La festividad de Nuestra Señora de Lourdes enmarca la Jornada Mundial del Enfermo que, la Iglesia española celebra este año bajo el lema “Cuidémonos mutuamente”.
Con este motivo, Omnes ha entrevistado a José Luis Méndez, director del departamento de Pastoral de la Salud de la Conferencia Episcopal Española.
P- ¿Cómo podemos aprovechar la Jornada del enfermo para ampliar la conciencia de la necesidad de la ayuda mutua y la verdadera fraternidad?
R- Hemos de aprovechar para ayudarnos mutuamente. Por una parte, quienes están sanos, rezando por los enfermos y quienes los cuidan y, al mismo tiempo, los enfermos pueden ofrecer cada rato de soledad, o de sufrimiento. Todo eso es un misterio con el que Cristo nos hace partícipes de su redención y, por lo tanto, es algo de un valor inestimable para la humanidad entera.
P- ¿Cómo vivir esta Jornada en medio de una época marcada por el coronavirus y con noticias diarias de fallecimientos, contagios… que pueden llegar a provocar desazón entre los cristianos?
R- Lo primero, hemos de no instalarnos en la cultura de la queja. Es verdad que los tiempos son duros, las cifras de muertes e ingresos en hospital encogen el corazón pero podemos tener dos posturas: quedarnos con el dato y asustarnos, o bien, escuchar el dato, encomendar a esos ingresados y proponernos repetir alguna oración breve a lo largo de la jornadas por los que ingresan o han fallecido. Tenemos que pensar más en el Cielo, dar razón de nuestra esperanza, porque el mal tiene fin, porque Dios le ha puesto un límite en Jesucristo.
Ante la situación de pandemia no podemos instalarnos «cultura de la queja»
P- Cómo podemos continuar alentando la importancia del cuidado y dignidad de los enfermos y mayores?
R – Lo primero, es pedir a la Virgen que cambie nuestros corazones para que nos ayude a mirar a los demás con ternura. Me gusta mucho esa expresión del pontificado del Papa Francisco «la revolución de la ternura». Sin esta ternura los cuidados serán una cosa meramente técnica. Si somos capaces de mirar a los demás de otra manera nos sentiremos involucrados en sus dolores, limitaciones, sufrimientos… y entonces empezaremos a cuidar de verdad. El cuidado «técnico» es imprescindible, pero hay un cuidado más hondo: el de una caricia, una mirada, un saber escuchar.
Si miramos con ojos de Cristo descubrimos que un minuto de una vida de un enfermo que se esta muriendo es una ocasión para amar y vale una eternidad.
P- ¿Cómo seguir avanzando en la difusión de la cultura de la vida?
R- Antes de nada, rezar y también animar a la gente a mirar de otra manera. Como dice esa oración «Que yo vea con tus ojos Cristo mío, Jesús de mi alma». Así entenderemos qué significa cuidar de verdad. Descubrimos que un minuto de una vida de un enfermo que se esta muriendo, ese minuto, es una ocasión para amar y vale una eternidad.