Cultura

Summer School de astrofísica… en el Vaticano

Veinticinco jóvenes astrónomos de todo el mundo podrán participar en la escuela de verano del Vaticano el próximo junio de 2023. Se trata de una de las iniciativas de La Specola Vaticana, el Observatorio Astronómico y centro de investigación científica de la Iglesia Católica, que abre de nuevo sus puertas tras la pandemia.

Leticia Sánchez de León·2 de agosto de 2022·Tiempo de lectura: 5 minutos
specola vaticana

El P. Gabriele Gionti S.J., señala un telescopio Zeiss de 1935 en el Observaorio Vaticano ©CNS photo/Paul Haring

Los Summer Schools -así los llaman- de La Specola Vaticana vuelven a ponerse en funcionamiento tras la pandemia después de cinco años en stand by. El próximo curso de astrofísica (la decimoctava edición, por cierto) está previsto para junio de 2023 y acogerá a veinticinco jóvenes astrónomos de todo el mundo durante cuatro semanas en una de las sedes de la Specola, en la localidad de Castel Gandolfo, muy cerca de Roma.

Qué es la Specola Vaticana

La Specola (“specula” en latín, del verbo italiano specere “mirar, observar”) Vaticana es el Observatorio Astronómico y centro de investigación científica de la Iglesia Católica y uno de los observatorios astronómicos más antiguos del mundo: su historia comienza a mediados del siglo XVI, cuando en 1578 el Papa Gregorio XIII mandó erigir la Torre de los Vientos e invitó a numerosos astrónomos y matemáticos jesuitas a preparar la reforma del calendario promulgada en 1582.

El próximo junio de 2023, veinticinco jóvenes astrónomos se unirán a los más de 400 que ya han pasado por los programas vaticanos de investigación científica. Este año, el tema del VOSS (Vatican Observatory Summer School) es «Learning the Universe: Data Science Tools for Astronomical Surveys«.

A medida que los telescopios son más potentes y las herramientas de medida también más sensibles, la cantidad de datos astronómicos que los científicos necesitan comprender ha crecido de forma espectacular. Los grandes estudios astronómicos ya han realizado miles de mediciones. Gracias al avance tecnológico e informático, los nuevos observatorios, como el Observatorio Rubin, producirán catálogos de decenas de miles de millones de estrellas y galaxias y billones de mediciones diferentes.

Summer School 2023

El Summer School del Vaticano de 2023 pretende prestar una ayuda al campo de la ciencia en este sentido: introduciendo los conceptos de Big Data y Machine Learning, se explorará una experiencia práctica de análisis de datos de las observaciones realizadas que permitirá a los estudiantes utilizar esos datos para sus propios proyectos astronómicos. Además, los docentes de las escuelas de verano son siempre destacados astrónomos de los observatorios y universidades más prestigiosos del mundo, como por ejemplo Vera Rubin o  Didier Queloz, ganador del Premio Nobel de Física 2019.

La Escuela de Verano está abierta a estudiantes avanzados de licenciatura en astronomía y estudiantes de doctorado de todo el mundo. La mayoría de los estudiantes seleccionados proceden de países en desarrollo. Las clases son gratuitas y los benefactores proporcionan apoyo financiero adicional a través de la Vatican Observatory Foundation, que garantiza que todos los estudiantes aceptados puedan participar.

Las Escuelas de Verano del Observatorio Vaticano se vienen realizando desde 1986 y constituyen una de las iniciativas más importantes de la Specola. Desde su fundación, hace casi 40 años, han recibido siempre el máximo apoyo por parte de los papas y los participantes han podido saludar siempre al Pontífice durante su estancia italiana. Además de los Summer Schools, la Specola también acoge periódicamente conferencias académicas, así como actos de divulgación abiertos al público.

