Vaticano

La salvación pasa por la humildad, enseña el Papa Francisco

El Santo Padre ha alentado esta mañana a combatir la soberbia, que se identifica con la autoexaltación, el engreimiento  y la vanidad del que se cree superior a los demás. Es “la gran reina” de los vicios, el orgulloso hace caso omiso de lo que indicó Jesús: “no juzgar nunca”. El Pontífice ha animado a acudir a la Virgen María y a san José, y a pedir “el don de la paz”.

Francisco Otamendi·6 de marzo de 2024·Tiempo de lectura: 3 minutos

El Papa Francisco en el Ángelus del 3 de marzo ©OSV

El Papa ha reflexionado hoy, miércoles de la tercera semana de Cuaresma, sobre la soberbia, en la décima sesión del ciclo de catequesis sobre los vicios y las virtudes. La Audiencia ha tenido lugar en la Plaza de San Pedro, y el Pontífice se ha basado en el versículo del Antiguo Testamento que dice: “La soberbia es odiosa al Señor y a los hombres” (Sir 10,7.9.12.14).

“Jesús mismo menciona este vicio como uno de los males que provienen del corazón del hombre. La persona soberbia se considera superior a los demás y desea que todos reconozcan sus méritos. Podemos decir que en su interior se esconde la pretensión de querer ser como Dios, tal como vemos en el pecado de Adán y Eva, que nos relata el libro del Génesis”, ha comenzado el Papa

A partir de esta primera descripción, “vemos cómo el vicio de la soberbia está muy cerca del de la vanagloria, que presentamos la última vez. Pero si la vanagloria es una enfermedad del yo humano, se trata de una enfermedad infantil en comparación con los estragos que puede causar la soberbia”, ha subrayado Francisco.

Tiempo y esfuerzo para combatir la soberbia

“De todos los vicios, la soberbia es la gran reina. No es casualidad que en la Divina

Comedia, Dante lo sitúe en el primer marco del purgatorio: quien cede a este vicio está lejos de Dios, y la enmienda de este mal requiere tiempo y esfuerzo, más que cualquier otra batalla a la que esté llamado el cristiano”, ha advertido.

Este vicio destruye la fraternidad, “porque el soberbio no se relaciona con los demás en un

plano de igualdad, sino que los trata como inferiores y emite juicios en contra de ellos”, ha señalado el Pontífice. “En el Evangelio también encontramos ejemplos de personas así, presuntuosas y seguras de sí mismas —como Pedro, que creía que nunca negaría al Maestro—; a esas personas Jesús las medica con el remedio de la humildad. Esto nos enseña que la salvación no está en nuestras propias manos, sino que es un don gratuito que Dios nos quiere regalar”, ha proseguido.

“Larga lista de síntomas”

En su meditación, el Papa ha ofrecido “una larga lista de síntomas que revelan que una persona ha sucumbido al vicio de la soberbia. Es un mal con un aspecto físico evidente: el hombre orgulloso es altivo, tiene la ‘nuca rígida’, es decir, tiene el cuello rígido que no se dobla. Es un hombre fácil de juzgar desdeñosamente: por nada emite juicios irrevocables sobre los demás, que le parecen irremediablemente ineptos e incapaces. En su arrogancia, olvida que Jesús en los Evangelios nos dio muy pocos preceptos morales, pero en uno de ellos fue inflexible: no juzgar nunca”.

“Te das cuenta de que estás tratando con una persona orgullosa cuando, si le haces una pequeña crítica constructiva, o un comentario totalmente inofensivo, reacciona de forma exagerada, como si alguien hubiera ofendido a su majestad: monta en cólera, grita, rompe relaciones con los demás de forma resentida”.

Remedios: lucha por ser humildes, María y José

Poco se puede hacer con una persona enferma de soberbia, ha apuntado el Papa Francisco. “Es imposible hablar con ella, y mucho menos corregirla, porque en el fondo ya no está presente para sí misma. Sólo hay que tenerle paciencia, porque un día su edificio se derrumbará. Un proverbio italiano dice: “La soberbia va a caballo y vuelve a pie»”.

“La salvación pasa por la humildad, verdadero remedio para todo acto de soberbia. En el

Magnificat, María canta a Dios que dispersa con su poder a los soberbios en los pensamientos enfermos de sus corazones. Es inútil robarle algo a Dios, como esperan hacer los soberbios, porque al final Él quiere regalarnos todo. Por eso el Apóstol Santiago, a su comunidad herida por luchas intestinas originadas en el orgullo, escribe: “Dios resiste a los soberbios, pero a los humildes les da su gracia» (St 4,6)””.

En sus palabras a los fieles de lengua portuguesa, dirigidas a todos en San Pedro, Francico ha invitado “a cada uno de vosotros a volver la mirada hacia San José. Su humildad y su silencio  nos ayudarán a luchar contra la tentación del orgullo”. Y al final,  ha animado a “aprovechar esta Cuaresma para luchar contra nuestra soberbia”, y a pedir “a María que nos ayude a proclamar con nuestra vida el Magníficat, para poder ser testigos de la alegría del Evangelio con humildad y sencillez de corazón. Que Jesús los bendiga”.

Cáritas del Líbano, 80 aniversario familia Ulma

El Papa ha saludado de modo especial a jóvenes de Cáritas del Líbano, y a una delegación polaca que ha peregrinado a Roma con ocasión del 80 aniversario de la muerte de la familia Ulma. Con este motivo, se plantará en los Jardines Vaticanos un manzano injertado por el beato Józef Ulma.

Antes de dar la bendición, el Santo Padre ha renovado una vez más “mi invitación a rezar por los pueblos que sufren el horror de la guerra en Ucrania y en Tierra Santa, así como en otras partes del mundo”.

El autorFrancisco Otamendi

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