En 2022 unas 258 millones de personas sufrieron por el hambre extrema, según los datos aportados por el Programa Mundial de Alimentos. Se prevé que esta cifra aumente, dada la amenaza rusa de no permitir que Ucrania distribuya grano. La creciente preocupación ha llevado a la Conferencia episcopal de Estados Unidos (USCCB) a publicar una nota hablando sobre el tema.
El comunicado lo firma el obispo David J. Malloy, presidente del Comité de Justicia Internacional y Paz de la USCCB. La publicación incluye una petición a los líderes mundiales para que trabajen por garantizar la seguridad en la alimentación para todos.
Tal como afirma Malloy, “el Programa Mundial de Alimentos calcula que 345 millones de personas sufrirán hambre aguda este año, y 129.000 se enfrentarán potencialmente a la hambruna en lugares como Afganistán, Siria, Yemen, el Cuerno de África y Myanmar”.
Por ello, los obispos estadounidenses se unen a lo que ya expresó con preocupación el Papa Francisco: “Hago un llamamiento de todo corazón para que se haga todo lo posible para resolver este problema y garantizar el derecho humano universal a la alimentación. Por favor, no utilicen el trigo, un alimento básico, como arma de guerra».
La relación entre los conflictos armados y el hambre es muy estrecha. Por ello, el presidente del Comité de Justicia Internacional y Paz realiza en su nota un “llamamiento a los líderes mundiales para que miren más allá de los estrechos intereses nacionales, se centren en el bien común y se unan para garantizar que los suministros críticos de alimentos puedan llegar a los más necesitados”.
El comunicado del purpurado finaliza con una contundente exhortación: “Los más vulnerables lloran de hambre. Con la compasión de Cristo, debemos escuchar sus gritos y ayudarles”.
El Papa Francisco y el hambre
El Papa Francisco también ha hablado sobre la crisis mundial del hambre en repetidas ocasiones a lo largo de su pontificado. Ya en diciembre de 2013 invitó «a todas las instituciones del mundo, a toda la Iglesia y a cada uno de nosotros, como una sola familia humana, a dar voz a todas las personas que sufren silenciosamente el hambre, para que esta voz se convierta en un rugido capaz de sacudir el mundo».
Francisco ha insistido muchas veces en este tema pues, como afirmó en 2014, «la alimentación es un derecho inalienable». Por ello, llegó a expresar en 2016: «Deseo que la lucha para erradicar el hambre y la sed de nuestros hermanos y con nuestros hermanos siga interpelándonos, que no nos deje dormir y nos haga soñar, las dos cosas. Que nos interpele a fin de buscar creativamente soluciones de cambio y de transformación».