Es complicado hacer una segunda parte digna. Nadie suele estar del todo contento. La fuerza del tiempo y la nostalgia han convertido Top Gun en algo más que un icono ochentero, y ahora vuelve su héroe para dar más cera y estirar el chicle. De otra persona habría dudas. Pero después de la triada de Planet Hollywood (Stallone, Willis, Schwarzenegger) hay pocas personas en la lista que hayan creado, potenciado, y llevado sobre sus hombros el peso del cine del Hollywood post ochentero como Tom Cruise. Así que toca sentarse con ganas de pasar un buen rato y dejar los juicios calvinistas en la puerta.
Ficha técnica
Tom Cruise sigue siendo Maverick. Un piloto temerario que no sabe hacer otra cosa que volar (o hacer taquillazos) y se encuentra aún mortificado por la pérdida de su compañero Goose (Anthony Edwards) cuyo hijo ha seguido los pasos de su difunto padre. Entre el recíclate y muere, Tom Cruise no parece decidirse hasta que encuentra en el chaval de su camarada caído (Miles Teler: Whiplash) una vía de redención a través de una misión conjunta que le dará la oportunidad para encontrar esa paz que le rehuye. Habrá entrenamientos trepidantes, icónicos y sudorosos momentos deportivos, frases llenas de picadura de tabaco y un clímax de acción al más puro estilo Águila de Acero (1986).
Más espectacularidad
Sin duda Top Gun: Maverick es un espectáculo que incluso a ratos nos hace contener la respiración y echarnos para adelante en el asiento. Es una película que gana en espectacularidad con respecto a la anterior pero pierde en iconicidad (aunque el tiempo dirá, y donde dije digo, digo diego). Sus finales -porque tiene varios- pueden rizar el rizo pero también aportan gags humorísticos así como cierres sentimentales que podrían resultar de más pero son agradables de ver. No obstante, la cinta es comedida en tiempo y cumple con las expectativas: de los F-14 a los F-18 y vuelta, la cinta no deja de cumplir con su parte homenaje, que se queda a medio camino entre la secuela y el remake, sin pretender en ningún momento ser un spin o, que es lo que muchos pensarían.
Es una obra cuyas puntadas están elaboradas a partir de un elenco técnico de artesanos cinematográficos del nuevo Hollywood (Joseph Kosinski a la dirección, con su colega de la épica Only the Brave, Eric Warren Singe) con la pericia y experiencia del epistemológico productor Jerry Bruckheimer y Tom Cruise, trayendo este último a su compañero de fatigas Christopher McQuarrie para darle vidilla al asunto (al igual que hizo -y bien hecho- con la saga Misión Imposible y otras tantas) para añadir una cuenta atrás a toda historia que hace (y funciona).
Una película hecha a medida para gustar, cuya fluidez se resiente en ocasiones con unos inexplicables fundidos en negro que dan la sensación de ser episósica a ratos, pero con todas las piezas del rompecabezas dispuestas para hacer un gran producto de entretenimiento. El peso dramático lo soportan Tom y Teler, y su punto más bajo y aséptico lo conforma la relación descafeinada de amor con Jennifer Connelly (sí, hay amor, pero no se sabe ni de dónde viene ni a dónde va y tampoco importa especialmente al espectador).
Un relevo generacional
Honorable mención a Val Kilmer (Iceman) en una escena con pericia que que destila encanto y melancolía, y la presencia muy de pasada de un Ed Harrys que siempre mete carisma y en dos minutos deja su impronta a la hora de establecer el tono del filme. Un mix maravilloso de acción, testosterona y comicidad con gente guapa y una canción de Lady Gaga para aderezar una banda sonora correcta (tributo a la anterior) pero con la firma de Hans Zimmer para darle más bombo al asunto.
Aunque Top Gun: Maverick tiene algo de relevo generacional, y un buen cartel de secundarios jovenes -Miles Teller a la cabeza, con su némesis, el siempre simpático Glen Powell (Everybody wants some)- al contrario que hizo Stallone con Creed, es una película que no acaba de pasar el testigo. Tom Cruise es eterno y no sé va a ningún lado. Todavía parece que le faltan siglos para adentrarse en el género crepuscular. Da igual la edad del elenco, nadie consigue seguirle el ritmo a este hombre que parece beber combustible y pone su sello a esta película que no decepciona. Un buen entretenimiento para todos los públicos.