España

Valeska Ferrer: «La llamada ante los abusos es a romper el silencio»

Ahondar en las causas del abuso de poder en la Iglesia ha sido tarea de más de trescientas personas –presenciales y on line– de 27 países, que han participado en Madrid en el Congreso Internacional Jordán de la provincia de España de la Compañía de Jesús y las universidades jesuitas (UNIJES). Valeska Ferrer, su coordinadora, habla con Omnes sobre los abusos.

Francisco Otamendi·20 de junio de 2024·Tiempo de lectura: 6 minutos
Valeska Ferrer

Valeska Ferrer, coordinadora del proyecto de investigación Jordán de la Compañía de Jesús-Provincia de España

Convocados por el proyecto Jordán, los expertos internacionales han reflexionado estos días sobre numerosas cuestiones en torno al tema “El abuso de poder en la Iglesia: causas estructurales y posibles vías de solución desde el diálogo de la teología con otras disciplinas”. La investigación ha hecho referencia a los distintos tipos de abuso, el de poder, el espiritual y el sexual, en el seno eclesial.

La clausura correspondió al arzobispo de Madrid, cardenal José Cobo, quien anunció que la archidiócesis de Madrid acogerá un encuentro de reparación y oración con víctimas de abuso sexual en el seno de la Iglesia, que tendrá lugar a principios del curso que viene en Madrid.

La presidenta del comité organizador del congreso, Valeska Ferrer, es doctora en Derecho Canónico por la Universidad Pontificia Comillas, y coordinadora del proyecto de investigación Jordán de la Compañía de Jesús-Provincia de España. En la entrevista con Omnes, Valeska Ferrer comenta algunos trabajos del congreso.

Ustedes señalan que existen relaciones de poder y modos de proceder en estructuras eclesiales que favorecen los abusos. ¿Puede explicarlo un poco?

– La idea ha sido más bien conceptualizar lo que es el abuso de poder como algo que afecta a muchas cosas. El Papa, en las dos cartas, tanto en la carta al Pueblo de Dios como al Pueblo de Dios que camina en Chile, introdujo como una triada, pero eran distintas en cada una de las cartas. El abuso de poder aparece en las dos.

Es lo que hemos ido perfilando: el abuso de poder es todo. Todos tenemos un poder sobre otras personas, fruto de las relaciones asimétricas, y este ejercicio del poder, cuando se ejerce mal…. Creo que la ponencia de Gabino [Uríbarri] fue espectacular, cuál es el poder que ejerce Jesús, el poder de Dios es poder que genera vida, que es creativo, y que al mismo tiempo es capaz luego de retirarse cuando no es necesario, cuando son las otras personas las que de alguna manera ejercen bien ese poder de creación, de co-creación.

Ese poder, si lo usamos mal, puede afectar a distintas áreas según la esfera en la que de alguna manera incidamos. Si incidimos en el área de la toma de decisiones de actos concretos estamos en el abuso de autoridad; si es en el ámbito solo de las decisiones estaríamos en el  abuso de conciencia; si hacemos referencia y es una incidencia en la corporalidad es un abuso sexual. Y yo creo que quizá lo más grave es cuando la incidencia de este abuso es en el área más íntima de la persona, donde se construye como creyente, imagen de Dios, sería cuando hablamos del abuso espiritual.

El primer día trabajaron en el concepto de poder…

– Sí. Estos años de trabajo han sido ir formulando progresivamente cómo es el abuso de poder, y desde ahí, distintos tentáculos que alcanzan a distintas áreas o dimensiones de la persona. El primer día quiso estar centrado en esto, qué es el poder, porque la palabra “dynamis” aparece constantemente en los Evangelios, el poder, la autoridad de Dios, de Jesús.

Era importante partir de la potencia que tiene, en positivo, para luego introducir qué sucede cuando se abusa en el nivel espiritual, que es el de la constitución como creyente. En este sentido, la ponencia de María Dolores López Guzmán fue también extraordinaria, sobre cómo presentar ese daño que se genera, y cómo también romper, y la necesidad de ir rompiendo el silencio para no deconstruir a la persona y a la imagen de Dios: “No tomarás el nombre de Dios en vano”, presentaba.

También han analizado algunos aspectos de las estructuras en la Iglesia que han facilitado los abusos, aseguran.

– Creo que aquí hay como dos cosas distintas. Una es a nivel teológico, que es la ponencia de Diego [Molina], jesuita, miembro también del equipo del proyecto Jordán, Él recogía una serie de elementos, como la autoconciencia de la Iglesia como santa, qué queremos decir cuando hablamos de la Iglesia como santa. No quiere decir que no sea pecadora. Cuando  hacemos la confesión del Credo, una, santa, apostólica… Esta referencia a la santidad de la Iglesia fue una pregunta que salió entre el público: ¿Hay que quitar entonces la expresión de que la Iglesia sea santa? Y dijo: hombre, no, no es eso, está constituida por personas, por pecadores, pero estamos llamados a esa santidad, es hacia donde caminamos.

Muchas veces se ha asumido al clero como representante de Cristo, como si no pudiera haber fallos en él, es la idealización del clero.

¿Qué elementos han detectado que inciden claramente en los abusos?