La historia de la Specola

La fundación del Observatorio Vaticano tuvo lugar oficialmente con el motu proprio Ut mysticam de León XIII del 14 de marzo de 1891. Tras la fundación, el observatorio se equipó con una cúpula giratoria inicial de tres metros y medio, a la que se añadieron tres más en pocos años, junto con instrumentación más moderna adquirida mediante donaciones. Dos años más tarde, la Specola fue equipada con un heliógrafo para fotografiar el Sol, colocado en la terraza de los Museos Vaticanos (posteriormente trasladado a la terraza del actual Monasterio Mater Ecclesiae donde reside Benedicto XVI). En 1909, se colocó un gran refractor en lo alto de la torre adyacente a la Palazzina Leone XIII, protegido por una cúpula de más de ocho metros.

Uno de los primeros logros científicos importantes de la Specola fue su colaboración en el proyecto internacional Carte du Ciel, el primer atlas fotográfico de las estrellas. La Specola colaboró con otros 21 observatorios de todo el mundo para completar la cartografía del cielo. Para la realización de este gran esfuerzo científico, fue necesario equipar La Specola con un gran telescopio. Se aprovechó la Torre de San Juan, también situada dentro de las murallas de la Ciudad del Vaticano, donde se construyó una cúpula giratoria de 8 metros.

Cambios de sede

A finales de la década de 1920, la creciente iluminación de la ciudad de Roma hacía cada vez más difícil la observación del cielo. Se trasladó entonces el observatorio al Palacio Papal de Castel Gandolfo. La nueva instalación, terminada en 1935, se dotó de los medios más potentes, como por ejemplo un astrógrafo, laboratorios para el estudio de los meteoritos y una gran biblioteca. Años más tarde se instaló un Centro de Cálculo para la investigación astrofísica cada vez más avanzada.

En los años 70, el mismo problema que había obligado a la Specola a trasladarse de Roma a Castel Gandolfo volvió a surgir con el aumento de la iluminación artificial en el pueblo y sus alrededores. La Specola inició de nuevo la búsqueda de un emplazamiento para albergar un nuevo observatorio, optando finalmente por Tucson, Arizona. El Telescopio Vaticano de Tecnología Avanzada (VATT) de Arizona fue inaugurado en 1993 y está equipado con un avanzado telescopio y una serie de laboratorios astrofísicos.

El objetivo de la Specola: servir a la ciencia

Hay quien podría preguntarse por qué se interesa el Vaticano por la astrofísica y si era de verdad necesario “montar” todo un observatorio donde estudiar las estrellas y los meteoritos. En esta línea, con motivo del año de la Astronomía (2009), el periódico del Vaticano, L’Osservatore Romano, realizó una entrevista con el jesuita Guy J. Consolmagno, actual director de la Specola, quien responde a algunas de estas cuestiones: “Cuando el Papa León XIII creó la Specola Vaticana, una de sus motivaciones fue mostrar al mundo que la Iglesia apoya y promueve la verdadera ciencia. Y para cumplir este mandato no sólo estamos obligados a realizar nuestro trabajo científico, sino también a hacerlo público y compartirlo”.

“La ciencia -añade- es exactamente la misma. Obedecemos a las mismas leyes científicas y publicamos en las mismas revistas. La diferencia está en la motivación. No trabajamos para ganar dinero ni para obtener prestigio personal. Simplemente trabajamos por amor a la ciencia. Y, por supuesto, eso es lo que muchos otros estudiosos querrían hacer también, pero es maravilloso que aquí, en el Vaticano, podamos cumplir este deseo sin tener que afrontar tantos otros problemas.

Una ciencia más libre

Puede sonar idílico y poco realista pero lo cierto es que, al ser una institución vaticana,los investigadores que trabajan en la Specola obtienen la financiación de sus proyectos a través de la Vatican Observatory Foundation por lo que no necesitan competir con otros observatorios por los fondos del gobierno: “Los que trabajan en la NASA tienen que informar continuamente de los resultados y progresos de sus investigaciones para no perder su financiación. Nosotros, en cambio, podemos dedicarnos a la investigación científica a largo plazo, que también necesita varios años de trabajo antes de llegar a un resultado”. Además, “podemos trabajar en lo que nos parece más interesante y no en proyectos que nos imponen los posibles financiadores y dedicarnos a una investigación que puede durar cinco, diez o incluso quince años.

El autorLeticia Sánchez de León

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