La Iglesia en España celebra hoy día 26, fiesta de san Joaquín y santa Ana, padres de la Virgen María, la Jornada Mundial de los abuelos y personas mayores. En el Ángelus de ayer en Roma, el Papa Francisco pidió “un aplauso a todos los abuelos, a todos! Abuelos y nietos, jóvenes y viejos juntos han manifestado uno de los rostros bellos de la Iglesia y han mostrado la alianza entre generaciones. Invito a celebrar esta Jornada en todas las comunidades y a visitar a los abuelos y a los ancianos, a los que están más solos, para entregarles mi mensaje, inspirado en la promesa de Jesús: ‘Yo estoy contigo todos los días’.
“Le pido al Señor que esta fiesta nos ayude a los más entrados en años”, añadió el Santo Padre, “a responder a su llamamiento en esta etapa de la vida, y muestre a la sociedad el valor de la presencia de los abuelos y los ancianos, especialmente en esta cultura del descarte”.
El Papa sintetizó en este momento algunos de los argumentos que había formulado en la homilía de la Misa que leyó dos horas antes Mons, Rino Fisiquella, prefecto del Pontificio Consejo para la Nueva Evangelización. “Los abuelos tienen la savia de la historia que sube y da fuerza al árbol que crece. Me viene a la mente —creo que ya lo he citado— ese pasaje de un poeta: ‘lo que el árbol tiene de florido, vive de lo que tiene sepultado’.”
“Sin diálogo entre jóvenes y abuelos”, prosiguió Francisco, “la historia no sigue, la vida no sigue: hay que retomar esto, es un desafío para nuestra cultura. Los abuelos tienen derecho a soñar mirando a los jóvenes, y los jóvenes tienen derecho al coraje de la profecía tomando la savia de sus abuelos. Por favor, haced esto: encontrar abuelos y jóvenes y hablar, dialogar. Y hará felices a todos”.
“Jóvenes y ancianos, juntos”
Horas antes, el arzobispo Mons. Rino Fisiquella, prefecto del Pontificio Consejo para la Nueva Evangelización, que celebró la Santa Misa en San Pedro en representación del Papa, leyó la homilía preparada por el Santo Padre para la Jornada Mundial de los Abuelos y de los Ancianos.
En ella, el Papa Francisco se refirió al “hambre” que tienen hoy los abuelos de nosotros, “de nuestra atención, de nuestra ternura, de sentirnos cerca. Alcemos la mirada hacia ellos, como Jesús hace con nosotros”. A continuación, comentando la parábola de la multiplicación de los panes y los peces, señaló: “Compartir. Después de haber visto el hambre de aquellas personas, Jesús desea saciarlas. Y lo hace gracias al don de un muchacho joven, que ofrece sus cinco panes y los dos peces. Es muy hermoso que un muchacho, un joven, que comparte lo que tiene, esté en el centro de este prodigio del que se benefició tanta gente adulta —unas cinco mil personas—“.
“Hoy tenemos necesidad de una nueva alianza entre los jóvenes y los mayores, de compartir el común tesoro de la vida, de soñar juntos, de superar los conflictos entre generaciones para preparar el futuro de todos”, subrayó el Sumo Pontífice. “Sin esta alianza de vida, de sueños y de futuro, nos arriesgamos a morir de hambre, porque aumentan los vínculos rotos, las soledades, los egoísmos, las fuerzas disgregadoras. Frecuentemente, en nuestras sociedades hemos entregado la vida a la idea de que ‘cada uno se ocupe de sí mismo’. Pero eso mata”.
“El Evangelio nos exhorta a compartir lo que somos y lo que tenemos, ese es el único modo en que podemos ser saciados. He recordado muchas veces lo que dice a este propósito el profeta Joel (cf. Jl 3,1): Jóvenes y ancianos juntos”, añadió posteriormente el Santo Padre. “Los jóvenes, profetas del futuro que no olvidan la historia de la que provienen; los ancianos, soñadores nunca cansados que trasmiten la experiencia a los jóvenes, sin entorpecerles el camino. Jóvenes y ancianos, el tesoro de la tradición y la frescura del Espíritu. Jóvenes y ancianos juntos. En la sociedad y en la Iglesia: juntos”.
El Santo Padre se refirió también a la memoria de los mayores, y al riesgo de perder las raíces. “No perdamos la memoria de la que son portadores los mayores, porque somos hijos de esa historia, y sin raíces nos marchitaremos”, señaló. “Ellos nos han custodiado a lo largo de las etapas de nuestro crecimiento, ahora nos toca a nosotros custodiar su vida, aligerar sus dificultades, estar atentos a sus necesidades, crear las condiciones para que se les faciliten sus tareas diarias y no se sientan solos”.
Benedicto XVI y los abuelos
Hace 15 años, durante el V Encuentro Mundial de las Familias celebrado en Valencia en 2006, el entonces Papa Benedicto XVI se dirigió en particular a los abuelos, a raíz de que el actor italiano Lino Banfi le llamó “el abuelo del mundo”.
En el encuentro festivo, según recogieron numerosos medios, entre ellos Radio Vaticana, señaló: “Deseo referirme ahora a los abuelos, tan importantes en las familias. Ellos pueden ser —y son tantas veces— los garantes del afecto y la ternura que todo ser humano necesita dar y recibir. Ellos dan a los pequeños la perspectiva del tiempo, son memoria y riqueza de las familias. Ojalá que, bajo ningún concepto, sean excluidos del círculo familiar. Son un tesoro que no podemos arrebatarles a las nuevas generaciones, sobre todo cuando dan testimonio de fe ante la cercanía de la muerte”.