El Papa Francisco realizó su último discurso público del 2023 durante la celebración de las vísperas de la solemnidad de Santa María, Madre de Dios. El Santo Padre señaló que los cristianos pueden vivir el fin de un año con “esperanza y gratitud”, gracias a “la fe en Jesucristo”.
El Papa explicó que la esperanza y la gratitud mundanas son distintas a las del cristiano. A las primeras “les falta la dimensión esencial que es la relación con el Otro y con los demás, con Dios y con los hermanos”.
Para no vivir solo humanamente estas virtudes, Francisco explicó que la Iglesia tiene que aprender de la Virgen María. Ella “siempre ha estado llena de amor, llena de gracia, y por eso también está llena de confianza y de esperanza”.
Santa María y la esperanza del cristiano
El Santo Padre explicó que este modo de vivir no es optimismo, sino otra cosa. “Es fe en Dios que es fiel a sus promesas. Esta fe toma la forma de esperanza en la dimensión del tiempo”. En definitiva, implica que “el cristiano, como María, es peregrino de esperanza”. Precisamente por esta razón, el tema del Jubileo de 2025 será “Peregrinos de la esperanza”.
Para preparar el Jubileo, Francisco propuso dedicar el 2024 a la oración. Indicó a santa María como la mejor maestra para “vivir cada día, cada momento, cada ocupación con la mirada interior vuelta hacia Jesús”.
El Papa siguió profundizando en la figura de la Virgen durante la Misa del 1 de enero. Durante la homilía destacó que “al principio del tiempo de la salvación está la Santa Madre de Dios, nuestra Madre santa”.
Francisco subrayó el título “Madre de Dios”, pues ahí se expresa “la alegre certeza de que el Señor, tierno Niño en brazos de su mamá, se ha unido para siempre a nuestra humanidad, hasta el punto de que esta ya no es solo nuestra, sino también suya”. Esto, dijo el Papa, no es solo un dogma de fe, “es también un ‘dogma de esperanza’; Dios en el hombre y el hombre en Dios, para siempre”.
Creatividad de Madre
El Santo Padre aprovechó esta ocasión para reivindicar el papel de la mujer en la Iglesia, que “necesita de María para redescubrir su propio rostro femenino”. Pero no solo la Iglesia, “también el mundo necesita mirar a las madres y a las mujeres para encontrar la paz”. Francisco dijo que “toda sociedad necesita acoger el don de la mujer, de cada mujer: respetarla, cuidarla, valorarla, sabiendo que quien lastima a una mujer profana a Dios, nacido de mujer”.
El Pontífice terminó la homilía pidiendo que “miremos a María para ser constructores de unidad” y aprendiendo de su “creatividad de Madre, que cuida de sus hijos, los congrega y los consuela, escucha sus penas y enjuga sus lágrimas”.
El Papa también dedicó el Ángelus del 1 de enero a la Virgen María. Sin embargo, durante su reflexión se fijó en “el silencio de la Madre”, un “rasgo hermoso”. Gracias a “su silencio y humildad, María es la primera ‘catedral’ de Dios, el lugar donde Él y el hombre pueden encontrarse”.
Deseos para el 2024
Al terminar la meditación, el Santo Padre rogó que “al comienzo del nuevo año miremos a María y, con corazón agradecido, pensemos y miremos también a las madres, para aprender ese amor que se cultiva sobre todo en el silencio, que sabe dar espacio a los demás, respetando su dignidad, dejándolos libres para expresarse, rechazando toda forma de posesión, opresión y violencia”.
Por último, el Papa Francisco expresó su deseo para el 2024: que “crezcamos en este amor manso, silencioso y discreto que genera vida, y abramos caminos de paz y reconciliación en el mundo”.