Cultura

Mujeres protagonistas de la historia medieval: Teófano, la gran emperatriz

En esta serie de artículos, José García Pelegrín recorre las vidas de cuatro mujeres que protagonizaron la historia medieval en Alemania. En esta segunda entrega habla de Teófano, la gran emperatriz.

José M. García Pelegrín·16 de agosto de 2024·Tiempo de lectura: 3 minutos
Teófano

Estatua que representa a Teófano en Hesse, Alemania (Wikimedia / GFreihalter)

A lo largo de la Edad Media, destacaron mujeres que supieron imponerse en un mundo dominado por hombres y ejercieron una influencia duradera en la sociedad y la Iglesia. Resulta significativo que en los albores del (sacro) imperio romano-germánico, durante prácticamente todo el siglo X, surgieron cuatro figuras femeninas que desempeñaron un papel crucial en la consolidación del reino.

Una de ellas fue Teófano, a quien algunos consideran como la “mujer que mayor poder tuvo en Occidente”, fue co-emperatriz del Imperio Romano-Germánico durante once años como esposa del emperador Otón II, sobre quien ejerció una gran influencia, y emperatriz durante siete años después de la muerte de su marido.

La llegada a la corte

Sin embargo, su llegada a tierras germánicas provocó inicialmente un cierto malestar entre la familia del emperador Otón I. Éste buscaba una unión duradera con el Imperio bizantino, lo que elevaría su prestigio como emperador de Occidente, mediante el matrimonio de su hijo Otón (II) con una princesa bizantina “purpúrea”, alusión al nacimiento en el palacio, como hija del Emperador. Otón lo había intentado ya en dos ocasiones, enviando emisarios a Constantinopla; pero sólo cuando se produjo una revuelta palaciega que llevó al trono constantinopolitano a Juan I Tzimiskes, este accedió a dicho matrimonio, también debido a la amenaza común para ambos imperios, los sarracenos.

Otón I partía de la base de que Juan I Tzimiskes enviaría a la princesa Ana, hija del difunto emperador Romanos II; sin embargo, el nuevo emperador bizantino envió a una sobrina-nieta, que no reunía el requisito de la “púrpura”.

Las fuentes suelen señalar que Otón el Grande quedó gratamente sorprendido por la refinada educación y las dotes de esta muchacha de, presumiblemente, 17 años, aunque algunas fuentes sostienen que sólo tenía 12. Ya fuera por esto o por no perjudicar las relaciones con Bizancio, Otón accedió a casar a su hijo con Teófano.

Teófano, emperatriz

Otón (II), que tenía entonces 18 años, y Teófano contrajeron matrimonio ante el Papa Juan XIII en la basílica de San Pedro de Roma el 14 de abril de 972. Ella incluso fue investida como “partícipe en el imperio”. A diferencia de lo que solía ocurrir en matrimonios de conveniencia, las fuentes resaltan la cariñosa relación entre ambos.

A pesar de su juventud, Teófano estuvo a la altura de su elevada posición como emperatriz en Occidente.  Pronto acompañó a su esposo Otón II, quien fue coronado emperador un año después de su matrimonio, en casi todos sus viajes por el imperio. Demostró ser una consejera diplomática y políticamente capaz para él y ejerció una influencia considerable en la política.

Con el emperador viajó a Italia en 980, donde permanecerían tres años. Aquí falleció Otón II en 983, a la edad de 29 años, víctima de la malaria. A su lado estaban también su madre, la emperatriz Adelaida, y su hermana, la abadesa Matilde, además de Teófano.

Otón II fue enterrado en la cripta de San Pedro, algo excepcional considerando que el último emperador allí sepultado fue Honorio, en 423. El sencillo sarcófago de piedra se alza sobre patas de águila y lleva la inscripción “Otto Secundus Imperator Augustus”. Se reforzaba así la idea de la “ translatio” o “renovatio” del Imperio Romano.

Fallecimiento en Roma

La emperatriz Teófano asumió, junto con su suegra Adelaida y la abadesa Matilde, la regencia de su hijo menor Otto durante ocho años. A pesar de que las fuentes son escasas y permiten varias interpretaciones, parece que Teófano consiguió apartar tanto a Adelaida como a Matilde de la regencia, convirtiéndose en la única emperatriz alemana que gobernó temporalmente en solitario durante la minoría de edad de su hijo.

No sólo logró imponerse ante nobles rebeldes y un gran levantamiento eslavo, sino que también allanó el camino para la coronación de su hijo como “Imperator Augustus”. Poco después de regresar de Roma falleció en Nimega en junio de 991, a la edad de aproximadamente 31 años. A su solicitud, fue enterrada en la iglesia abacial de San Pantaleón de Colonia, que ella había dotado generosamente, y donde hoy se encuentra su monumental tumba.

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