«En este Sínodo ―también para hacerle lugar al Espíritu Santo― está la prioridad de la escucha, está esta prioridad». Lo recordó el Papa, en su saludo en la apertura de la primera Congregación General, en el Aula Pablo VI.
El Papa dedicó la última parte de su saludo al trabajo, que, en su consideración, deben hacer los asambleístas y los comunicadores ante este sínodo.
A los participantes del Sínodo, indicaba el Papa: «Tenemos que dar un mensaje a los operadores de prensa, a los periodistas, que hacen un trabajo muy hermoso, muy bueno. Tenemos que dar precisamente una comunicación que sea reflejo de esta vida en el Espíritu Santo. Hace falta una ascesis ―perdón por hablar así a los periodistas―, un cierto ayuno de la palabra pública para custodiar esto. Y lo que se publique, que sea en este clima. Algunos dirán ―lo están diciendo― que los obispos tienen miedo y por eso no quieren que los periodistas hablen. No, el trabajo de los periodistas es muy importante. Pero debemos ayudarles a que digan esto, este andar en el Espíritu. Y más que la prioridad de hablar, está la prioridad de escuchar”.
En cuanto a los profesionales de la comunicación señalaba: “Pido a los periodistas que, por favor, hagan comprender esto a la gente, que sepa que la prioridad es escuchar”. Añadía el papa que “circulan algunas hipótesis sobre este Sínodo: ‘¿qué irán a hacer?’, ‘quizá el sacerdocio para las mujeres’; no sé, estas cosas que se dicen fuera. Y dicen muchas veces que los obispos tienen miedo de comunicar lo que está pasando. Por eso les pido a ustedes, comunicadores, que cumplan bien su función, adecuadamente, para que la Iglesia y la gente de buena voluntad ―los otros dirán lo que quieran― entiendan que también en la Iglesia existe la prioridad de la escucha”.
El Papa y los comunicadores
A finales de agosto, Francisco, al recibir el premio «Es Periodismo», había relanzado «la urgencia de una comunicación constructiva, que favorezca la cultura del encuentro y no del choque; la cultura de la paz y no de la guerra; la cultura de la apertura al otro y no del prejuicio». Advertía de nuevo el Papa de los «pecados del periodismo»: desinformación, calumnia, difamación y coprofilia.
«Por favor, no cedamos a la lógica de la oposición, no nos dejemos condicionar por el lenguaje del odio», señalaba el Pontífice. Con el llamamiento a cultivar el principio de la realidad, que es siempre «superior a la idea». Para no correr el riesgo de que «la sociedad de la información se convierta en la sociedad de la desinformación».
En relación al Sínodo sobre la sinodalidad el Papa apuntaba que «la Iglesia de hoy ofrece al mundo, un mundo tan a menudo incapaz de tomar decisiones, incluso cuando está en juego nuestra propia supervivencia».
«Estamos tratando de aprender un nuevo modo de vivir las relaciones, de escucharnos unos a otros para oír y seguir la voz del Espíritu -señaló Francisco- Hemos abierto nuestras puertas, hemos ofrecido a todos la oportunidad de participar, hemos tenido en cuenta las necesidades y sugerencias de todos. Queremos contribuir juntos a construir una Iglesia en la que todos se sientan en casa, en la que nadie quede excluido. Esa palabra del Evangelio que es tan importante: todos. Todos, todos: no hay católicos de primera, de segunda o de tercera: no. Todos juntos. Todos. Es la invitación del Señor… Por eso me atrevo a pediros ayuda, en esto, a los maestros del periodismo: ayudadme a contar este proceso como lo que realmente es, dejando atrás la lógica de los eslóganes y de las historias prefabricadas».
«Ayuno informativo» en el Sínodo
«Detenerse. Escucharse a sí mismo. Es un reto que merece ser contado. Es la primera novedad de este Sínodo». Así lo reiteró Paolo Ruffini, prefecto del Dicasterio para la Comunicación y presidente de la Comisión para la Información de la Asamblea, en el briefing con periodistas, que tuvo lugar el jueves 5 de octubre en la Oficina de Prensa de la Santa Sede.
«Los demás miembros de la Comisión de Información serán elegidos el lunes por la mañana», señaló el prefecto. «Ayer pudisteis seguir íntegramente la primera jornada», dijo a los periodistas. «Hoy, como sabéis, comenzaron los círculos menores, que por su carácter forman parte de esos momentos que deben ser preservados en su confidencialidad».
«El Papa explicó por qué», recordó el prefecto: «Para dar prioridad a la escucha de los demás y del Espíritu Santo. Para hacer una pausa en el barullo en el que estamos inmersos. Para discernir, ayunando de la palabra pública».
Este ayuno no implica que no haya nada sobre lo que escribir», explicó Ruffini a los periodistas. En todo caso, la noticia está aquí. En esta suspensión del tiempo. En este silencio que ensordece a su manera porque es totalmente diferente de la rutina de la palabra pública, que se ha acostumbrado al estereotipo de la réplica’.
En realidad, para Ruffini, «la noticia está en la manera en que una institución tan grande como la Iglesia se permite un momento de discernimiento común en el silencio, la escucha, la fe, la comunión y la oración. La noticia está en este ayuno, en esta parada».
El Sínodo, añadió en respuesta a una pregunta, es «un cuerpo», es «una experiencia de compartir» que quiere «tomarse el tiempo de discernir». El camino sinodal continuará en discernimiento y no hay que esperar decisiones porque estamos «a mitad de camino», en «un proceso que garantiza que todos puedan presentar su punto de vista» y «llegar a un consenso en comunión».
Para el prefecto del Dicasterio para la Comunicación el discernimiento, por tanto, es el criterio orientador de la reflexión sinodal, a partir de la pregunta principal: «Partiendo del camino de la Iglesia local de la que cada uno procede y de los contenidos del Instrumentum laboris, ¿qué signos distintivos de una Iglesia sinodal emergen con mayor claridad y cuáles necesitan ser más claramente reconocidos, subrayados o profundizados?».
Hay 8 «puntos para la oración y la reflexión preparatoria». La capacidad de aprender a escuchar como característica de una Iglesia sinodal es el centro de la cuarta pista. Con una pregunta sobre qué recursos se poseen y cuáles faltan.
En esencia: ¿Cómo puede la capacidad de escuchar convertirse en una característica cada vez más reconocida y reconocible de nuestras comunidades?