– Más a nivel teológico canónico, hay elementos que sí hemos ido detectando que inciden claramente en los abusos: son el silencio y el miedo a las represalias.

Esto nos ha quedado constancia tanto en el cuestionario que realizamos en la Provincia, a toda la Compañía, de la que tuvimos 1.188 respuestas, que es mucho para un primer cuestionario, que se ha pasado a todos los sectores: educación, universidades, fe y social, los cuatro sectores.

Y lo que hemos detectado y que está en orden a otros contextos sociales, es que el silencio, callarse y no romper el silencio por el miedo a represalias, es algo que compartimos con toda  la sociedad. El problema de los abusos se mantiene por el silencio, por el temor a lo que pueda pasar si yo denuncio ya sea algo que han pasado a mí, o si denuncio lo que sé que le ha pasado a otro.

¿Y para romper el silencio?

– Se reflejó en la presentación de John Guiney, sj, y así también cerraba Sandra Racionero la conferencia final. Hay que romper el silencio; y romper el silencio apoyando a las personas que rompen el silencio.

Tú no puedes romper el silencio si no sabes que te van a apoyar. Si sabes que te van a apoyar a ti y van a apoyar a las personas que te apoyan, entonces es más fácil romper el silencio; pero si yo pertenezco a una comunidad de vida religiosa y sé que si denuncio a mi superiora me van a tachar de que estoy mal de la cabeza, que mi vocación no es clara, me quitan de cargos que he podido tener o del colegio en el que estaba dando clase, y me pasan a portería… Si yo sé que todo eso va a pasar si digo algo, pues no lo digo, pero si yo sé que si denuncio no solo me va a apoyar la superiora general, o el superior general, sino que además la comunidad también me va a apoyar, entonces sí denuncio, pero si no, es muy difícil.

¿Cuál es la llamada que hace el congreso?

– La llamada es a romper el silencio y a que la institución apoye a quien rompe el silencio; esto es una llamada a las víctimas, pero también lógicamente a la institución. Solo podemos romper el silencio si nos sentimos apoyados. Y también en las familias, porque se les dice: que vas a estigmatizar a la niña…, cállate. La verdad es que si no se denuncia, queda encubierto. Y la persona agresora sigue agrediendo, porque es impune.

Hay que animar a hablar siempre, no por nada sino porque cuanto antes se afronte, y esto también es de las cosas que están investigadas, o sea, cuando un abuso se corta de manera temprana, y se toman medidas de manera rápida, es más probable que los daños y el trauma estén más acotados en el tiempo y pueda convertirse en superviviente antes.

Pero si mantienes un abuso durante 40 años, que es lo que vemos en la mayoría de los casos, cuando se ha sostenido durante tanto tiempo el trauma, el daño generado es brutal, porque se vive con distintos problemas psicológicos, un trastorno disociativo, estrés, ansiedad…

Terminamos. Han hablado ustedes también de buenas prácticas, de propuestas esperanzadoras.

– Los dos elementos que hemos querido trabajar en el proyecto a lo largo de estos años han sido, por un lado, las conocidas como actuaciones de éxito. Por eso fueron José Ramón Flecha y Sandra Racionero quienes de alguna manera hicieron estas presentaciones de actuaciones de éxito con impacto social. Es decir, herramientas que ya está comprobado que funcionan, y que son capaces de transformar la realidad, que realmente han sido capaces de disminuir dinámicas abusivas en los entornos educativos en las aulas, y cómo esto puede de alguna manera tener una incidencia en el ámbito también eclesial, en todo lo que tiene que ver con las dinámicas abusivas.

¿Y el segundo elemento?

– Por otro lado estaría el tema de la justicia restaurativa, que es verdad que no es algo que sea para todos: no todas las víctimas que han participado, no todos los victimarios quieren participar, pero sí es cierto que las experiencias que se están dando en cuando se participa están siendo muy positivas y hay experiencias de éxito que están transformando también las vidas, tanto de víctimas como de victimarios.

Ver personas que han agredido sexualmente, que hayan reconocido los hechos, que se han hecho cargo de la responsabilidad, que no deberían de haberlo hecho jamás, y el deseo y la apuesta de querer reparar el daño que han cometido, creo que es de las experiencias más relevantes. Escuchar a un victimario hundido en una miseria, tocando el barro más propio suyo, siendo capaz de escuchar la voz de Dios y recomenzar desde la humildad más baja, creo que eso es como un pequeño milagro, y a mí eso me parece también nuestra llamada. La posibilidad de que quien agredió no solo no lo vuelva a hacer nunca más, sino que pueda  incluso trabajar en favor de las víctimas…; no sé si esto es para publicar o no, porque es difícil.

Concluimos la conversación con Valeska Ferrer. El Provincial de la Compañía de Jesús, Enric Puiggròs SJ, señaló por su parte que “las víctimas nos evangelizan; no podemos esperar que esto se ‘apague’, que se desvanezca como si nada hubiera ocurrido; debemos mirar de cara a aquello que hicimos mal”, y “superar la tentación de la arrogancia, reivindicando las cosas buenas hechas por nosotros, como si pudieran compensar de alguna manera este drama de abusos”.

El autorFrancisco Otamendi

Leer más
Newsletter La Brújula Déjanos tu mail y recibe todas las semanas la actualidad curada con una mirada católica