Para hablar de la Vigilia Pascual en el Camino Neocatecumenal tenemos que remontarnos al Concilio Vaticano II: una respuesta del Espíritu Santo a los desafíos del mundo moderno que ha renovado la liturgia, redescubriendo la Vigilia Pascual. Ha redescubierto el catecumenado y todo el proceso de la iniciación cristiana y la centralidad de la Sagrada Escritura que, unida a la Eucaristía, nutre a los fieles.
Al mismo tiempo, el mismo Espíritu Santo suscitaba el Camino Neocatecumenal en las barracas de Palomeras. La Virgen María inspiró a Kiko Argüello: “Hay que hacer comunidades cristianas como la Sagrada Familia de Nazaret, que vivan en humildad, sencillez y alabanza. El otro es Cristo.” Un itinerario vivido en pequeña comunidad basado en un trípode: Palabra, liturgia y comunidad.
El entonces arzobispo de Madrid reconoció en la experiencia vivida por Kiko Argüello, Carmen Hernández y los hermanos de la primerísima comunidad nacida en las barracas, un verdadero redescubrimiento de la Palabra de Dios y una actualización de la renovación litúrgica promovida por el Concilio Vaticano II. Así lo han reconocido todos los Papas hasta hoy, como “un verdadero don de la Providencia a la Iglesia de nuestros tiempos”.
En tantas ocasiones tanto Kiko Argüello como la Sierva de Dios Carmen Hernández, iniciadores del Camino Neocatecumenal, han hablado de cómo Dios les preparó para ser instrumentos que llevasen el Concilio Vaticano II y la Vigilia Pascual al Camino y a la Iglesia.
En este sentido, durante la visita ad limina de los obispos de la República Dominicana en 2015, el Papa Francisco destacó que : “El Camino Neocatecumenal ha restaurado en la Iglesia la Noche Pascual ”.
Dios preparó a Carmen Hernández para hacer llegar al Camino Neocatecumenal toda la renovación del Concilio, y especialmente la renovación litúrgica y la centralidad de la Vigilia Pascual. A través de toda su vida, sus estudios en Valencia, su “Getsemaní” en Barcelona, el P. Farnés, y sus viajes a Tierra Santa, se va a ir dejando inundar por el misterio Pascual de Jesucristo. Y así le presentó a Kiko “en bandeja” el Concilio . Kiko lo transformaría en catequesis, como buen artista, para toda la iniciación cristiana .
“Para entender la Pascua que Jesucristo va a celebrar, nos decía Carmen, es necesario entender el ambiente en el que ha nacido esa Pascua y cómo Dios la ha manifestado. La Eucaristía cristiana, en efecto, lleva a cumplimiento la Pascua hebrea (cfr. CCE 1340.1390). Jesucristo no está en una cena cualquiera, sino en la liturgia más grande del pueblo de Israel, una noche sacramental.”
La Pascua no es un rito vacío, sino un memorial, un sacramento, una actualización, un acontecimiento que se realiza en cada uno de los comensales. Dios esa noche pasa salvando, actuando. “Y esta Pascua, en la que el pueblo de Israel celebraba el paso de la esclavitud a la libertad, es a la que Cristo le da un nuevo contenido: memorial de su paso de la muerte a la vida. Jesucristo nos deja la celebración pascual como memorial de su paso de este mundo al Padre: una exultación, una acción de gracias, por los acontecimientos que el Padre ha hecho en Jesucristo para nosotros. Nos ha dejado un sacramento viviente en que podemos pasar de la muerte a la resurrección. La Vigilia Pascual, y cada Eucaristía, pascua de las semanas, es una proclamación de la presencia sacramental de Jesucristo resucitado de la muerte.”
