España

«Tenemos que tener el coraje de explicar la fe»

La teóloga y profesora de la Universidad de Notre Dame de Australia, Tracey Rowland, ha sido, junto al profesor Pablo Blanco, de la Universidad de Navarra, la principal ponente del Foro Omnes, celebrado durante la mañana del 14 de abril.

Maria José Atienza·14 de abril de 2021·Tiempo de lectura: 6 minutos
Tracey Rowland

Tracey Rowland, ganadora del Premio Ratzinger 2020, ha sido la ponente principal de este encuentro en el que Pablo Blanco, sacerdote y profesor en la universidad de Navarra, ha sido el encargado de introducir y moderar este foro.

En su intervención, tras presentar el currículo de la ponente, ha destacado cómo, con la aparición de las publicaciones “Hochland y Communio, los aires teológicos van cambiando. En ámbito anglosajón, tal como nos propone Rowland, la Radical Orthodoxy, la Ortodoxia radical, un movimiento que surgió en Cambridge en los años noventa del siglo pasado, y que proponía algo tan poco ilustrado y tan posmoderno como el valor de la liturgia como lugar teológico, entre otras propuestas”.

Blanco ha querido señalar asimismo que “Tracey Rowland nos recuerda que la propuesta de Joseph Ratzinger no consiste solo en una cristianización de la cultura, sino en una ‘trinitarización’ de ella: en una lectura en clave trinitaria de la cultura”.

Hochland: una visión integradora

La premio Ratzinger 2020 de Teología, Tracey Rowland, ha comenzado su intervención recordando cómo la relación y el interés entre la teología y la cultura se remonta a los últimos compases del siglo XIX y, especialmente, a inicios del siglo XX con la fundación de la revista Hochland por parte de Carl Muth que perseguía lograr en Alemania aquello que había vivido en Francia donde «los católicos creyentes se movían con gran libertad en la élite intelectual del país, participando en las grandes discusiones como socios iguales”. Hochland, ha recodado la profesora Rowland “se publicó entre 1903 y 1971 con un cierre de cinco años entre los años 1941-46 debido a la oposición nazi a su línea editorial.

Hochland se diferenciaba de otras revistas católicas en que publicaba artículos de todo el espectro de las humanidades, no sólo ensayos de Teología y Filosofía, sino trabajos sobre Arte, literatura, historia, política y música. Fue, pues, uno de los primeros intentos de ofrecer reflexiones sobre la vida cultural a través de la lente de la teología y la filosofía y de otras disciplinas de humanidades”. Una publicación, como ha definido Rowland «abierta a la integración de disciplinas y a una visión del mundo compuesta por elementos multidisciplinares”.

«Hochland fue uno de los primeros intentos de ofrecer reflexiones sobre la vida cultural a través de la lente de la teología”

Tracey Rowland. Premio Ratzinger 2020

Communio: International Review

Hochland sería la precursora de Communio: International Review, fundada por Hans Urs von Balthasar, Henri Lubac y Joseph Ratzinger, de la cual, uno de sus rasgos distintivos es “su atención a la relación entre fe y cultura y la oferta de análisis teológicos de los fenómenos culturales contemporáneos”. Racey Rowland ha apuntado “la estrecha sinergia entre la línea de Communio y el movimiento de la Ortodoxia Radical (Radical Orthodoxy)”, al que pertenecen nombres como John Milbank, Catherine Pickstock  o Graham Ward.

Revista: Communio: International Review
Fundadores: Hans Urs von Balthasar, Henri Lubac, Joseph Ratzinger
Año de inicio: 1972

Tanto estos como los impulsores de Communio “quieren dialogar con la cultura, pero «se niegan a dialogar con la cultura en términos no teológicos». En esta línea, Rowland ha recogido la afirmación del obispo Robert Barron, de Los Ángeles, de que “cuando se trata de pensar en la relación entre la teología y la cultura, la cuestión más fundamental es la de si Cristo posiciona a la cultura o si la cultura posiciona a Cristo”.

“Ratzinger – ha continuado la doctora Rowland- defiende una completa transformación trinitaria de la cultura, no sólo una transformación cristológica, sino una transformación trinitaria. Uno encuentra el principio fundamental de esta transformación expresado en el documento ‘La fe y la Inculturación’, publicado Comisión Teológica Internacional entonces bajo la dirección de Ratzinger”.

Rowland ha traído a colación la expresión de Aidan Nichols OP, «taxis Trinitaria», para describir “cómo los ámbitos de la cultura pueden ser apropiados por las diferentes Personas de la Trinidad”, de tal modo que “las culturas pueden analizarse teológicamente planteando preguntas como las siguientes: ¿cuáles son los orígenes y los objetivos de esta cultura? ¿Cómo se integran o relacionan entre sí los elementos que componen la cultura?  Y, ¿qué espiritualidad/es rige el ethos moral de esta cultura?

El hombre masa y la evangelización

Los nombres de Christopher Dawson y Romano Guardini son claves en el desarrollo de estos conceptos. Especialmente Guardini, ha continuado Rowland algunas de cuyas obras “especialmente sus Cartas desde el lago Como, El fin del mundo moderno y Libertad, gracia y destino, explican cómo la cultura de la modernidad tiene la forma de la máquina y cómo el hombre masa, desconectado de la cultura de la Encarnación, se ha empobrecido culturalmente al rebajar sistemáticamente sus horizontes espirituales”. Rowland ha subrayado como en su obra “’El fin del mundo moderno’, Guardini estableció una conexión entre el carácter del hombre masa y los problemas de la evangelización en el mundo contemporáneo. Describió al hombre masa como una persona sin voluntad, vulnerable a la manipulación ideológica, e identificó la causa de esta disposición como una relación causal entre la falta de una cultura fructífera y elevada”.

