“Con el colapso de la cosmovisión judeocristiana y el surgimiento del secularismo, los sistemas de creencias políticas basados en la justicia social y en la identidad personal han llegado a llenar el espacio que alguna vez ocuparon las creencias y prácticas cristianas”, señaló en su intervención telemática el arzobispo de Los Ángeles y presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos (USCCB), en la presentación del inminente Congreso que, organizado por la Asociación Católica de Propagandistas y el CEU, lleva como título Corrección política: libertades en peligro.
A juicio de Monseñor José Gómez, “la mejor manera de que la Iglesia entienda lo que son los nuevos movimientos de justicia social es considerarlos como pseudo religiones, e incluso como reemplazos y rivales de las creencias cristianas tradicionales”.
“Como sea que llamemos a estos movimientos —“justicia social”, “cultura woke” (despierto), “política identitaria”, “interseccionalidad”, “ideología sucesora”—, éstos afirman ofrecer lo que la religión proporciona. Además, al igual que el cristianismo, estos nuevos movimientos cuentan su propia ‘historia de salvación’.
En consecuencia, “ahora más que nunca, la Iglesia y todo católico necesita conocer la historia cristiana, y proclamarla en toda su belleza y en toda su verdad, porque actualmente, hay otra historia rondando por ahí. Una narrativa antagonista de “salvación” que escuchamos en los medios de comunicación y en nuestras instituciones, proveniente de los nuevos movimientos de justicia social”, añadió.
Lo que podríamos llamar la historia del movimiento “woke”, prosiguió el arzobispo de Los Ángeles, dice algo como esto: “No podemos saber de dónde venimos, pero somos conscientes de que tenemos intereses comunes con quienes comparten nuestro color de piel o nuestra posición en la sociedad. Somos conscientes, con mucho dolor, de que nuestro grupo está sufriendo y está siendo alienado, y esto pasa, sin culpa nuestra. La causa de nuestra infelicidad es que somos víctimas de la opresión de otros grupos de la sociedad. Y conseguimos la liberación y la redención a través de nuestra lucha constante contra nuestros opresores, librando una batalla por el poder político y cultural, en nombre de la creación de una sociedad equitativa”.
Edificar con la verdad sobre Dios
Éste es, ciertamente, “un discurso poderoso y atractivo para millones de personas, tanto en la sociedad estadounidense, como en las sociedades de todo Occidente”, señaló Mons. José Gómez, quien subrayó que “por supuesto todos queremos fomentar una sociedad en la que haya igualdad, libertad y dignidad para todas las personas. Pero sólo podemos edificar una sociedad justa sobre la base de la verdad sobre Dios y sobre la naturaleza humana. Esta ha sido la enseñanza constante de nuestra Iglesia y de los Santos Padres durante casi dos siglos, y hasta la fecha”.
En este punto, el arzobispo recordó al Papa emérito Benedicto XVI, quien “nos advirtió que el eclipse de Dios lleva al eclipse de la persona humana. Una y otra vez nos recordó: cuando nos olvidamos de Dios, ya no vemos la imagen de Dios en nuestro prójimo”.
A continuación citó al Papa Francisco, quien “ha destacado con fuerza la misma verdad en Fratelli Tutti: a menos que creamos que Dios es nuestro Padre, no encontraremos motivo para tratar a los demás como nuestros hermanos y hermanas”.
Ideologías ateas y visión marxista
Ése es precisamente el problema que tenemos, ahondó el presidente de la Conferencia Episcopal de Estados Unidos: “Las teorías e ideologías críticas de hoy son profundamente ateas. Niegan el alma, así como también la dimensión espiritual y trascendente de la naturaleza humana; o piensan que eso es irrelevante para la felicidad humana. Reducen lo que significa ser humano a cualidades esencialmente físicas como el color de nuestra piel, nuestro sexo, nuestras nociones de género, origen étnico y posición en la sociedad. Sin duda, podemos ver que se trata de algunos elementos de la teología de la liberación, arraigada en una visión cultural marxista”.
En su opinión, no se debe menospreciar a los movimientos de justicia social, porque obtienen “su fuerza debido a la sencillez de sus explicaciones: el mundo está dividido en inocentes y víctimas, aliados y enemigos. Esta narrativa es también atractiva porque, como dije antes, responde a necesidades y sufrimientos humanos reales. La gente está sufriendo, se siente discriminada y excluida de las oportunidades que hay en la sociedad.
El Evangelio, la fuerza más poderosa
La reflexión final del arzobispo se centró en Jesucristo. ¿Qué se debe hacer? ¿Cómo debería responder la Iglesia a estos nuevos movimientos seculares que buscan el cambio social? Mi respuesta es sencilla. Necesitamos proclamar a Jesucristo. Proclamarlo audazmente, con creatividad. Necesitamos narrar nuestra historia de salvación de una manera nueva. Con caridad y confianza, sin miedo. Ésta es la misión de la Iglesia para todas las épocas y para todos los momentos culturales”.
