Vaticano

El Sínodo de la Sinodalidad avanza hacia la segunda asamblea

El Sínodo de la Sinodalidad sigue avanzando. El 14 de marzo el Vaticano publicó unos documentos relacionados con unos nuevos grupos de trabajo que profundizarán en algunos temas, como la relación entre la Iglesia universal y la local o el impacto de las nuevas tecnologías.

Paloma López Campos·15 de marzo de 2024·Tiempo de lectura: 6 minutos
sínodo

Una carpeta con documentos sobre el Sínodo de la Sinodalidad

La Iglesia católica sigue trabajando en el Camino Sinodal. Como último avance, el Vaticano hizo públicos el 14 de marzo varios documentos acerca del Sínodo. Entre ellos, hay una carta enviada por el Papa Francisco al cardenal Mario Grech, secretario general de la Secretaría General del Sínodo. En la misiva, fechada a finales de febrero, el Pontífice dispone la creación de unos grupos de trabajo específicos para que traten algunos temas que “por su naturaleza, exigen un estudio en profundidad”.

En concreto, las cuestiones indicadas por el Papa para que trabajen estos grupos especializados son:

  • ”Algunos aspectos referentes a las relaciones entre las Iglesias orientales católicas y la Iglesia latina”. Para ello colaborarán teólogos y canonistas orientales y latinos;
  • La pobreza. Este grupo estará coordinado por el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral;
  • La evangelización digital. En este caso, habrá aportaciones del Dicasterio para la Comunicación, el Dicasterio para la Cultura y la Educación, y el Dicasterio para la Evangelización;
  • “La revisión de la ‘Ratio Fundamentalis Institutionis Sacerdotalis’ en perspectiva sinodal misionera”. Esta tarea la coordinará el Dicasterio para el Clero;
  • “Algunas cuestiones teológicas y canónicas en torno a formas ministeriales específicas”. En este aspecto, el grupo profundizará también en el diaconado femenino y los servicios eclesiales que no necesitan el sacramento del Orden;
  • Las relaciones entre los obispos, la vida consagrada y las agregaciones eclesiales, revisando los documentos relacionados con este tema para alcanzar un punto de vista sinodal y misionero. En este grupo colaborarán los Dicasterios para los Obispos, para los Institutos de la Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, para la Evangelización, y para los Laicos, la Familia y la Vida;
  • La figura y ministerio de los obispos en relación con los criterios para elegir a los candidatos al episcopado, las funciones judiciales del obispo y las visitas ‘ad limina Apostolorum’. Este estudio se dividirá en otros dos grupos específicos;
  • El papel que desarrollan los Representantes Pontificios;
  • Los “criterios teológicos y metodologías sinodales para un discernimiento compartido sobre las cuestiones doctrinales, pastorales y éticas controvertidas”;
  • Los frutos del camino ecuménico “en la praxis eclesial”.

Grupos de trabajo del Sínodo

Para profundizar en estas cuestiones, Francisco encarga la creación de los grupos de trabajo a la Secretaría General del Sínodo. Pide que participen en la labor de estudio “pastores y expertos de todos los continentes”. Asimismo, anima a que tomen en cuenta los trabajos ya realizados acerca de estos temas y que sigan “un método auténticamente sinodal”.

Por otro lado, el Pontífice resume en su carta al secretario general el espíritu de la próxima sesión del Sínodo: “¿Cómo podemos ser una Iglesia sinodal en misión?”. Finalmente, encarga a los grupos de estudio que preparen un primer informe de sus actividades para la Asamblea del próximo octubre y pide a la Secretaría General que redacte un esquema de trabajo.

Una misión única

Teniendo en cuenta lo expresado por el Papa Francisco en su carta, la Secretaría General del Sínodo ha publicado un documento en el que presenta “Cinco perspectivas para profundizar teológicamente con vistas a la Segunda Sesión de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos”.

El texto comienza afirmando que “crecer como Iglesia sinodal es una manera concreta de responder, todos y cada uno” a la misión encomendada por Cristo de evangelizar. Precisamente como esta llamada es común a toda la Iglesia, la Secretaría General quiere centrarse “en el tema de la participación de todos, en la variedad de vocaciones, carismas y ministerios” que forman parte de la Iglesia católica. En base a esto, uno de los objetivos es profundizar en “la contribución a la misión que puede provenir del reconocimiento y la promoción de los dones específicos de cada miembro del Pueblo de Dios”.

Además, la Secretaría indica que “el nexo dinámico entre la participación de todos y la autoridad de algunos, en el horizonte de la comunión y de la misión, será profundizado en su significado teológico, en las modalidades prácticas de su aplicación y en la concreción de las disposiciones canónicas”.

Elaboración del “Instrumentum laboris”

Para lograr un mejor análisis la Secretaría dispone tres niveles “distintos pero interdependientes”: las iglesias locales, las agrupaciones de iglesias (a nivel nacional, regional y continental) y, por último, el de toda la Iglesia en comunión con Roma.

Con el fin de poder redactar el “Instrumentum Laboris” de la Asamblea de octubre, las conferencias episcopales y las estructuras jerárquicas orientales recogerán las aportaciones realizadas a nivel local. Tras el período de consultas, tanto las conferencias como las estructuras jerárquicas enviarán las síntesis a la Secretaría General antes del 15 de mayo.

A estos documentos se sumarán otros materiales, como “los resultados del encuentro internacional ‘Párrocos para el Sínodo’ y las conclusiones de un “estudio teológico llevado a cabo por cinco grupos de trabajo activados por la Secretaría General del Sínodo”. Estos últimos equipos estarán compuestos por expertos de varios países, de sexo y condición eclesial diversa. El análisis de tres de los grupos se centrará en los tres niveles antes mencionados, mientras que los dos restantes realizarán un estudio transversal.