Un aspecto peculiar de la Pascua judía, que también Carmen Hernández transmitió a las comunidades neocatecumenales es el gran protagonismo de los niños. En un cierto momento de la celebración, el hijo pregunta al padre: “¿Por qué esta noche es diferente?” Y el padre lo instruye siguiendo el mandato del Señor (Dt 6, 4-9). El pueblo de Israel se sabe elegido de Dios y en la noche de Pascua hace memoria de las maravillas de Dios en su favor.
El Camino Neocatecumenal ha introducido dentro de la Vigilia Pascual un momento en el que los padres, a semejanza de la pascua hebrea, transmiten la fe a sus hijos narrando, de un modo existencial, lo que Dios en Jesucristo ha hecho y sigue haciendo con ellos en la Iglesia . Se realiza dentro del contexto de la proclamación de la Palabra, donde se tiene “El canto de los niños”, que ayuda a los niños a estar despiertos y expectantes.
Un carisma centrado en la Vigilia Pascual
Surge así en el Camino Neocatecumenal la centralidad de la Vigilia Pascual, como se afirma en el Estatuto del Camino Neocatecumenal: “Eje y fuente de la vida cristiana es el misterio pascual, vivido y celebrado de modo eminente en el Santo Triduo. Constituye el axis del Neocatecumenado, en cuanto redescubrimiento de la iniciación cristiana. La Vigilia pascual son inspiración para toda la catequesis.”
Son muchísimos los trabajos que se llevan a cabo en cada comunidad para preparar las celebraciones del Triduo Pascual. Toda la comunidad se pone en marcha. Es la noche de todas las noches, en la que va a pasar el Señor. Todos están involucrados en la preparación de estos días santos: moniciones, lecturas, flores, acólitos, salmistas. También los niños son especialmente instruidos para vivir la solemne Vigilia.
El Jueves, Viernes y Sábado santos son días más intensos en que todas las comunidades dedican todo el día a dejar preparado todo para la distintas celebraciones, comenzando con la oración de laudes y el oficio en la parroquia. El ayuno pascual durante el viernes y el sábado santo mantiene esta tensión y ayuda a estar en vela a la espera del Señor.
La celebración de la Vigilia Pascual se vive con una gran expectación; ha sido grande la preparación. La extensa liturgia de la Palabra sin prisas, con varios momentos para las resonancias, y con la transmisión de la fe a los hijos; toda la Vigilia se realiza íntegramente en la noche, prolongándose durante cuatro o cinco horas; la liturgia bautismal, ya bien entrada la noche, otro momento importante de la celebración, que se vive como una gran fiesta; para concluir con la liturgia eucarística, que se realiza con toda solemnidad. Está también muy presente la dimensión escatológica, ya que el Mesías volverá en una Pascua.
Los frutos pascuales
Toda la fuerza evangelizadora de las familias cristianas se alimenta de la experiencia pascual. Se podrían recoger numerosos testimonios de lo que esta comprensión litúrgica ha ayudado a tantas personas.
De la Pascua brota necesariamente la evangelización. Uno de los frutos más sobresalientes son las familias en misión: familias dispuestas a dejarlo todo y a salir en misión a cualquier parte del mundo. Muchísimas han sido ya enviadas por los diferentes papas, desde san Juan Pablo II.
También el Señor ha suscitado en el Camino muchísimos jóvenes que ofrecen su vida al Señor para ser presbíteros y poder sostener a estas familias, naciendo así los Seminarios Redemptoris Mater. Otro fruto pascual.
De la celebración de la Vigilia Pascual surge la misión por las plazas, que se llevan a cabo los domingos de Pascua. Es un espectáculo ver a tantos jóvenes dando testimonio sin miedo del poder de Cristo resucitado, llevando el primer anuncio por las calles. La apertura a la vida de las familias es otro fruto innegable de la victoria de Cristo sobre la muerte y sobre el pecado. Así lo testimonian tantos hermanos. Y otros muchos milagros que podríamos contar. Como iniciaba el artículo, mi vida es un fruto claro de la Pascua del Señor.
Rector Seminario Redemptoris Mater de Córdoba, España.