Ha concluido la “fase de consulta local” (diócesis, conferencias episcopales, sínodos de la Iglesia Oriental) del proceso sinodal de la Iglesia universal, que culminará en octubre de 2023 con la “fase universal”. A partir de este mes de septiembre el camino continúa con la “fase continental”, que prevé un nuevo discernimiento sobre el texto del primer Instrumentum Laboris -preparado por la Secretaría General del Sínodo-, esta vez, sin embargo, circunscrito a las especificidades culturales de cada continente.
La fase que acaba de terminar, incluye las “síntesis” preparadas por cada una de las conferencias episcopales, que a su vez habían recogido las aportaciones de las Iglesias particulares. Han sido enviadas a la Secretaría General del Sínodo, integrando una consulta verdaderamente capilar y sumergida en el territorio, como era la intención del Papa Francisco. No es casualidad que, abriendo este extenso camino de discernimiento espiritual y eclesial, en octubre de 2021 el Pontífice invitara a ser “peregrinos enamorados del Evangelio, abiertos a las sorpresas del Espíritu Santo”, sin perder por ello “las ocasiones de gracia de encuentro, de escucha mutua, de discernimiento”.
Propuestas de todos los países
A partir de los documentos enviados a Roma, es posible hacerse una idea de lo que se guarda en el corazón y en la mente del “pueblo de Dios”, al que la Iglesia ha ofrecido la oportunidad de ser protagonista y de expresarse libremente, siguiendo un camino detallado y programado. Ciertamente, no hay que absolutizar las “respuestas” y menos aún las “propuestas” que, como ha recordado el propio Santo Padre, refiriéndose en particular a la vía sinodal alemana, deberán ser examinadas después en el seno de la Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos que se celebrará en Roma 2023.
Por lo tanto, estas síntesis no tienen ningún valor “ejecutivo”, pero no se puede descartar que representen el verdadero sentimiento en el alma de los fieles. Serán ciertamente una dinámica y un contenido a tener en cuenta para el camino de la Iglesia en este tercer milenio.
Sin ánimo de ser exhaustivos, veamos algunas de las pistas que se desprenden de las contribuciones enviadas a la Secretaría del Sínodo por las principales conferencias episcopales europeas: España, Italia, Francia y Alemania. Cada documento incluye una introducción sobre la experiencia realizada, informando también de algunas cifras sobre la implicación de los grupos de trabajo de las distintas realidades eclesiales; una lista de temas preeminentes, formalmente una decena; una parte conclusiva con propuestas concretas para continuar el camino de implicación emprendido.
España
En el caso de la Iglesia española, 14.000 grupos sinodales involucraron a más de 215 mil personas, en su mayoría laicos, pero también consagrados, religiosos, sacerdotes y obispos. Participaron más de doscientos monasterios de clausura y 21 institutos seculares. Como en el caso de otros países, la participación fue de personas ya comprometidas con la vida de la Iglesia, en su mayoría mujeres; hubo poca participación de jóvenes y familias, y de personas alejadas o no creyentes. No faltaron las dudas o la incertidumbre inicial sobre esta “fase de escucha”, sobre si realmente servía para algo.
En cuanto a los diez puntos destacados, en primer lugar, se encuentra el papel de la mujer, cuestión vista “como inquietud, necesidad y oportunidad”, viendo como indispensable su presencia en los órganos de responsabilidad y decisión de la Iglesia. Preocupa “la escasa presencia y participación de los jóvenes en la vida de la Iglesia”, mientras que la familia se considera un ámbito prioritario de evangelización. También está presente la conciencia de la cuestión de los “abusos sexuales, de poder y de conciencia”, así como la necesidad de institucionalizar y fortalecer “los ministerios laicales”, junto con una “presencia cualificada de la Iglesia en el mundo rural”, hacia la religiosidad popular, con atención específica a los ancianos, los enfermos, los emigrantes, los presos y otras confesiones religiosas.
“Nos hemos sabido escuchar, hemos sido libres al hablar, hemos experimentado esperanza, alegría, ilusión, coraje para cumplir nuestra misión, con un fuerte sentimiento comunitario de seguir en camino y de hacerlo juntos. Sentimos un profundo agradecimiento por haber podido ser protagonistas del proceso”, comentan los protagonistas.
Italia
En el frente italiano, se formaron 50.000 grupos sinodales para una participación total de medio millón de personas.
