En el 60 aniversario de la promulgación de la Constitución dogmática «Lumen Gentium», la Pontificia Universidad de la Santa Cruz de Roma acogió los días 19 y 20 de noviembre de 2024 un Congreso Internacional para reflexionar en general sobre el legado del Concilio Vaticano II y cómo ha evolucionado la eclesiología en las últimas décadas. El acto se organizó en colaboración con la Universidad de Navarra, la Universidad Católica Juan Pablo II de Lublin y la Facultad de Teología de la Santa Cruz y la Universidad de la Suiza Italiana de Lugano.
El camino de la eclesiología
La primera jornada del Congreso ofreció un análisis histórico de la trayectoria eclesiológica, a cargo de Carlo Pioppi, profesor de Historia de la Iglesia en la Santa Cruz, quien ilustró las dos principales corrientes de pensamiento que se desarrollaron entre la Revolución Francesa y el Concilio Vaticano II: Por un lado, la tradición manualista con un enfoque jurídico y apologético; por otro, nuevas perspectivas que redescubrían a la Iglesia como un «organismo vivo guiado por el Espíritu Santo e inserto en la historia».
Desde la Universidad de Navarra, Pedro A. Benítez analizó el debate conciliar sobre la «estructura orgánica» de la Iglesia, destacando cómo esta idea se convirtió en central en la redacción de la Lumen Gentium, hasta el punto de describir a la Iglesia como «una realidad estructurada, un cuerpo unificado» en el que cada miembro desempeña un papel vital. También profundizó en este concepto Peter De May, de la Katholieke Universiteit Leuven, subrayando cómo se complementan los capítulos de la Constitución dedicados al pueblo de Dios, a los laicos y a la jerarquía.
Pueblo de Dios y comunión
Refiriéndose al contexto postconciliar, Hans Christian Schmidbaur, de la Facultad de Teología de Lugano, por su parte, subrayó cómo la «communio», principio fundamental del documento conciliar, no debe entenderse en sentido secular, sino como «communio sanctorum», una unión profunda entre Dios y la humanidad redimida, en la que la dimensión vertical de la relación con Dios asume y sigue manteniendo una importancia primordial.
Fue la misma experiencia durante el régimen comunista en Polonia, cuando se tendía a reducir la realidad eclesial a una dimensión puramente institucional, de la que habló Antoni Nadbrzezny, de la Universidad Católica de Lublin. Para el académico, Lumen Gentium restauró una imagen de la Iglesia como «entidad personal», una «comunidad de personas unidas por el amor del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo».
El segundo día de trabajo se pasó al análisis sistemático del documento conciliar, profundizando en los conceptos clave de Pueblo de Dios, comunión y sinodalidad. Desde el Instituto Papa Benedicto de Ratisbona, Christian Schaller ilustró las diferentes facetas del «Pueblo de Dios» en Lumen Gentium, analizando sus dimensiones profética, mesiánica e histórico-escatológica. En cuanto a la naturaleza misionera de este «pueblo», Sandra Mazzolini, de la Pontificia Universidad Urbaniana, habló en particular del papel de los laicos y de la contribución que la Iglesia puede aportar en el ámbito del diálogo intercultural, «piedra angular de la misión evangelizadora de la Iglesia, tanto universal como local».
Philip Goyret, antiguo Decano de la Facultad de Teología de la Universidad de la Santa Cruz, volvió también sobre el tema de la «comunión», definiéndolo como un concepto capaz de sintetizar otros elementos fundamentales de la Iglesia, como el misterio, el sacramento y la Eucaristía. Por tanto, no se trata en absoluto de una dimensión abstracta, sino de algo que ya se realiza en las Iglesias locales y que encuentra su máxima expresión en la celebración de la Eucaristía. Goyret subrayó a continuación la importancia de evitar una especie de «rivalidad» entre la eclesiología de comunión y la del Pueblo de Dios, explicando cómo la primera no excluye en absoluto la dimensión social y jurídica de la Iglesia.
El desafío sinodal
Otro aspecto abordado en el Congreso, también vinculado a la actualidad del pontificado del Papa Francisco, fue el de la eclesiología sinodal, del que habló Miguel de Salis, Director del Centro de Formación Sacerdotal Santa Cruz. El conferenciante -que también fue experto en el último Sínodo en el Vaticano- propuso un análisis en profundidad de la sinodalidad, partiendo de su definición de «caminar juntos» y analizando su conexión con la misión de la Iglesia.
Según De Salis, la sinodalidad debe basarse en una «estructura relacional fundamental», evitando tanto la rigidez de una excesiva dependencia de las formas institucionales como el riesgo de reducir la Iglesia a un mero reflejo de la sociedad contemporánea. Este «camino» debe enraizarse en la «pluralidad real de la vida comunitaria». En esta perspectiva, Vito Mignozzi, de la Facultad de Teología de Apulia, presentó la sinodalidad misma como «fruto de la progresiva recepción conciliar», explicando que se realiza en un «nexo esencial» que parte de la concreción de las comunidades locales para abrazar la dimensión universal de la Iglesia.
En definitiva, sesenta años después, Lumen Gentium sigue ofreciendo a la Iglesia una visión que abraza tanto el misterio de la fe como la concreción de la historia, invitando a las distintas generaciones a reconocer en la comunión y en la sinodalidad no sólo estructuras operativas, sino modos de vivir y testimoniar el Evangelio y de renovar el impulso misionero.