Cultura

La Iglesia de Santa Ana en el Vaticano

La iglesia de "Sant'Anna" es la sede parroquial de la ciudad-Estado del Vaticano, situada dentro de sus murallas, pero pegada a ellas. De este modo, quien se encuentra en territorio italiano y lo desea puede ingresar al templo desde la Puerta de Santa Ana, como se hace en cualquier iglesia de Roma.

Hernan Sergio Mora·14 de mayo de 2023·Tiempo de lectura: 3 minutos
Santa Ana Vaticano

Iglesia de Santa Ana

Está muy viva en el recuerdo de todos la primera misa pública que el papa Francisco celebró en 17 de marzo de 2013 al inicio de su pontificado y que, al salir de la iglesia de Santa Ana, saludó a cientos de personas que estaban en la calle del lado italiano, sorprendiendo y dejando desorientados a los gendarmes que se ocupan de su seguridad.

Esta iglesia con planta elíptica toma su nombre de la confraternidad de los «Palafreneros pontificios», quienes en 1378 eligieron a la madre de la Virgen María como su patrona.

Historia de la Iglesia de Santa Ana del Vaticano

Su construcción se decide en 1565 y el proyecto se confía a Giacomo Barozzi, llamado «il Vignola». Fue inaugurada en 1583, y el templo, que contiene preciosos mármoles, fue acabado durante el año 1700, cuando se realizó la fachada, la cúpula y los frescos internos.

Si bien sus orígenes son seculares, la «Pontificia Parrocchia di Sant’Anna in Vaticano» fue instituida oficialmente el 30 de mayo de 1929 por el Papa Pío XI, con la Constitución apostólica Ex Lateranensi pacto, confiando su administración a los religiosos agustinianos. Estos se ocupan de ella también actualmente, y su actual párroco, el padre Mario Milliardi, en este año 2023 cumple sus bodas de oro sacerdotales.

Un párroco de 100 años

El padre Gioele Schiavella, párroco desde 1991 hasta el 2006, conversando con Omnes recuerda que «los agustinianos que estaban en Castel Gandolfo fueron llamados aquí por Pío XI», motivo por el cual «esa iglesia -hoy a cargo de los salesianos- conserva el nombre de un agustino de la época del Concilio de Trento: San Tomás de Villanueva».

El padre Gioele, a sus 100 años, celebra misa diariamente, administra los sacramentos y bromea sobre su edad: «a pesar de ella no me puedo transformar en un adorno». Señala que, excepto los sacramentos que se imparten en el interior de la basílica de San Pedro, «toda la labor pastoral que se realiza en el territorio vaticano se inscribe en la parroquia de Santa Ana, inclusive los sacramentos impartidos por los capellanes de la Guardia Suiza o de la gendarmería del Vaticano». Y comenta con gran naturalidad algo que no ha llegado a los medios: «Hace dos días el Papa Francisco estuvo aquí, nos ha visitado, invitado por una asociación».

En la época de la “Roma Papalina”, las madres encintas participaban el 26 de julio, con motivo de la fiesta de Santa Ana, en una procesión que partía de la iglesia de Santa Maria in Portico in Campitelle (cerca de Piazza Venezia) y llegaba hasta donde se encuentra hoy la iglesia de Sant’Anna in Vaticano, con una imagen en andas que hoy se encuentra en la iglesia de Santa Caterina della Rota. Delante de ellas estaban los palafreneros a caballo y, cuando cruzaban el puente sobre el río Tíber, se escuchaban los cañones del Castel Sant’Angelo.

La arquitectura de la iglesia

En el altar central de la iglesia está la pintura de Santa Ana con la Virgen Niña, realizada en 1927 por Arturo Viligiardi. En realidad debía alojar el óleo de la Madonna dei Palafrenieri de Caravaggio, la que fue comisionada el 31 de octubre de 1605 por la Confraternidad de los Palafreneros, que después confluyó en la de los Sediarios. A los comitentes no les gustó la pintura, así que acabaron vendiéndola al cardenal Scipione Borghese, por lo que hoy se encuentra en la Galería Borghese.

Esta pequeña iglesia es una verdadera joya arquitectónica, hermosa para visitar pero también para rezar y pedir la intercesión de Santa Ana, como hacen sus fieles todos los años cada 26 de julio.

También se puede participar en la novena a la Virgen Desatanudos en octubre, o ver en su altar de la izquierda una pequeña réplica de la Virgen de las Nieves, la patrona de Costa Rica. O, simplemente, visitarla cualquier día los turistas y peregrinos que se encuentren en la Ciudad Eterna.

El autorHernan Sergio Mora

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