuentro promovido por la Asociación ISCOM con periodistas vaticanos.

Nacido el 6 de julio de 1947 en Francia, de padre italiano y madre francesa, fue ordenado sacerdote en 1972 para la diócesis de Verdún (Francia). Es rector emérito del Institut Catholique (París) y profesor emérito de Derecho Canónico en la Pontificia Universidad Lateranense, así como presidente honorario de la Consociatio Internationalis (Asociación Internacional de Estudiosos de Derecho Canónico). En enero de 2022, el Santo Padre le nombró uno de los Consultores de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos.

Laicidad positiva, comunitarismo y convivencia

Hay tres conceptos clave recordados por Valdrini, útiles para encuadrar, también desde un punto de vista histórico y jurídico, el contexto en el que se desarrollará el evento de septiembre, teniendo en cuenta también los acontecimientos noticiosos que ponen en tela de juicio las relaciones entre las religiones, el papel y el peso del Islam, el tema de la integración y la multiculturalidad.

Ante todo, el concepto de laicidad positiva. «En el discurso de Nicolas Sarkozy en el Palacio de Letrán», afirma Valdrini, «la laicidad positiva se presenta como el objetivo para garantizar la libertad de conciencia. No era necesario cambiar la ley de separación. El laicismo positivo es una actitud: no considerar las religiones como peligrosas. El laicismo positivo es un método, por el que el Estado debe buscar el diálogo con las grandes religiones de Francia y tener su vida cotidiana como principio orientador».

En segundo lugar, el coco del comunitarismo. Francia tiene una larga historia de inmigración: convertir a los extranjeros en franceses sigue siendo un principio rector de las políticas de inmigración, aunque con más cautela en las últimas décadas.

Valdrini señala: «A Francia no le gusta el comunitarismo, y ni siquiera recoge «estadísticas étnicas», por ejemplo sobre los resultados escolares, por miedo a construir categorías de población distintas. La idea republicana de la nación como madre común de todos los ciudadanos sigue siendo una estrella guía, incluso y especialmente con respecto a los inmigrantes».

En la lógica de una República que dicta las normas de convivencia, Francia, tras muchas polémicas, ha decidido resucitar su versión laicista del laicismo imponiendo la prohibición de símbolos religiosos en las escuelas y otros espacios públicos. «Hasta el punto de convertir a Francia en un país-símbolo del supuesto enfrentamiento entre Occidente y el Islam».

Ahí -este es el tercer concepto clave-, no se puede obviar un hecho: «la ciudadanía francesa común entre ‘residentes’ y musulmanes de cuarta generación», por lo que -concluye Valdrini- Francia está llamada a «encontrar una vía de convivencia, rehuyendo una orientación de exclusión y demonización y abrazando la de la pacificación y la búsqueda de soluciones pragmáticas».

Las mismas que el Papa Francisco, con su fuerza y autoridad moral, se dispone a reiterar en Marsella a raíz de su Magisterio sobre el tema del diálogo entre las religiones y los migrantes.

El autorAntonino Piccione

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