Vaticano

Un Papa en medio de la gente, con el corazón abierto hacia todos

La misa de exequias por el eterno descanso del Papa Francisco se ha celebrado esta mañana en la Plaza de San Pedro, en una emotiva ceremonia que ha congregado a unos 250.000 fieles, a importantes mandatarios y a líderes religiosos de todo el mundo

Maria Candela Temes·26 de abril de 2025·Tiempo de lectura: 5 minutos
corazón

CNS Photo/Stefano Spaziani

No se entiende a Roma sin el Papa. La enorme cúpula vaticana domina la ciudad como un recordatorio perenne de la presencia del sucesor de Pedro. Una presencia que -salvo contados períodos de excepción- ha perfilado desde hace más de veinte siglos la fisonomía y el carácter de la caput mundi.  

Tampoco era posible entender al Papa Francisco sin la gente. El obispo de Roma, al que los señores cardenales habían ido a buscar “al final del mundo” (según él mismo dijo al ser elegido, el 13 de marzo de 2013), hizo todo lo posible durante sus 12 años de pontificado por estar cerca de su pueblo, por ser un pastor “con olor a oveja”, con expresión también “bergogliana”. 

Por eso no ha sorprendido que varios miles de romanos y fieles vendidos de los cincos continentes se hayan congregado hoy -desde las cinco de la mañana- en la Plaza y las calles aledañas como la Via della Conciliazione, para dar su último saludo al pontífice argentino y participar en la Misa de las exequias, que ha comenzado a las 10 de la mañana de un radiante sábado de primavera.

El funeral en cifras

Francisco deseaba que su funeral fuera una ceremonia sencilla, e incluso modificó y simplificó los rituales fúnebres del pontífice, pero la relevancia de su cargo y su influencia han contradecido esta voluntad: las cifras hablaban de unas 160 delegaciones oficiales, 50 jefes de Estado, una docena de monarcas reinantes, ministros, embajadores, líderes de otras confesiones cristianas y de otras religiones. Además de 2.700 periodistas acreditados y una previsión de unos 250.000 fieles en la plaza y otros tantos acompañando su cortejo al final de la Misa.

La prensa estos días destacaba los nombres de la “primera fila” mundial que estarían presentes: Trump y Biden, Mattarella y Meloni, Millei y Lula, Macron y Zelenski, el secretario general de la ONU o los reyes de España. También han querido estar hombres de fe que han tenido una relación amistosa con el Papa, como el Patriarca ortodoxo Bartolomeo de Constantinopla, o el rabino de Roma en representación de la comunidad judía. 

Desde unas horas antes se han visto drones y helicópteros sobrevolar el cielo de Roma. El despliegue de seguridad ha sido acorde a la lista de gobernantes y líderes del globo: 11.000 agentes se han encargado de velar porque la ceremonia se desarrollara sin sobresaltos.

El féretro es trasladado a la Plaza

A las 9.45, tras el rezo del Santo Rosario, las campanas de la Basílica han repicado con toque fúnebre. El féretro con los restos del Papa Francisco ha hecho su entrada en el sagrato desde el interior del templo sobre las 10.05. Estos días habíamos visto que se trataba de una sencilla caja de madera. Desde ayer está tapada por una cubierta de la misma madera, adornada por una gran cruz y el sello episcopal de Bergoglio con el lema “miserando atque eligendo”. Encima se ha colocado un Evangelio abierto. 

La Misa ha estado presidida por el cardenal italiano Giovanni Battista Re, decano del colegio cardenalicio, quien tiene estos días un papel relevante, pues será también el encargado de convocar el cónclave en el que se elegirá al próximo pontífice. Re fue quien ofició el funeral de Benedicto XVI, el 5 de enero de 2023, presidido por Francisco.

Es Pascua y un tapiz que representa a Cristo resucitado ha decorado la fachada de la basílica vaticana. Se veía también una imagen de la Virgen, de la advocación Salus Populi Romani -tan venerada por Francisco- a un lado del altar. 

En el Evangelio se ha leído el capítulo 21 de San Juan, que recoge el diálogo entre Jesús y Pedro a orillas del mar de Genesaret tras la resurrección. Una conversación en la que Cristo pregunta al primero de sus apóstoles hasta tres veces si le ama, y al que recomienda también tres veces que apaciente sus ovejas. Emocionaba escucharlo y pensar cómo Francisco ha procurado ser fiel a este mandato. Las palabras: “Otro te ceñirá y te llevará donde no quieres…”, hablan del último período de su pontificado, marcado por la enfermedad. 

