El Papa Francisco ha rezado el tradicional Angelus, en la mañana de este domingo 14 de febrero, desde la ventana del Palacio Apostólico del Vaticano ante la presencia de algunos fieles, que se han congregado en la Plaza De San Pedro. Durante las últimas semanas, el Santo Padre había celebrado su cita dominical del Angelus desde la biblioteca del Palacio apostólico, a causa de las medidas sanitarias provocadas por la pandemia.
La exclusión social
El Papa ha reflexionado sobre el pasaje del Evangelio de hoy que relata el encuentro entre Jesús y un hombre enfermo de lepra. Francisco ha recordado que en aquel tiempo, «los leprosos eran considerados impuros y, según las prescripciones de la Ley, debían permanecer fuera de los lugares habitados«.
«Eran excluidos de toda relación humana, social y religiosa. Jesús, en cambio, deja que se le acerque aquel hombre, se conmueve, incluso extiende la mano y lo toca«, señaló Francisco, subrayando que de este modo, el Hijo de Dios pone en práctica la Buena Noticia que anuncia.
Dios se ha hecho cercano a nuestra vida, tiene compasión de la suerte de la humanidad herida y viene a derribar toda barrera que nos impida vivir nuestra relación con Él, con los demás y con nosotros mismos
Por otra parte, el Papa ha señalado que en este episodio podemos observar que se encuentran dos acciones que llaman la atención: por un lado está el leproso que se atreve a acercarse a Jesús y por otro, el propio Jesús que, movido por la compasión, lo toca para curarlo.
En Jesús él pudo ver otro rostro de Dios: no el Dios que castiga, sino el Padre de la compasión y del amor, que nos libera del pecado y que nunca nos excluye de su misericordia
Salir del aislamiento
La actuación del leproso destaca porque «a pesar de las prescripciones de la Ley, sale del aislamiento y se acerca a Jesús. Su enfermedad era considerada un castigo divino, pero en Jesús él pudo ver otro rostro de Dios: no el Dios que castiga, sino el Padre de la compasión y del amor, que nos libera del pecado y que nunca nos excluye de su misericordia».
En la misma línea, el Papa quiso destacar que aquel hombre «puede salir de su aislamiento, porque en Jesús encuentra a Dios que comparte su dolor. La actitud de Jesús lo atrae, lo empuja a salir de sí mismo y a confiarle a Él su historia de dolor«.
Tocar con amor significa establecer una relación, entrar en comunión, implicarse en la vida del otro hasta el punto de compartir incluso sus heridas
Por otro lado, Jesús también actúa de alguna manera de modo que escandaliza, porque «mientras la Ley prohibía tocar a los leprosos, Él se conmueve, extiende su mano y lo toca para curarlo. No se limita a las palabras, sino que lo toca. Tocar con amor significa establecer una relación, entrar en comunión, implicarse en la vida del otro hasta el punto de compartir incluso sus heridas»
Distancia de seguridad
Para el Papa, este gesto de Jesús muestra que Dios no es indiferente, que no mantiene una «distancia de seguridad»; al contrario, «se acerca con compasión y toca nuestra vida para sanarla».
Jesús se acerca a nosotros con compasión y toca nuestra vida para sanarla
Antes de concluir su intervención desde la ventana de la Plaza de San Pedro, Francisco recordó que incluso en la actualidad, en todo el mundo, hay tantos hermanos y hermanas que sufren de lepra, «o de otras enfermedades y condiciones a las que, lamentablemente, se asocian prejuicios sociales» y en algunos casos hay incluso discriminación religiosa.
Dios entra en contacto con el enfermo
Ante las distintas y muy variadas circunstancias que se nos puedan presentar a lo largo de nuestras vidas, «Jesús nos anuncia que Dios no es una idea o una doctrina abstracta, sino Aquel que se «contamina» con nuestra humanidad herida y que no teme entrar en contacto con nuestras heridas», poniendo en guardia sobre el riesgo de silenciar nuestro dolor «usando máscaras», para «cumplir con las reglas de la buena reputación y las costumbres sociales», o directamente cediendo ante nuestros egoísmos y temores internos con el fin de no «implicarnos demasiado en los sufrimientos de los demás».
Antes de finalizar, el Papa invitó a los fieles a pedir al Señor la gracia de vivir estas dos «transgresiones» del Evangelio: «La del leproso, para que tengamos la valentía de salir de nuestro aislamiento y, en lugar de quedarnos allí a lamentarnos o a llorar por nuestros fracasos, vamos a Jesús tal como somos. Y luego la transgresión de Jesús: un amor que nos hace ir más allá de las convenciones, que nos hace superar los prejuicios y el miedo a mezclarnos con la vida del otro».
Por último, ha recordado que el miércoles da inicio el tiempo de Cuaresma, una tiempo de conversión y oración, ideal para crecer en amistad con Dios, viviendo con esperanza, fe y caridad.