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Stefano Wyszyński y la madre Isabel Rosa Czacka, los ojos de la fe

En Polonia el verano se suele asociar al sol y las lluvias, mar y montaña, peregrinaciones y salidas al extranjero. Pero este verano de 2021, la historia de Polonia y de su Iglesia está asociada a la beatificación del Primado de Polonia, cardenal Stefan Wyszyński junto con la religiosa invidente madre Isabel Rosa Czacka, que tendrá lugar en Varsovia, el 12 de septiembre.

Ignacy Soler·11 de septiembre de 2021·Tiempo de lectura: 8 minutos
Stefan Wyszynski

Foto: ©2021 Catholic News Service / U.S. Conference of Catholic Bishops.

En cada país y lugar las costumbres varían pero siempre tienen algo en común: manifiestan la idiosincrasia de las personas que allí viven. En Polonia el verano se suele asociar al sol y las lluvias, mar y montaña, peregrinaciones y salidas al extranjero. Pero el verano del año 2021, en la historia de Polonia y de su Iglesia está asociada a la beatificación del Primado de Polonia, cardenal Stefan Wyszyński junto con la religiosa invidente madre Isabel Rosa Czacka, que tendrá lugar en el nuevo templo panteón de la Providencia Divina, en Varsovia, el 12 de septiembre. Explicar algo de estas dos grandes figuras y los motivos que han llevado a su conjunta beatificación es la finalidad de estas líneas.

Siguiendo una de las mencionadas costumbres estivales el joven sacerdote Wyszyński a primeros de septiembre de 1929 emprendió viaje por Europa. No eran solamente vacaciones sino que se enmarcaba dentro sus estudios teológicos en torno a la doctrina social de la Iglesia y su aplicación en diferentes países europeos. Estuvo en Austria, Italia, Francia, Bélgica, Holanda y Alemania. Su idea principal era recaudar material para el estudio de la Acción Católica y de las diferentes iniciativas cristianas europeas de ámbito social, y unirla a la idea del apostolado de los laicos que sirviera como base para explicar la Acción Católica, tan promovida por el papa Pio XI.

En Roma

Es en Roma donde Wyszyński permaneció más tiempo. En el Instituto de las Ciencias Sociales de la Pontificia Universidad de santo Tomás, el Angelicum, participó como oyente en las clases de ética social católica. Él mismo cuenta en su diario: ¨En Roma, en el Angelicum, en las clases del padre Gillet había seis africanos de color y el resto era como en la torre de Babel: ingleses, franceses, holandeses y otros. Conté cuarenta personas de treinta nacionalidades distintas. Los africanos se sentaban solos al fondo del aula. A su alrededor había lugares vacíos pues nadie quería sentarse a su lado. Así que me decidí yo, y me senté junto a ellos. Después se acercaron a mí los demás diciéndome: pero, ¿qué haces, cómo es que te sientas con ellos? Y les respondo: pues porque nadie quiere sentarse ahí. Es un motivo inventando – me contesta un francés. Y le respondo: anda, ve tú y siéntate con ellos. Y efectivamente no fue. El padre Gillet hablaba de una manera realmente sabia. Una vez en los pasillos de la Universidad le comenté: padre, ¿por qué no dice algo que remueva a los alumnos del tal manera que quieran sentarse junto a los africanos? El padre Gillet que sabía idiomas me contesta en polaco: Polaki zawsze walczą za naszą wolność i waszą – los polacos siempre luchan por su libertad y la nuestra. Me marché de Roma a Paris y los africanos seguían sentándose solos…¨.

Este episodio de la vida del futuro primado, cardenal y beato da idea de su talento: era un hombre decidido por la libertad, una libertad que tiene su fundamento en el la dignidad del ser humano según la doctrina cristiana. Escribiría más tarde: ¨Actualmente luchan entre sí dos mundos, dos órdenes: el comunismo ateo y el cristianismo. Para la Iglesia la lucha no es algo nuevo ni extraordinario, pues nunca ha tenido miedo de enfrentarse y nunca se ha retirado del combate. La Iglesia lleva en sí misma la tradición de la barca evangélica, zozobrada por mareas, desde la cual Cristo sigue enseñando. La Iglesia barca está acostumbrada a tempestades y contratiempos, y está tranquila acerca del resultado de la nueva e internacional guerra de la humanidad. ¿Por qué motivo? Porque el resultado depende del fundamento. Se enfrentan dos grandes principios: el odio y el amor¨.

