Cultura

Mujeres protagonistas de la historia medieval: Adelaida, la santa regente

En esta serie de artículos, José García Pelegrín recorre las vidas de cuatro mujeres que protagonizaron la historia medieval en Alemania. Santa Adelaida de Italia es la protagonista de esta entrega.

José M. García Pelegrín·2 de agosto de 2024·Tiempo de lectura: 2 minutos
santa Adelaida

Vidriera que representa a santa Adelaida (Wikimedia / Kaho Mitsuki)

A lo largo de la Edad Media, destacaron mujeres que supieron imponerse en un mundo dominado por hombres y ejercieron una influencia duradera en la sociedad y la Iglesia. Resulta significativo que en los albores del (sacro) imperio romano-germánico, durante prácticamente todo el siglo X, surgieron cuatro figuras femeninas que desempeñaron un papel crucial en la consolidación del reino.

En 919, Enrique I fue elegido rey del “reino franco oriental”, convirtiéndose en el primer rey que no pertenecía a la dinastía franca, sino a la estirpe de los Liudolfinger. Se da comienzo así a la dinastía “otónida” o “sajona”, ya que antes de su elección era duque de Sajonia. Esta transición marcó el inicio de la historia alemana al consolidar la división del Imperio Carolingio en tres partes, con los nietos de Carlomagno. La parte oriental, gobernada a partir de 843 por Luis, conocido como “el Germánico”, sería la cuna de Alemania.

Una joven viuda

Adelaida, nuera de santa Matilde de Ringelheim, quien fuera esposa de Enrique I, es hija del rey Rodolfo II de Borgoña y de Bertha de Suabia. Los primeros años de su vida están marcados por vicisitudes que revelan las estrechas relaciones entre diferentes reinos y cómo estas se sellaban más mediante matrimonios que mediante

tratados. Tras la muerte de su padre en 937, su madre contrajo matrimonio con Hugo de Arles, rey de “Italia” (prácticamente las antiguas posesiones de los lombardos), mientras que Adelaida fue prometida con el hijo de Hugo, Lotario. Contrajeron matrimonio en 947 después del fallecimiento de Hugo.

Sin embargo, Lotario, quien se convirtió en rey de Italia tras la muerte de su padre, fue envenenado en 950. Aunque Berengario de Ivrea, el sucesor (y presunto asesino) de Lotario, insistió en que Adelaida se casara con su hijo Adalberto, ella se negó. La joven viuda fue encerrada en un castillo, pero logró escapar con ayuda de un sacerdote.

Matrimonio con Otón I

Adelaida solicitó la ayuda del joven rey alemán Otón I, quien derrotó a Berengario, conquistó Pavía y se casó con la joven viuda en 951. En 962, Otón I fue coronado emperador, uniendo el llamado “Reino de Italia” (el norte de la península) con el imperio romano-germánico.

Adelaida estaba familiarizada con la reforma cluniacense debido a su ascendencia borgoñona. Como emperatriz, promovió la expansión de la orden cluniacense en tierras germánicas. Tras la muerte de su esposo, Adelaida asumió la regencia de su hijo, el joven Otón II, con Majolus de Cluny como su principal consejero. Después de la temprana muerte de Otón II en 983, Adelaida asumió nuevamente la regencia, esta vez junto a su nuera Teófano. Dirigieron juntas los destinos del imperio junto con el arzobispo Willigis de Maguncia.

Adelaida, emperatriz

Tras la muerte de Teófano en 991, Adelaida se ocupó de gobernar el imperio en solitario. Incluso se acuñaron monedas de plata que muestra en una cara el nombre del joven Otón III y, en la otra, el de su abuela “Athalhet”. Tras la mayoría de edad de su nieto Otón III en 994, Adelaida se dedicó a tareas caritativas y promovió la fundación de monasterios.

Finalmente, se retiró al monasterio que ella misma había fundado en Seltz, en el norte de Alsacia, donde falleció en 999. Su tumba se convirtió en un destino de peregrinación y los cluniacenses promovieron su veneración. Fue canonizada por el papa Urbano II en 1054.

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