Eduardo Verástegui es un actor y productor de cine mexicano que se convirtió al catolicismo hace unos años. Desde entonces, dedica sus proyectos a la promoción de los valores cristianos. Considera que el arte “tiene poder para inspirar” y por eso participa en películas que supongan “una diferencia en la vida de los demás”.
Su última gran iniciativa es “Sound of freedom” (“Sonido de libertad”, en español), una película que se estrena el 4 de julio. Está protagonizada por Jim Caviezel, aquel actor que todos conocen por hacer el papel de Jesucristo en la cinta de Mel Gibson, “La pasión de Cristo”.
“Sonido de libertad” es un drama que trata sobre la industria del tráfico de niños para la explotación sexual. Inspirado en la labor de Timothy Ballard, un activista estadounidense, Verástegui lleva ocho años con este proyecto en el corazón. En esta entrevista con Omnes habla sobre las razones por las que decidió emprender una iniciativa tan difícil, los frutos que espera de ella y su encuentro con Ballard.
¿Por qué empiezas este proyecto?
– Normalmente, nosotros, como cineastas, estamos buscando proyectos de alto impacto, que tengan, por un lado, el potencial de entretener, y por otro, de suponer una diferencia en la vida de los demás. Asumiendo la responsabilidad de saber que cualquier cosa que hagas, te guste o no, va a tener un impacto en la manera de pensar de las personas, para bien o para mal. Para nosotros es muy importante involucrarnos en proyectos que ayuden a la audiencia a amar más, a perdonar más, a quejarse menos, a querer convertirse en la mejor versión de ellos mismos, a alcanzar su máximo potencial para hacer de este mundo un mejor lugar…
Yo creo que con el arte puedes motivar y emocionar a la gente. Les puedes animar a querer hacer cosas grandes. El arte tiene ese poder de inspirar. Creo que no hay nada más bonito que salir inspirado después de leer un libro, de leer una poesía, de escuchar una canción, ver una película… Que algo te inspire es increíble. Es como sentirte vivo. Te sientes, incluso, hasta amado. Cuando algo te inspira sientes amor y quieres dar ese amor.
Entonces, normalmente, estamos buscando proyectos que tengan todos esos ingredientes. Pero, de pronto, esta película “Sound of freedom”, nos encontró a nosotros. No fuimos hacia ella, sino que yo estaba trabajando en la presentación de “Little boy”, mi última película, y llegó una persona que al finalizar me dijo que quería hablar conmigo. Esta persona me presentó a Tim Ballard hace ocho años en Los Ángeles (California). Allí empezó todo.
¿Qué ocurrió en ese encuentro con Tim Ballard? ¿Cómo inspiró esta película?
– Cuando descubrí lo que hacía Ballard con su equipo, esos ex “navy SEAL”, ex agentes del FBI, antiguos militares, jóvenes que viajan encubiertos por diferentes partes del mundo visitando los lugares más oscuros del planeta, rescatando niños secuestrados para la explotación sexual… Yo me quedé en shock, no podía decir nada. Luego empecé a hacer muchas preguntas. Quería saber si todo eso era real, en qué lugares estaba sucediendo, si eran casos aislados o no. Necesitaba saber si cuando usaban la palabra “niños” se referían a adolescentes o a niños pequeños…
Entonces me explicaron con detalle lo que sucede con millones de niños en todo el mundo, principalmente en Estados Unidos y México. Estados Unidos es el consumidor número uno de sexo con niños , y mi país, México, es su proveedor principal. Del consumo de la pornografía infantil en el mundo, principalmente en Estados Unidos, el 60 % se produce en México. Un país católico, un país donde celebramos la familia y los valores, cosas buenas y bellas, tradiciones preciosas… ¿Cómo puede ser esto cierto?
¿Cuál fue tu respuesta ante todo lo que te contaron?
– Me pregunté: ¿Qué voy a hacer? Ahora que lo sé, ¿qué voy a hacer? Podía cruzarme de brazos, mirar a otro lado como si no estuviera pasando nada… Pero la realidad es que el mal triunfa cuando la gente se queda callada.
En ese momento me quedó claro que yo no me iba a quedar callado, no iba a ser indiferente a esto. Cerré los ojos y me imaginé que una víctima de la trata era mi propio hijo. ¿Y si mi hijo desapareciera? ¿Qué pasaría si llego un día a mi casa y, al abrir la puerta de su cuarto, descubro que la cama está vacía? ¿Y si las probabilidades de que le encontrara fueran casi nulas? El 99 % de las víctimas no aparecen.
Me volví loco. De solo pensarlo e imaginarlo se me saltaron las lágrimas. Mi corazón empezó a llorar y no ha parado en estos últimos ocho años.