La beata madre Czacka

De la vida del Cardenal Wyszyński tenemos un cierto conocimiento. En esta revista he publicado, si la memoria no me falla, dos artículos sobre el Primado de Polonia explicando su figura e importancia en la historia polaca del siglo XX. Quizá sea bueno presentar brevemente el perfil biográfico de la nueva beata madre Czacka, su carisma y lo que le une con Wyszyński, pues seguramente es una figura casi totalmente desconocida para el lector de lengua hispánica.

Rosa María Czacka nació el año 1876 en Biała Cerkwa, en lo que hoy es Ucrania. Pertenecía a una familia polaca noble, rica e intelectual. Ella misma era condesa. Desde niña recibió una profunda formación cristiana y una instrucción esmerada, hablaba cinco idiomas. Se conserva el ejemplar de la Imitación de Cristo que leyó en francés en su infancia. A los siete años su familia se trasladó a Varsovia en donde participó activamente en la vida de la alta sociedad varsaviense de finales del siglo XIX.

Fruto de una caída de su caballo y de una enfermedad congénita, a los veintidós años se quedó totalmente ciega. Y aquí se muestra una de las principales facetas de su carácter y de su santidad: la fortaleza y un espíritu decidido para sacar del mal bienes. Aprendió el sistema Braille y lo adoptó a la fonética del idioma polaco, continuó su formación y quiso alcanzar desde el principio la máxima independencia. Al mismo tiempo se dedicó a ayudar a otros invidentes para que pudieran ser útiles a la sociedad según lo que escribió más tarde: ¨Desde el punto de vista intelectual los invidentes no son inferiores a los videntes. Su inteligencia y claridad de juicio, su capacidad de abstracción y de razonamiento adecuado no están disminuidos por su invidencia, están al mismo nivel de los que tiene la capacidad visual¨. En su esfuerzo por ayudar a los invidentes viajó por Bélgica, Austria, Suiza y Alemania para estudiar los nuevos métodos de enseñanza que en esos países se aplicaban para los invidentes. También consiguió información de revistas y libros especializados en esta materia desde Inglaterra y USA.

Fruto de este trabajo en 1911 fundó la Sociedad para el Cuidado de los Invidentes. El criterio fundamental de la nueva sociedad se realizaba en la máxima – El invidente, un hombre útil. En contra del uso de principios del siglo XX, que la persona invidente era incapaz de trabajar y de una vida llena de utilidad para la sociedad, Rosa Czacka quiso esa asociación para que promoviera la dignidad humana de los invidentes y les ayudara a integrase en la sociedad.  Uno años más tarde descubrió su vocación de religiosa dentro de ese trabajo que realizaba. Se hizo franciscana cambiando su nombre de Rosa María por Isabel Rosa y en el año 1918 fundó la Congregación de las Hermanas Franciscanas Servidoras de la Cruz cuyo carisma estaba en relación con esa asociación pero con una visión de la fe cristiana como verdadera luz. Escribe en sus estatutos: ¨El fin principal de la congregación es la reparación a nuestro Señor Jesucristo por la ceguera espiritual de los hombres. Observamos la tercera regla de nuestro padre san Francisco, consiguiendo gracias para nuestros invidentes, les servimos para ayudarles a su propio y nuestro sostenimiento¨.

Con el paso del tiempo la Madre Isabel Rosa fue dirigiendo su formación para que los invidentes quisieran, como lo hizo ella misma, aceptar el peso de la cruz de la ceguera como ofrenda a Dios para reparar por los que ven pero no tienen fe, y de esta manera ser apóstoles de los invidentes en el alma, haciéndoles ver los valores del espíritu. ¨Queremos realizar el ideal del invidente que asume totalmente su ceguera y la lleva como una cruz de la cual no se avergüenza ni se rebela, sino que la acepta como venida de las manos de Dios y de esta manera, por su buena aceptación, se convierte en una fuente de gracia y de fuerza para él mismo y para los demás. No queremos tratar los asuntos de los invidentes solamente de una manera sobrenatural ni como una limosna. Viendo las cosas de una manera moderna queremos entender la psicología del invidente para manifestarle todas las posibilidades humanas que tiene, su lugar en la sociedad, su trabajo y obligaciones. Tratamos también el problema de la persona invidente como un problema social¨. En el año 1922 adquirió una extensa finca a las afueras de Varsovia, junto a los bosques de Kampinoska, en Laski. Y hasta el día de hoy tienen allí su centro principal de acción al que dio como nombre de Triuno en honor y gloria de Dios Uno y Trino. En este centro, ya desde sus principios se reúnen y forman tres grupos de personas: invidentes, hermanas de la Congregación y laicos, entre estos últimos la Madre Isabel Rosa dedicó una atención especial a los intelectuales. Sus tres fines son: la educación, el apostolado y la caridad.

