Cultura

Santa Sofía de Constantinopla, entre Oriente y Occidente

A finales de febrero del año 532, el emperador bizantino Justiniano mandó construir la basílica de Santa Sofía de Constantinopla, que fue la gran iglesia del Imperio romano de Oriente hasta la caída de Constantinopla en el año 1453.

Loreto Rios·23 de febrero de 2024·Tiempo de lectura: 3 minutos

Interior de la antigua basílica de Santa Sofía ©OSV

La ciudad de Constantinopla, fundada por el emperador Constantino I el Grande (280-337 d. C.) sobre la anterior Bizancio, se convirtió en la capital del Imperio romano tras la caída de Roma en el año 476 d. C.

Constantinopla fue conocida como la “Nueva Roma”, y se mantuvo en pie hasta que fue conquistada por los turcos en el año 1453, lo que supuso un duro golpe para la cristiandad.

La construcción de Santa Sofía

Fue el emperador Justiniano quien, en el año 532, ordenó construir la basílica de Santa Sofía, que fue durante muchos años la joya del Imperio romano de Oriente, tanto es así que en su interior se llevaban a cabo las coronaciones de los emperadores bizantinos, sobre una losa circular conocida como «Omphalion» (ombligo de la Tierra). Anteriormente, había habido en la misma ubicación otras dos iglesias, destruidas en el año 404 y 532 respectivamente, la segunda a consecuencia de un incendio en la revuelta interna de Niká (llamada así por el grito de batalla de los rebeldes) entre monofisitas y cristianos.

Pocos días después de la destrucción de esta iglesia, el emperador Justiniano decidió construir una gran basílica que superase a la anterior. El nombre que le dieron al nuevo templo no hace referencia a ninguna santa, sino que en griego Ἁγία Σοφία (Hagia Sophia) significa “Sabiduría sagrada”.

Se encargaron de diseñar Santa Sofía los arquitectos Antemio de Trales e Isidoro de Mileto, y su construcción fue bastante rápida, en apenas cinco años, entre el 532 y el 537. Se dice que Justiniano, al entrar en su interior, dijo: “Salomón, te he vencido”.

No se escatimaron gastos a la hora de construir este gran templo. De hecho, se decía que la Puerta del Emperador estaba fabricada con madera del Arca de Noé.

Sin embargo, la iglesia ha tenido que ser reconstruida en diferentes ocasiones, debido a las invasiones y numerosos terremotos. Pocos años después de su construcción, en el 558, la cúpula se derrumbó y tuvo que ser reconstruida por Isidoro el Joven, sobrino de uno de los arquitectos originales.

La cúpula

La famosa cúpula de Santa Sofía mide más de 30 metros de diámetro y se levanta 55 metros por encima del suelo. Se sostiene mediante pechinas y fue la más grande del mundo hasta que se construyó la de la catedral de Florencia en el siglo XV.

El historiador bizantino Procopio de Cesárea (500-560), considerado la fuente principal del reinado del emperador Justiniano, dijo de la cúpula que «parece no estar fundada en una mampostería sólida, sino estar suspendida del cielo por una cadena de oro». El patriarca de Constantinopla Focio (820-893), por su parte, afirmaba: “Es como entrar en el mismo cielo sin nadie en medio del camino; uno es iluminado y afectado por las diversas bellezas que brillan delante como estrellas alrededor”.

Transformación a mezquita

Tras la invasión turca en el año 1453 y un asedio a la ciudad que duró 53 días, el sultán Mehmet II convirtió la iglesia en mezquita, por lo que se perdieron el Pantocrátor que decoraba el interior de la cúpula, así como otros mosaicos y referencias cristianas, que fueron cubiertos por decoración islámica. Además, se construyó un mihrab (hornacina que indica la dirección de la Meca) y se añadieron capiteles y cuatro minaretes. La ciudad, desde entonces, se conoce con el nombre de “Estambul”, que no es palabra turca, sino que su origen se encuentra en la frase griega “στην Πόλιv” (“sten pólin”), “a la ciudad”.

Siglos más tarde, tras la descomposición del Imperio otomano en el año 1922, Mustafá Kemal Atatürk, primer presidente de la República de Turquía, convirtió la mezquita en museo en el año 1935. Sin embargo, muchos grupos islámicos querían que Santa Sofía volviese a ser una mezquita, a pesar de la oposición de, entre otros, el gobierno griego o la UNESCO, que declaró Santa Sofía Patrimonio de la Humanidad en el año 1985.

A pesar de la oposición internacional, en 2020 Santa Sofía volvió a abrirse al culto como mezquita. Sin embargo, puede visitarse todavía, siempre que la visita no coincida con los cinco rezos diarios de los musulmanes.

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