Poland is really different. Este lema turístico usado en los años sesenta se puede decir que es muy real en el país de san Juan Pablo II, en lo que se refiere a la práctica de la fe cristiana por el pueblo fiel.
El pasado Jueves Santo, me sentí profundamente emocionado con la celebración eucarística de la misa crismal en la concatedral de la diócesis de Varsovia-Praga a las diez de la mañana. Una liturgia muy cuidada, con el gloria, sanctus y el Angus Dei de la misa de angelis, además de cantar también el Pater noster en latín. Toda la nave de la Iglesia de Santa María de la Victoria llena de sacerdotes, conté más seiscientos, muchos muy jóvenes, todos con sotana y revestidos con alba y estola blanca.
Se palpaba una devoción vivida con la naturalidad de quien está rezando. Entre los concelebrantes, que están en el presbiterio, hay tres sacerdotes que celebraban sus cincuenta años de sacerdocio, viven once de los treinta y uno que se ordenaron en Varsovia el 28 de mayo de 1972 junto al beato mártir Jerzy Popieluszko, y también se encuentran más de veinte que celebran sus bodas de plata sacerdotales. Todos con las manos juntas como si de niños de primera comunión se tratara.
Me vino a la cabeza la idea de que los sacerdotes cuando celebramos o concelebramos, en la ceremonia no sabemos dónde meter las manos. Lo más sencillo y piadoso es mantenerlas juntas como tantos sacerdotes piadosos lo hacían antiguamente y también lo hacen algunos hasta el día de hoy. Por lo menos en la concatedral de Santa María de la Victoria hoy he visto a tantos reverendos jóvenes, y de los que pintan canas, con las manos piadosamente unidas en señal de oración.
Rezamos especialmente para que se acabe la guerra en Ucrania y lo hemos hecho en ese templo por un querer explícito del obispo Romualdo. Para que Santa María que defendió el año 1920 a Varsovia del ejército soviético, el llamado Milagro del Vístula, defienda hoy a Kijowa y Ucrania de la ‘operación militar rusa’.
Grób Panski. La tumba del Señor
Sí, Polonia es diferente y quisiera ahora comentar dos costumbres introducidas en la liturgia de la Iglesia en Polonia que responden a un querer popular del pueblo fiel.
Me refiero a lo que en polaco llamamos el ‘Grób Panski’ – la tumba del Señor, al acabar la celebración litúrgica de la Pasión del Señor el Viernes Santo y también de la ‘święconka’.
Hace un tiempo comenté que para entender mejor la Iglesia en Polonia es necesario saber el significado y el valor que tiene en la sociedad dos palabras – kolenda y plebanie – ahora quisiera añadir otras dos propias de la Semana Santa – Grób Panski y Święconka.
Al acabar la liturgia del Viernes Santo comienza lo que se llama ‘La tumba del Señor’. Se hace una procesión con el Santísimo Sacramento en la Custodia y se deposita en un capilla preparada en la que, junto a muchos y diferentes motivos de la vida religiosa, social y política del país y del mundo, siempre se encuentra la representación del Señor yaciente y muerto. A su lado se coloca la Custodia cubierta con un velo blanco. Soldados o bomberos hacen la guardia.
Los horarios dependen de cada parroquia. El viernes hasta media noche y el sábado desde las primeras horas hasta una hora antes del comienzo de la Vigilia Pascual. En todo ese tiempo, los fieles acuden al templo a rezar y contemplar el misterio de la Muerte del Señor en su Tumba junto a la adoración del Santísimo Sacramento. En mis largo años en Polonia he acabado por convencerme del sentido teológico de esta costumbre popular.
Święconka. La bendición de los alimentos
Todos los Sábados Santos también ha arraigado en mi la tradición, como lo hacen tantas familias polacas, de visitar la Tumba de Señor en varias iglesias y de acudir, también el Sábado Santo, a la bendición de los alimentos, es decir a la ‘Święconka’ que voy a explicar a continuación en qué consiste esta costumbre también ‘fuori norme’. Pero antes quisiera aclarar que el día del año que más fieles van a la Iglesia es precisamente el día en que no se celebra ninguna liturgia, el Sábado Santo. Really, Poland is different.
Hace años, viviendo Cracovia, un programa de la televisión aragonesa llamado Aragoneses por el mundo, hizo una visita a Cracovia y quedamos precisamente para entrevistarnos el Sábado Santo. Los realizadores del programa no salían de su asombro al ver en las calles las multitudes de familias que acudían con sus cestas de alimentos a la iglesias para recibir la bendición del sacerdote junto con una pequeña homilía aclaratoria del sentido de la fiesta de la pascua. Las veces que he escuchado esas pequeñísimas pláticas me ha parecido una catequesis mistagógica impresionante.
La idea fundamental es que los fieles participen de la celebración litúrgica de la Pascua de la Resurrección y que se llenen de alegría pero no solamente en el templo, sino en sus casas. Se invoca la presencia del Resucitado para que toda la familia se siente juntos a comer el primer alimento del Domingo de Resurrección junto con el Señor. Y se utilizan, como signo, esos alimentos que en la cesta se han llevado a bendecir el día anterior, es decir el Sábado Santo.
Święconka es una tradición presente en varios países católicos, entre ellos en todo territorio de Polonia, que consiste en bendecir varios alimentos el Sábado Santo. Alimentos tales como: carne, pan, huevos, sal, etc., se ponen en cestas de mimbre y se llevan a las iglesias en donde los sacerdotes los bendicen durante un servicio especial. Los alimentos bendecidos se consumen a la mañana siguiente, durante el solemne desayuno pascual.
La bendición que imparte el sacerdote más o menos viene a decir los siguiente: “Señor Jesús, el día antes de tu pasión y muerte, mandaste a los apóstoles a preparar la pascua y, en el día de tu resurrección, te sentaste a la mesa con tus discípulos. Te pedimos que nos dejes vivir tu presencia con fe durante el desayuno del domingo de Pascua en nuestras casas. Tú, que eres el Pan vivo, que has bajado del cielo y das vida al mundo, bendice + este pan como bendijiste los panes que distes a comer a quienes te escuchaban en el desierto. Cordero de Dios, que has lavado al mundo del pecado, bendice + estas carnes y todos los alimentos que comeremos en memoria del cordero pascual como diste tu bendición a todos los alimentos que comiste con los Apóstoles en la Última Cena. Cristo, vida y resurrección nuestra, bendice + estos huevos, signo de vida nueva, para que, al compartirlos, compartamos también nosotros la alegría recíproca de tu presencia. Abre los ojos y los corazones de los que sufren a causa de la pandemia o de la guerra, ayuda a aquellos que sirven a los pobres y a la causa de la paz y de la justicia en el mundo. Y así podamos todos gozar de la fiesta eterna en la casa del Padre, en donde tú vives y reinas por los siglos de los siglos. Amen”.