Lo que une a la beata madre Czacka y Wyszyński

¿Qué une a la Madre Isabel Czacka con el cardenal Stefan Wyszyński?  La guerra, y en concreto el levantamiento de Varsovia. Al comienzo del conflicto mundial, en septiembre del 1939, la Madre Isabel sufrió unas heridas graves como consecuencia del bombardeo de los nazis. Ofreció todas sus dolencias para que cesase el mal de la guerra y venciese el amor al odio. Decía a sus hijas espirituales: ¨No hemos de permitir que anide en nosotras el menor rencor, ni malos sentimientos contra alguien, ni contra nuestros enemigos a quienes tenemos la obligación de quererlos y rezar por ellos. Pidamos al Corazón de Jesús que nos llene de su gracia, de una gracia tan grande que podamos querer a todos y especialmente a nuestros enemigos¨. Su actitud de amor cristiano hacia el ejército invasor no consistía en una total resignación ante la injusta ocupación, la madre Isabel siempre defendió el derecho a la defensa propia. Animaba a rezar y ofrecer sacrificios para que cambiase la ¨animosidad de los enemigos¨ y cuando surgiera un encuentro necesario habría que comportarse siempre antes ellos ´con la dignidad propia del hombre que es virtuoso, bien educado y sabe tratar al prójimo¨.

No eran palabras vacías. De hecho unos cuantos soldados heridos o paracaídas perdidos del ejército alemán fueron atendidos en Triuno. En el archivo de las Hermanas Franciscas Servidoras de la Cruz se encuentra una carta de un oficial alemán agradeciendo la ayuda prestada a los soldados alemanes heridos en septiembre de 1939. En los primeros meses del comienzo de la guerra, ese oficial alemán se acercó a Laski para agradecer la atención tan humana que habían recibido los heridos. La Fundadora, ignorando los motivos de su presencia, no quiso recibirle. Accedió a atenderle al saber la razón de su visita. A partir de entonces el oficial alemán siempre se dirigió a ella llamándola ´sehr heilege Mutter´ – muy santa Madre.

Con el Levantamiento de Varsovia, en los bosques de Kampinoska empezó la batalla por parte del Ejercito Nacional AK (Arma Krajowa). Para el lector desconocedor de la segunda guerra mundial quiero recordar que en Varsovia hubo dos levantamientos contra la ocupación nazi. El Levantamiento del Gueto de Varsovia (19.IV-16.V 1943 – 7000 judíos muertos y 40.000 deportados a campos de concentración – bajas alemanas: con seguridad menos de cien soldados – gueto en un 100% destruido) y el Levantamiento de Varsovia (1.VIII-2.X 1944 – 70.000 soldados polacos muertos, 200.000 civiles polacos muertos, 550.000 civiles deportados de Varsovia – 30.000 soldados alemanes muertos – ciudad en un 85% destruida). Los datos dan idea del drama vivido.

Isabel Czacka dio su total aceptación para que sus empleados en Laski colaboraran con los soldados guerrilleros del AK. A pesar del riesgo que corría permitió que por su terreno pasara armamento y suministros para la guerrilla. Ante las dudas del comandante de la AK, sino arriesgaban la vida de las religiosas, de los niños y de lo invidentes de Laski, la madre Isabel le respondió: ¨La decisión de luchar quedó resuelta en 1939: lucha por la libertad, y esa decisión nos obliga hoy y ahora¨. Sin embargo, como responsable de todo el complejo, no permitió que se realizara ninguna acción violenta contra el enemigo dentro del extenso terreno de Triuno. El complejo era vigilado y con frecuencia registrado por la Gestapo que buscaban soldados de la AK. Ni en los momentos de mayor peligro nunca fue entregado ningún soldado de la AK que se refugiaban allí. La madre Isabel con su presencia y dignidad daba valentía y seguridad a todos, y también procuraba que todos estuviesen confesados por si aconteciese lo peor.La disponibilidad de la Madre se manifestó también cuando las tropas alemanas enviaron por esa zona su división formada por ucranianos y mongoles. Muchas jóvenes muchachas y mujeres con hijos acudieron al complejo de Laski buscando protección y allí siempre fueron acogidas. Una de ellas recuerda que ¨tenía la madre Isabel una fe fuerte que en su complejo no iba a ocurrir nada malo. Y así fue: la locura de la soldadesca no llegaba a nosotros, había como una barrera invisible que protegía Laski¨.

Este artículo continuará con una segunda parte.

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