Antes de comenzar su 43º Viaje Apostólico Internacional, el Papa saludó a 12 jóvenes de diferentes nacionalidades que han estado ayudando al Dicasterio para el Servicio de la Caridad a preparar los envíos de alimentos a Ucrania. Francisco se dirigió a continuación al aeropuerto internacional de Roma-Fiumicino, donde a las 18:41 h despegó en un A330/ITA Airways rumbo a Ulán Bator, la capital de Mongolia.
Durante el vuelo, el Papa dirigió unas palabras a los periodistas que le acompañaban y les dio las gracias por acompañarle en el viaje y por su trabajo. “Un comentario hecho por uno de ustedes me inspiró a decirles esto: ir a Mongolia es ir a un pueblo pequeño en una tierra grande. Mongolia parece interminable y sus habitantes son pocos, un pueblo pequeño de gran cultura. Creo que nos hará bien comprender este silencio, tan tan largo, tan grande. Nos ayudará a entender lo que significa, pero no intelectualmente: entenderlo con los sentidos. Mongolia se entiende con los sentidos. Permítanme decir que nos hará bien quizás escuchar un poco la música de Borodin, que supo expresar lo que significa esta extensión y grandeza de Mongolia”.
Como es habitual, el Papa envió telegramas a los países que sobrevolaba, empezando por uno de despedida al presidente italiano, y, posteriormente, a los presidentes de Crocia, Bosnia, Serbia, Montenegro, Bulgaria, Turquía, Georgia, Azerbaiyán, Kazajistán y China.
El viernes 1 de septiembre Francisco aterrizó en el aeropuerto internacional “Chinggis Khaan” de Ulán Bator a las 9:51 h hora local (3:51 h de Roma), donde fue recibido por la Ministra de Asuntos Exteriores de Mongolia, Batmunkh Battsetseg, con la que mantuvo una breve conversación en la Sala VIP del aeropuerto.
A continuación, el Papa fue en coche a la Prefectura Apostólica de Ulán Bator.