“La sinodalidad no se habló simplemente, sino que se vivió, teniendo en cuenta también las inevitables fatigas: en el trabajo del equipo, en el acompañamiento discreto y solícito de las parroquias y de las realidades implicadas, en la creatividad pastoral puesta en marcha, en la capacidad de planificar, verificar, recoger y devolver a la comunidad”, señala la síntesis italiana, indicando que “la experiencia fue emocionante y generadora” para los implicados.
En cuanto a los “diez núcleos” en torno a los cuales se organizaron las reflexiones surgidas de las síntesis diocesanas -recogidas en unas 1.500 páginas-, surgió una pluralidad de temas, prioridades que para la Iglesia en Italia representan otras tantas “obras” en las que trabajar para los próximos años.
Parte de la necesidad de “escuchar” a todos los actores de la vida social, desde los jóvenes hasta los marginados, “acogiendo” así con proximidad la pluralidad de situaciones y condiciones de vida que habitan un territorio. Se destaca la importancia de las “relaciones”, de una “celebración” digna, la centralidad de la “comunicación”, el fuerte deseo de “compartir” y la ineludibilidad del “diálogo”. Toda comunidad eclesial debe ser vivida como un “hogar” y no como un club, evitando la autorreferencialidad y la cerrazón. Por último, es necesario estar al lado de las personas “en cualquier estado de la vida”. Todo esto debe llevarse a cabo mediante un “método” basado en los principios de la conversación espiritual, para continuar este proceso de escucha.
Francia
150.000 personas participaron en el proceso del sínodo en la fase nacional en Francia de octubre de 2021 a abril de 2022. Una vez más, se agradeció su participación. En la introducción del documento de síntesis se afirma que las propuestas no tienen el valor de un juicio teológico, sino que pretenden orientar el discernimiento posterior en el seno de la Iglesia, respecto a los verdaderos “desafíos que han surgido de esta consulta”.
No faltaron dificultades para escuchar “las voces de los más frágiles, llegar y movilizar a los jóvenes” o implicar a los sacerdotes de forma más capilar. Dado que los trabajos se llevaron a cabo mientras el informe sobre los abusos sexuales elaborado por una comisión independiente hacía estragos en Francia, que también tuvo un eco mundial, uno de los puntos significativos del proceso fue reavivar “la necesidad de cuidarse unos a otros”, junto con la inspiración de “una Iglesia más fraternal”.
Otros aspectos consideraron la urgencia de poner la Palabra de Dios en primer lugar, así como el reconocimiento de la misma dignidad de todos los bautizados mediante la implementación de ministerios que estén “al servicio del encuentro con Dios y del encuentro con las personas”. Debe reservarse la misma dignidad a hombres y mujeres, al igual que deben reconocerse y apoyarse los diferentes carismas. Se dedica un punto importante a la liturgia, que debe ser expresión de “profundidad y comunión”.
Alemania
Por último, Alemania, ya inmersa en un “camino sinodal” propio a partir de 2019 y a menudo en el centro de no pocas polémicas. En este caso, la respuesta fue mucho más baja y menos entusiasta, probablemente precisamente porque se trataba de una experiencia “paralela”. El documento, de hecho, reconoce que el número de creyentes implicados no llegó ni al 10 % y que, de hecho, fue imposible implicar a personas alejadas de la Iglesia o no creyentes.
Una serie de puntos ponen de manifiesto aspectos críticos del propio proceso sinodal, como la participación pasiva de los laicos, la duda generalizada de que la Iglesia sea sincera en su deseo de escuchar de verdad, la falta de profundidad espiritual y de fe, el lenguaje autorreferencial del mismo vademécum propuesto por la Secretaría del Sínodo…
Lo que se desprende del informe, sin embargo, es el deseo de devolver el sentido a la Eucaristía, posiblemente a través de “una interpretación de los ritos, un lenguaje concreto y comprensible que hable de la realidad del pueblo”. Se hace referencia a la posibilidad de resaltar el carisma de las mujeres mediante una participación más activa. En cuanto al diálogo de la Iglesia con la sociedad, los católicos se dividen “entre los que quieren alejarse del mundo y los que, en cambio, sienten una contemporaneidad crítica-constructiva” con el mundo actual. En este contexto, “es necesaria una cooperación cada vez mayor y un testimonio cristiano común también en el ecumenismo”.