Nivel local

El documento de la Secretaría especifica los puntos que estudiarán los equipos de trabajo en cada uno de los niveles. En concreto, a nivel local profundizarán en:

  • ”El sentido y las formas del ministerio del obispo diocesano” y sus “relaciones con el presbiterio, los órganos de participación, la vida consagrada y las agregaciones eclesiales”.
  • Modos de verificar el trabajo realizado por el obispo diocesano y “de quienes ejercen un ministerio (ordenado o no ordenado) en la Iglesia local”.
  • “El estilo y el modo de funcionamiento de los órganos de participación”. Asimismo, buscarán favorecer que las mujeres puedan tomar decisiones y “asumir funciones de responsabilidad en la atención pastoral y el ministerio”.
  • “La presencia y el servicio de los ministerios instituidos y de los ministerios de hecho”.

Nivel de las agrupaciones de Iglesias

A nivel de las agrupaciones de Iglesias, la Secretaría pide al equipo de trabajo que analice:

  • “El intercambio efectivo de dones entre las Iglesias”.
  • Los estatutos de las Conferencias episcopales.
  • “El estatuto de los organismos que agrupan a las Iglesias locales de un área continental o subcontinental”.

Nivel de la Iglesia universal

En cuanto al estudio desde la perspectiva de la Iglesia universal, el grupo de trabajo profundizará en:

  • Las aportaciones que pueden realizar las Iglesias de Oriente “para una profundización de la doctrina del primado petrino, aclarando su vínculo intrínseco con la colegialidad episcopal y la sinodalidad eclesial”.
  • El ecumenismo
  • “El papel de la Curia Romana, como órgano al servicio del ministerio universal del Obispo de Roma”.
  • La colegialidad desde la perspectiva de una Iglesia sinodal.
  • “La identidad propia del Sínodo de los Obispos”.

Cuatro dimensiones del Sínodo

Para favorecer los auténticos frutos del Sínodo, la Secretaría General anima a “la meditación de la Sagrada Escritura, a la oración y a la escucha mutua”. Gracias a ello, dice el documento, podrán articularse cuatro dimensiones: espiritual, institucional, procedimental y litúrgica. Teniendo en cuenta estos cuatro aspectos, uno de los grupos de trabajo que estudiará de manera transversal analizará:

  • La relación entre “el arraigo litúrgico y sacramental de la vida sinodal de la Iglesia” y el discernimiento eclesial.
  • “La configuración de la conversación en el Espíritu”, partiendo de la diversidad de experiencias.
  • La integración de la teología con las ciencias humanas y sociales a través del diálogo.
  • “Los criterios de discernimiento teológico y disciplinar”. El estudio también intentará aclarar la relación entre el “sensus fidei” y el magisterio.
  • El equilibrio entre la participación de todos y el ejercicio de la autoridad de algunos miembros de la Iglesia a la hora de tomar decisiones.
  • “La promoción de un estilo celebrativo adecuado a una Iglesia sinodal” que tome en cuenta la diversidad que existe dentro de esta.

El “lugar” de la Iglesia sinodal

El documento de la Secretaría General menciona con mucha frecuencia la diversidad dentro de la Iglesia, también en lo referente a los lugares en los que el Pueblo de Dios se encuentra con Cristo. En este sentido, expresa que “la movilidad humana, la presencia en un mismo contexto de culturas y experiencias religiosas diferentes, la omnipresencia del entorno digital, pueden considerarse ‘signos de los tiempos’ que es necesario discernir”.

Por ello, el quinto de los grupos de trabajo profundizará en:

  • “El desarrollo de una eclesiología atenta a la dimensión cultural del Pueblo de Dios”.
  • La consideración de los lugares concretos donde se produce la evangelización, para saber adaptar la predicación.
  • El impacto de la migración en las comunidades.
  • El impacto de las nuevas tecnologías.
  • Los retos canónicos y pastorales que produce la migraciones de fieles católicos de Oriente a los territorios de tradición latina.

Actualidad y comunión

La Secretaría General del Sínodo insiste en la importancia de “discernir los desafíos misioneros actuales”. De lo contrario, afirman que el anuncio del Evangelio perderá atractivo. Esta es la razón por la que insisten en “la atención a los jóvenes, a la cultura digital, y la necesidad de implicar a los pobres y marginados en el proceso sinodal”.

Por otro lado, el documento resalta que todos los bautizados deben participar en la evangelización. En consecuencia, es esencial “el ejercicio activo del ‘sensus fidei’ y de sus respectivos carismas, en sinergia con el ejercicio del ministerio de la autoridad por parte de los obispos”. De este modo, como indica la Secretaría, la jerarquía eclesial y la sinodalidad no entran nunca en conflicto, sino que tienen una relación dinámica.

El documento también subraya que lo local y lo universal no se enfrentan en la sinodalidad. Al contrario, esta “constituye el contexto eclesial adecuado para entender y promover la colegialidad episcopal”, señalando las pautas para lograr “la unidad y la catolicidad”. La Secretaría afirma que “lo que buscamos es un modo adecuado de vivir la unidad en la diversidad, experimentando la interconexión sin aplastar las diferencias y peculiaridades”.

El Sínodo como camino espiritual

Por último, el órgano rector del Sínodo resalta “el carácter exquisitamente espiritual del proceso sinodal”. Explica que el Sínodo no es un fin en sí mismo, sino una estrategia para “comprender lo que el Señor nos pide y estar dispuestos a hacerlo”.

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