“No deberíamos dejarnos intimidar por estas nuevas religiones de justicia social y de identidad política”, añadió. “El Evangelio sigue siendo la fuerza más poderosa de cambio social que jamás haya existido en el mundo. Y la Iglesia ha sido ‘antirracista’ desde el principio. Todos están incluidos dentro de su mensaje de salvación”.
Dorothy Day y Augustus Tolton
“En lo personal, yo encuentro inspiración en los santos y en los personajes que vivieron una vida de santidad en la historia de mi país”, concluyó el arzobispo de Los Ángeles. “Pienso especialmente en la Sierva de Dios, Dorothy Day. Para mí, ella ofrece un testimonio importante de la manera en que los católicos pueden trabajar para cambiar el orden social a través del desprendimiento radical y del amor a los pobres basado en las Bienaventuranzas, en el Sermón de la Montaña y en las obras de misericordia”.
Finalmente, mencionó al venerable Padre Augustus Tolton. “La suya es una historia impresionante y verdaderamente estadounidense. Él nació en la esclavitud, escapó para conseguir la libertad con su madre y se convirtió en el primer afroamericano ordenado sacerdote en mi país. El Padre Tolton dijo una vez: “La Iglesia católica deplora una doble esclavitud: la de la mente y la del cuerpo. Ella se esfuerza por liberarnos de ambas”.
“Individualismo exasperante”
Mons. Mario Iceta, arzobispo de Burgos, y miembro de la Comisión Ejecutiva de la Conferencia Episcopal, señaló en primer lugar que “estamos en un cambio de época, y un cambio de época hace referencia a una nueva concepción antropológica. Este cambio de época no aparece de la noche a la mañana y está ligado a un elemento fundamental que es el concepto de la libertad”.
“La naturaleza ya no se ve como un regalo del Creador”, sino que “el ser humano le da sentido. Da sentido a la creación, a la propia humanidad, a la propia sexualidad transformada en género…”. Y surge “una sociedad desvinculada. El Papa habla de un individualismo exasperante y esto evidentemente pone en evidencia cuál es la realidad en la que vivimos. Ciertamente hay eclipse de Dios, el ser humano está sumido en una pura inmanencia. Y ciertamente la interpretación del mundo está dejada en las ideologías”.
Al final del acto, en el que el arzobispo de Burgos estuvo acompañado por el presidente de la Asociación Católica de Propagandistas, Alfonso Bullón de Mendoza, Monseñor Mario Iceta se refirió a diversas frases de Jesús en el Evangelio, en las que se aprecia “esa indigencia del ser humano sin el amor de Dios”. Y se preguntó quiénes son los pobres, al efectuar un repaso por diversos modos de pobreza.
Diversos modos de pobreza
“Pensamos que solo hay una pobreza material, pero pienso que hay una gradación de pobreza. La primera, más escandalosa, más visible, es la pobreza material. Una pobreza realmente hiriente. Luego hay una pobreza personal. Siendo obispo de Bilbao”, comentó, “cuando hablabas con estas personas que lamentablemente no encontraban hogar, te dabas cuenta de que había algo más que una pobreza material. Una pobreza personal, psicológica, familiar… Una pobreza personal necesita un acompañamiento profundo. Luego está la pobreza de la soledad, y la tremenda pobreza de Dios. El Señor se refiere a ello cuando dice ‘No sólo de pan vive el hombre’”.
El arzobispo de Burgos efectuó un rápido repaso de otras pobrezas. “El gran reto de la educación. En nuestra corta democracia llama la atención la octava ley educativa. La Iglesia siempre ha respondido a la educación. Y la cuestión de los medios de comunicación, es un elemento esencial para la libertad, para la paz. Vemos también una natalidad que se colapsa en España, somos un país de personas muy mayores. No tenemos un recambio generacional. La comunicación en las redes sociales, ciertamente ahora tenemos las fake news, que son mentiras”.
“No confrontación ni hostilidad”
“En una actualidad en la que se habla de la posverdad, con una interpretación del mundo vinculada a las ideologías, en la que se confunde la verdad real con la certeza o la opinión, los cristianos debemos tener esperanza en Cristo y en el Evangelio, pues son capaces de dialogar con todas las culturas y los pensamientos”, subrayó.
Mons. Iceta se preguntó finalmente: “¿Cuál es por tanto nuestra actitud? Los cristianos estamos llamados no a la confrontación ni a la hostilidad, sino al bien y a la belleza. Una propuesta ciertamente, de proposición, de encuentro, de iluminar. Nuestra propuesta es mostrar el bien, es la plenitud. Ése es nuestro camino”.