Homilía resumen del pontificado

El cardenal Re, de 91 años, ha comenzado recordando que hace apenas seis días que habíamos estado en esa misma plaza con Francisco, en la bendición Urbi et Orbe: “Su última imagen, que permanecerá en nuestros ojos y en nuestro corazón, es la del pasado domingo, solemnidad de Pascua, cuando el Papa Francisco, a pesar de los graves problemas de salud, quiso impartirnos la bendición desde el balcón de la Basílica de San Pedro y luego bajó a esta plaza para saludar desde el papamóvil descubierto a toda la gran multitud reunida para la Misa de Pascua”.

En su homilía, el purpurado ha ido repasando los hitos principales del pontificado de Francisco, sus viajes y sus encíclicas. En varios momentos los fieles han interrumpido sus palabras con aplausos. 

“La decisión de tomar por nombre Francisco pareció de inmediato una elección programática y de estilo con la que quiso proyectar su Pontificado, buscando inspirarse en el espíritu de san Francisco de Asís. Conservó su temperamento y su forma de guía pastoral, y dio de inmediato la impronta de su fuerte personalidad en el gobierno de la Iglesia, estableciendo un contacto directo con las personas y con los pueblos, deseoso de estar cerca de todos, con especial atención hacia las personas en dificultad, entregándose sin medida, en particular por los últimos de la tierra, los marginados. Fue un Papa en medio de la gente con el corazón abierto hacia todos. Además, fue un Papa atento a lo nuevo que surgía en la sociedad y a lo que el Espíritu Santo suscitaba en la Iglesia”.

Re ha destacado varías notas características de Francisco: “el vocabulario que le era característico y su lenguaje rico en imágenes y metáforas”, con el que “buscó iluminar con la sabiduría del Evangelio los problemas de nuestro tiempo”, así como su “gran espontaneidad y una manera informal de dirigirse a todos”, y su “calidez humana y profundamente sensible a los dramas actuales”. También “su carisma de acogida y escucha, unido a un modo de actuar propio de la sensibilidad de hoy”,  con el que “tocó los corazones, tratando de despertar las fuerzas morales y espirituales”.

Oramos por ti, ora por nosotros

El decano del colegio cardenalicio ha señalado que “misericordia y alegría del Evangelio son dos conceptos clave del Papa Francisco” y que, “frente al estallido de tantas guerras en estos años, con horrores inhumanos e innumerables muertos y destrucciones, el Papa Francisco elevó incesantemente su voz implorando la paz”.

Re ha dado término a la homilía recordando que “el Papa Francisco solía concluir sus discursos y encuentros diciendo: “No se olviden de rezar por mí””. Y ha dirigido entonces unas palabras al pontífice argentino: “Querido Papa Francisco, ahora te pedimos a ti que reces por nosotros y que desde el cielo bendigas a la Iglesia, bendigas a Roma, bendigas al mundo entero, como hiciste el pasado domingo desde el balcón de esta Basílica en un último abrazo con todo el Pueblo de Dios, pero idealmente también con la humanidad que busca la verdad con corazón sincero y mantiene en alto la antorcha de la esperanza”.

La despedida

Al final de la ceremonia se ha vivido un momento de gran belleza litúrgica cuando todos los patriarcas, arzobispos mayores y metropolitanos de las Iglesias Católicas Orientales Metropolitanas se han acercado al féretro y han cantando una larga oración en griego.

Tras el rezo del responso, los porteadores han tomado el féretro y lo han elevado el antes de llevárselo para mostrarlo hacia la plaza y que los fieles pudieran saludar al Papa, que se ha traducido en un gran aplauso como acción de gracias y homenaje final. Se agolpaban en la mente las veces que lo hemos saludado a Francisco en el Ángelus del domingo o las audiencias de los miércoles, y las lágrimas se asomaban a los ojos al pensar que aquella era la última vez que lo encontrábamos en la Plaza.

Tras la Misa funeral, un cortejo ha llevado al Pontífice desde San Pedro a la basílica de Santa María la Mayor, donde ha sido enterrado según su expresa voluntad. Muchos romanos no se han animado a acercarse al Vaticano, pero sí han estado presentes por las calles de Roma, a lo largo del recorrido de seis kilómetros que ha seguido el cortejo por el centro de la ciudad, para dar su despedida a su obispo. 

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