América Latina

Santa Teresa de los Andes, Evangelio encarnado

La fiesta de santa Teresa de los Andes se celebra el 13 de julio, en memoria de su vida entregada a Dios desde la orden del Carmelo, donde encarnó el espíritu evangélico de modo ejemplar.

Paloma López Campos·13 de julio de 2023·Tiempo de lectura: 2 minutos
Santa Teresa de los Andes

Tumba de Santa Teresa de los Andes (Wikimedia Commons)

Santa Teresa de los Andes nació en Chile el 13 de julio de 1900, con el nombre de Juana Enriqueta Josefina de los Sagrados Corazones Fernández Solar. Tuvo cinco hermanos y fue bautizada en Santiago con el nombre de Juana Enriqueta Josefina de los Sagrados Corazones Fernández Solar.

Desde muy pequeña, vivió la fe tanto en casa como en la escuela. Por ello, no es extraño que a los catorce años tomara la decisión de consagrarse a Dios como carmelita descalza. Sin embargo, no ingresó en el monasterio del Espíritu Santo, en Los Andes, hasta el 7 de mayo de 1919. Apenas unos meses después comenzó a vestir el hábito carmelita y cambió su nombre por Teresa de Jesús.

Santa Teresa de los Andes (Wikimedia Commons)

Un mes antes de morir, habló con su confesor y le dijo que el mismo Jesús le había revelado que moriría pronto. A pesar de esto, vivió con alegría y serenidad, confiando plenamente en Dios.

La novicia se contagió de tifus, lo que le provocó grandes sufrimientos físicos. Su dolor terminó el 12 de abril de 1920, día en el que falleció tras recibir los sacramentos. Todavía le faltaban unos meses para culminar el noviciado, si bien hizo la profesión religiosa “in articulo mortis” una semana antes de morir.

Una vida de amor

La vida de esta joven transcurrió de forma tranquila, sin eventos extraordinarios. La biografía que realizó el Vaticano sobre ella explica que su santidad reside en que “Dios le hizo experimentar su presencia, la cautivó con su conocimiento y la hizo suya a través de las exigencias de la cruz. Conociéndolo, lo amó; y amándolo se entregó a Él con radicalidad”.

Su carácter era contrario, en muchos aspectos, al espíritu evangélico. Sin embargo, en algún punto “se miró con ojos sinceros y sabios y comprendió que para ser de Dios era necesario morir a sí misma y a todo lo que no fuera Él”.

Dicen que “la santidad de su vida resplandeció en los actos de cada día, en los ambientes donde se desarrolló su vida”. Trató de entregarse con amor a su familia, en los estudios, con sus amigas y con todas aquellas personas con las que se encontraba.

Una vez en el carmelo, encontró allí “el cauce para derramar más eficazmente el torrente de vida que ella quería dar a la Iglesia de Cristo”.

Juan Pablo II celebró su beatificación en Santiago de Chile el 3 de abril de 1987. Unos pocos años después, en 1993, santa Teresa de los Andes fue canonizada en el Vaticano.

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