Me dije a mí mismo que soy cineasta y eso significa que tengo un arma muy poderosa, el cine. Es un arma de instrucción y de inspiración masiva. Decidí hacer una película de un capítulo de la vida de Tim Ballard.
Esta película me ha sacado muchas lágrimas y la realidad es que te complica la vida. Pero o te quedas sin hacer nada, deprimido, o haces algo que dé esperanza. A mí Tim Ballard me dio esperanza.
La trama de la película es muy dura, pero el título es muy esperanzador. ¿Por qué habéis elegido ese nombre?
– Cuando el director de la película, Alejandro Monteverde, y yo entrevistamos a Tim Ballard, le preguntamos por su rescate más peligroso y exitoso. Este sucedió en Cartagena, Colombia. Ballard nos habló de una isla alquilada en la que iba a haber una fiesta con niños. Él y su equipo iban encubiertos para que, cuando los traficantes llegaran, pudieran arrestar a todos los involucrados.
Cuando rescataron a los niños, los pequeños estaban llorando. Pero empezaron a cantar. Estaban celebrando su libertad. Tim Ballard estaba arrestado, porque seguía en su papel encubierto, y dijo que en ese momento, el canto de los niños era un sonido de libertad. De ahí nació el título de la película.
¿Cuál es tu sueño con esta película?
– Nosotros lo que queremos hacer es dar esperanza, a pesar de que el tema sea tan doloroso. Es algo que está lastimando a miles de niños, pero hay esperanza. Hay muchos niños rescatados, que gracias al trabajo que hacen muchas fundaciones en todo el mundo, se rehabilitan, sanan sus heridas, y se integran en la sociedad.
Yo quiero que llegue un día en el que ya no tengamos que rescatar a ningún niño más, quiero que ya no haya alguien a quien rescatar, porque el tráfico de personas desaparezca. Soy optimista y soñador. Creo que si todos cooperamos y hacemos lo que Dios nos pide, imaginando que esos niños son nuestros hijos, podemos terminar con esta terrible realidad. Sin embargo, la verdad es que hay muchos frentes abiertos.
¿De qué frentes estamos hablando? ¿A qué nos enfrentamos?
– Lo primero que debemos hacer es terminar con la pornografía. La pornografía es la que nos lleva a esto, pero la gente no se da cuenta. Cuando tú entras a ver pornografía, empiezas a generar una adicción.
Cuando uno empieza con la pornografía, no solo quedan sus familias y sus matrimonios destruidos, sino que estas personas se van enganchando a cosas más perversas, como la pornografía infantil. Tras volverse adictos a la pornografía infantil, se convierten en clientes. Hay una demanda tremenda y la industria sigue creciendo y creciendo.
Tenemos que tener cuidado con lo que vemos. Todos somos el público objetivo. Hay que estar vigilantes, porque somos seres frágiles y vulnerables. Las tentaciones están por todas partes, incluso si son pequeñas. Sin embargo, el que es infiel en lo pequeño también lo es en lo grande.
El proceso se parece al de las drogas. Empiezas fumando un cigarro y después destruyes tu vida con las jeringas. Aquí es igual. Comienzas viendo a la mujer como un objeto, en lugar de respetar su dignidad. Los hombres estamos para proteger a las mujeres, no para usarlas.
En el momento en que reducimos a la mujer a un objeto o símbolo sexual, lo siguiente es necesitar todavía más. No podemos faltar al respeto a la mujer porque es hija de Dios y a Dios se le respeta. Quien lastime a una hija de Dios tendrá que verse con Él y rendirle cuentas.
Estáis en la industria del cine, donde el abuso de niños es muy frecuente. Teniendo en cuenta que os habéis metido en la boca del lobo, ¿qué esperáis de la película?
– Es ahí donde tenemos que entrar. La luz hay que meterla en la oscuridad. Donde hay oscuridad hay que prender una vela. Yo espero que esta película la vea todo el mundo, incluso los criminales, delincuentes y bandidos que están involucrados en este crimen.
Espero que después de ver la película pase algo dentro de ellos y se arrepientan de tanto mal que han hecho. Para los que no se arrepientan y sigan con estas actividades, espero que la película despierte a un ejército de gente valiente que vaya a por los delincuentes. Yo no soy legislador, pero castigaría a cien años de cárcel, por lo menos, a todo aquel que abuse sexualmente de un niño.
Yo creo que este movimiento de concienciación global que está detonando la película va a hacer mucho bien. Tanto a niños como a adultos. Quiero que haga bien también a los más vulnerables, a los que no tienen voz y no se pueden defender.
Estoy dando mi vida en este proyecto. Los hijos de Dios son mis hijos, y por ellos doy la vida. Ese es el principio universal que sigo.