Rowland ha señalado otro elemento teológico de la transformación trinitaria de la cultura presente en la obra de Guardini: la precedencia del Logos al ethos. Para este teólogo, el hecho contrario, es decir, la prioridad del ethos sobre el Logos es la causa de lo que él conocía como las dimensiones patológicas de la cultura de la modernidad. “Una vez que se niega la importancia de la ontología no hay forma de vincular las facultades del alma humana como el intelecto, la memoria, la voluntad, la imaginación y el corazón entendido como punto de integración de todas estas facultades con las virtudes teologales (fe, esperanza y amor) y las propiedades trascendentales del ser (verdad, belleza, bondad y unidad)”.

La transformación trinitaria de la cultura

“Si la persona humana está hecha a imagen de Dios para crecer a semejanza de Cristo, entonces la teología trinitaria es absolutamente fundacional para cualquier teología de la persona humana y cualquier teología de la cultura”. Rowland no ha negado que “aunque la teología de la cultura de Joseph Ratzinger y sus colegas de Communio podría describirse como ‘principios para una transformación trinitaria de la cultura’, y aunque puede haber muchos aspectos de esta teología que se comparten con los estudiosos de los círculos de la Ortodoxia Radical que proceden de comunidades eclesiales reformistas, existen, no obstante, enfoques alternativos y, de hecho, antitéticos, de la relación entre teología y cultura actualmente en el ‘mercado’ como la teología correlacionista, promovida por Edward Schillebeeckx.

La profesora de la Universidad de Notre Dame se ha referido, asimismo, a las posiciones desarrolladas por Hans Urs von Balthasar, seguidor de Guardini, contrarias a las nociones del correlacionismo ya que presupone una relación extrínseca entre Cristo y el mundo mientras que, según Urs von Balthasar: «Los cristianos no necesitan reconciliar a Cristo y al mundo entre sí, ni mediar entre Cristo y el mundo: Cristo mismo es la única mediación y reconciliación. Asimismo ha recordado otra crítica de este teólogo, lo que él conocía como “destilación de valores” y que se refiere a un proceso que «destila» los llamados valores cristianos y los “vende” al mundo “sin cargar a los no cristianos con las creencias teológicas de las que se destilaron los valores. una vez que los ‘valores’, así llamados, han sido destilados de las doctrinas cristianas, tienen la tendencia a ‘mutar’, adoptan nuevos significados y sirven a fines anticristianos. Numerosos estudiosos han señalado el hecho de que las formas más violentas de la ideología anticristiana son siempre parásitas de la enseñanza cristiana”.

El peligro iconoclasta

Rowland se ha detenido, finalmente, en lo que “Ratzinger llama el peligro de la ‘iconoclastia’. Se trata del miedo a afirmar la belleza y la alta cultura. Una idea, que ha recordado Tracey Rowland “ha tenido una fuerte presencia en la teología protestante”. En este sentido: “la belleza y la alta cultura se asociaron con el catolicismo barroco y contrarreformista, y como la escolástica barroca no estaba de moda, todo lo que acompañaba a la escolástica barroca pasó a no estarlo. En algunas partes del mundo católico esto incluía la liturgia solemne y su sustitución por lo que Ratzinger llama ‘liturgia parroquial de fiesta de té’. En otras partes del mundo católico, la liturgia solemne y el mobiliario eclesiástico bello, ornamentos y los vasos sagrados, se asociaron con el mundo del catolicismo de clase alta y se consideraron incompatibles con la opción preferencial por los pobres”. Esta iconoclastia “no es una opción cristiana, como declaró Ratzinger, ya que la Encarnación significa que el Dios invisible entra en el mundo visible”.

“La visión teológica de los círculos de Communio trabaja por una nueva transformación trinitaria de todas las dimensiones de nuestra cultura”

Tracey Rowland

“La visión teológica de los círculos de Communio”, ha concluido Rowland, es “no rebajar los horizontes de la fe a las dimensiones de la cultura de masas ni entrar en el contraproducente proceso de destilar los valores cristianos de la doctrina cristiana, sino trabajar por una nueva transformación trinitaria de todas las dimensiones de nuestra cultura”.

El encuentro se ha cerrado con un animado coloquio entre espectadores y ponentes en los que se han abordado temas como la de “re-contextualización” de la fe en la cultura de la post-modernidad, el papel de los medios de comunicación en esta relación entre teología y cultura o la consistencia de propuestas como las del recientemente fallecido Hans Küng con su ética mundial.

Sobre la relación de las teorías sociales con la teología, la profesora Rowland ha señalado en el curso del coloquio que debe reconocerse el necesario papel a esas teorías. Sin embargo, de acuerdo con la tesis de que es Cristo quien “posiciona” la cultura y no ésta a Cristo, a la hora de valorarlas no puede dejarse aparte la tradición de la fe. El mismo Señor envió a los discípulos a convertir a todos, y no sencillamente a comparar los valores de los distintos grupos religiosas. «La fe no es un producto más en el mercado”, ha afirmado Rowland. Por eso, “si la élite intelectual católica simplemente asume unas creencias de moda, el resultado final sería que los católicos se convertirían en hijos de su época, y nada más. Perderían la conexión con la verdad, y eso sería una tragedia terrible, especialmente para las generaciones jóvenes. Tenemos que tener el coraje de explicar la fe”.

 

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