El momento ha llegado. El domingo 25 de julio tendrá lugar por primera vez la Jornada Mundial de los Abuelos y los mayores -anunciada por el Papa Francisco en el último Ángelus de enero-, justo antes de la fiesta de los santos Joaquín y Ana, los «abuelos» de Jesús.
Este año formará parte de las iniciativas del Año de la Familia «Amoris Laetitia» coordinado por el Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida y se celebrará en todas las diócesis del mundo, que dedicarán una de sus misas dominicales a la celebración de la Jornada.
Los jóvenes -los «nietos»- también se movilizarán con visitas a hospitales o residencias de ancianos, sin olvidar un recuerdo de los que no superaron el Covid-19, quizás con un momento de oración leyendo sus nombres y encendiendo una vela.
En el Mensaje escrito para esta primera Jornada mundial, el Papa Francisco destacó la importancia de la vocación de la «Tercera Edad», llamada a «custodiar las raíces, transmitir la fe a los jóvenes y cuidar a los pequeños». Él mismo propuso «la visita de un ángel» en este día para cada abuelo y cada persona mayor, «sobre todo los que están más solos».
El Papa también recordó que toda la Iglesia está cerca de las personas que van cumpliendo años: «¡se preocupa por ti, te quiere y no te quiere dejar solo!», y subrayó que «no hay edad en la que puedas retirarte de la tarea de anunciar el Evangelio, de la tarea de transmitir las tradiciones a los nietos».
Lo que importa al Pontífice es construir el mundo del mañana «en la fraternidad y la amistad social» y, por eso, son fundamentales los ancianos, los únicos que pueden ayudar a colocar los tres pilares fundamentales de esta construcción: «los sueños, la memoria y la oración».
Lo que importa al Pontífice es construir el mundo del mañana «en la fraternidad y la amistad social» y, por eso, son fundamentales los ancianos
Giovanni Tridente
En resumen, debemos primero «soñar» con un mundo de justicia, paz y solidaridad, y debemos transmitir estos sueños a los jóvenes. Esto no sería posible sin la «memoria», que sólo puede ser compartida por quienes la han vivido -como los «abuelos» que han sufrido las tragedias de la guerra y la destrucción-. Por último, la «oración», y la de los ancianos, «es un pulmón del que la Iglesia y el mundo no pueden privarse», como escribió Francisco en Evangelii gaudium.
Indulgencia plenaria
A petición del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, la Penitenciaría Apostólica ha emitido un Decreto por el que se concede la indulgencia plenaria a quienes participen de algún modo en la Jornada. Además de las condiciones habituales (confesión sacramental, comunión eucarística y oración según las intenciones del Sumo Pontífice), la indulgencia se concede también a quienes «dediquen un tiempo adecuado a visitar presencial o virtualmente a sus hermanos mayores en situación de necesidad o dificultad: enfermos, abandonados, discapacitados…».
El punto culminante de la jornada será la misa en la Basílica Vaticana presidida por el Papa Francisco, en la que participará una representación de abuelos y ancianos de la Diócesis de Roma. Mientras tanto, puedes estar presente en las redes sociales a través de la campaña #yoestoysiemprecontigo, inspirada en el tema del evento, con la que contar las distintas iniciativas.