Estados Unidos

La Iglesia en Estados Unidos presenta el documento de síntesis para el Sínodo

La conferencia episcopal estadounidense ha presentado la “Síntesis Nacional del Pueblo de Dios en los Estados Unidos de América para la Etapa Intermedia del Sínodo 2021-2024”, donde muestran la gratitud y las preocupaciones de los participantes.

Paloma López Campos·31 de mayo de 2024·Tiempo de lectura: 4 minutos
Sínodo

Mesas del trabajo durante el Sínodo de la Sinodalidad en octubre de 2023 (CNS photo / Lola Gomez)

La conferencia episcopal estadounidense ha presentado la “Síntesis Nacional del Pueblo de Dios en los Estados Unidos de América para la Etapa Intermedia del Sínodo 2021-2024”. En este documento, afirman, queda reflejada “la percepción de que existe entre los católicos de los Estados Unidos un profundo deseo de reconstruir y fortalecer nuestra comunión como Cuerpo de Cristo”.

Los obispos expresan su confianza en que “a lo largo del camino sinodal, el Espíritu abre espacios donde podemos hablar sobre las tensiones de larga duración y al mismo tiempo profundizar los vínculos de nuestra comunión bautismal”. Por ello, es una ocasión para “practicar con gracia el arte humanamente delicado de escucharnos unos a otros y hablar juntos”.

Con la presentación de este documento, la conferencia episcopal quiere invitar “al estudio y la reflexión, no de forma aislada, sino en conjunto con la experiencia vivida”. Asimismo, esperan que se ponga de manifiesto que este Sínodo “es un momento significativo dentro de la vida de la Iglesia”.

Iglesia de acogida

La síntesis de esta fase del Sínodo señala que el diálogo “ha expuesto, o ha sacado a la luz, tensiones subyacentes”. Sin embargo, también han surgido frutos, “dos esperanzas básicas para la Iglesia”. El documento se refiere a estas ilusiones como “el Puerto Seguro de Certeza y apertura y el misterio profético en el corazón de nuestra Comunión Ardiente”

En cuanto a ese “Puerto Seguro”, el documento afirma que la Iglesia puede ser un lugar “donde los fieles son acogidos, sostenidos y amados”. O, en otras palabras, “un lugar para sanarse durante el camino del discipulado misionero”. Por otro lado, “la Iglesia está llamada no solo a ser un lugar seguro, sino también una Comunión Ardiente que da testimonio del Evangelio con celo profético”.

Uno de los aspectos más importantes donde se ven estas dos facetas de la Iglesia, según los grupos locales de trabajo del Sínodo, es en las comunidades parroquiales multiculturales. En estos grupos la acogida ejemplar de algunas parroquias favorece “la construcción de relaciones” y muestra “una hospitalidad que va más allá de la bienvenida superficial”.

Participación, más allá del Sínodo

El documento de síntesis nacional del Sínodo recoge el deseo de muchas personas “de una mayor atención a la formación para la evangelización”. Esto se debe a que “los fieles, incluyendo los grupos marginados que participaron en el Sínodo, comunicaron el deseo de participar en la misión evangelizadora de la Iglesia”.

Con el fin de lograr esto, los grupos de trabajo han propuesto esforzarse por lograr “una catequesis y formación más sólidas, centrándose específicamente en programas de evangelización, la doctrina social de la Iglesia y el papel de la familia”.

En este sentido, “muchos participantes expresaron tensiones en torno a la participación activa de las mujeres en la labor de proclamar la Buena Nueva de Cristo”. Asimismo, “se descubrieron sentimientos similares en torno al deseo de los jóvenes adultos de participar activamente en su fe”.

Obediencia a Dios

La síntesis del Sínodo recoge también la opinión de algunos participantes, quienes piensan que esta etapa que atraviesa la Iglesia es “una invitación a profundizar nuestra confianza en Dios, quien puede obrar a través de los miembros imperfectos del Cuerpo de Cristo”.

Precisamente por ello, consideran que “la experiencia sinodal en curso ha ofrecido al Pueblo de Dios un recordatorio de nuestro llamado a la obediencia existencial”. Y que, a pesar de las tensiones entre fieles, “nuestra comunión de fe compartida en Cristo nos llama a caminar juntos, participando activamente en la misión de la Iglesia”.

Tensiones del pasado

Estas tensiones mencionadas fueron una parte importante de la conversación en esta etapa del Sínodo. En relación con estas, el documento dice que “los participantes expresaron un deseo sincero y urgente de abordar aquellas preocupaciones que impactaron más profundamente nuestra comunión como Pueblo de Dios”. En la gran mayoría de casos, estas tensiones se definieron como “confusión”.

Esta confusión se da en “casos de comunicación, tanto de la jerarquía como de los medios seculares y católicos, que reflejan y perpetúan la división dentro de la Iglesia universal y envían mensajes contradictorios”. Pero también se produce en el “área de la enseñanza y la tradición de la Iglesia”, “en situaciones relacionadas con la liturgia”, “en torno a la Doctrina Social de la Iglesia”, y “la tensión entre un espíritu acogedor y la necesidad de articular la enseñanza de la Iglesia”.

El Sínodo como experiencia de unidad

El documento recoge “el deseo de crecer en unidad y aprovechar este momento del proceso sinodal” por parte de los participantes. Se escucha, por tanto, una llamada “a ir más allá de las tensiones” para “formarnos profundamente en el trabajo del encuentro y reflexión”.

En este sentido, la sinodalidad en la Iglesia “debe ser un enfoque central de la formación en corresponsabilidad”.

Los obispos en el proceso sinodal

Los obispos estadounidenses también participaron de esta etapa del Sínodo. Muchos de ellos “compartieron las experiencias positivas de la escucha sinodal en sus diócesis” y “los desafíos que plantean las culturas cambiantes dentro de sus presbiterios”.

El episcopado reconoce que “los sacerdotes de otros países deben ser apreciados por sus dones”. Al mismo tiempo, admiten que “las posturas eclesiológicas varían entre los sacerdotes”, lo cual “puede ser una fuente de división”, que los obispos tienen que paliar.

La síntesis señala que “algunas de estas polarizaciones son de origen política, otras de naturaleza más explícitamente teológica”. Por eso es importante “la integración de un estilo sinodal de conversación, especialmente en las parroquias y las diócesis, en busca de mejores relaciones humanas y de comprensión mutua”.

Por otro lado, “los obispos evaluaron de forma generalmente positiva las relaciones entre ellos y la Santa Sede”. Sin embargo, muchos expresaron que “el contacto directo con Roma no es muy frecuente” y que “la comunicación entre los obispos y las oficinas de la Santa Sede podría ser mejor”.

Con todo, el episcopado mostró su “su aprecio por el trabajo del Nuncio Apostólico”. De hecho “la experiencia de las visitas Ad Limina a Roma fueron descritas como ocasiones de fraternidad y alegría”.

Gratitud por el Sínodo

La conclusión del documento expresa “gratitud por este camino sinodal”, gracias al cual se ha avanzado mucho “como compañeros en la Iglesia de los Estados Unidos”. Además, los participantes dicen ser “conscientes de la noción del Papa Francisco de una cultura del encuentro”.

La síntesis señala que las tensiones mencionadas durante los trabajos “no tienen por qué perturbar la comunión de caridad en la Iglesia”. Asimismo, subraya “el deseo y la fortaleza del Pueblo de Dios de comprometerse en el trabajo de la sinodalidad”.

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