En el domingo de la Sagrada Familia, último día de 2023, la Iglesia ha homenajeado a Benedicto XVI en el primer aniversario de su fallecimiento.
Tras su breve meditación en torno a la familia de Jesús, María y José, y el rezo del Ángelus, el Papa ha recordado que el 31 de diciembre pasado, Benedicto XVI concluía su camino terreno, “tras haber servido con amor y sabiduría a la Iglesia. Sentimos por él tanto afecto, tanta gratitud, tanta admiración. Desde el cielo nos bendiga y nos acompañe”.
A continuación, ha pedido un aplauso para su predecesor, y ha invitado a todos los fieles a sumarse a los aplausos en la propia plaza de San Pedro.
Defender y sostener la familia
Antes del homenaje a Benedicto XVI, la Iglesia ha dirigido un llamamiento en sintonía con la fiesta de hoy a través del Romano Pontífice: “Un saludo especial a las familias aquí presentes, y a aquellas conectadas por los medios de comunicación. No olvidemos que la familia es la célula fundamental de la sociedad. Se necesita defenderla y sostenerla siempre”.
La meditación ha comenzado recordando la profecía recibida por Maria: “Una espada te atravesará el alma”, para resaltar que “llegan en la pobreza y parten cargados de sufrimiento. Es sorprendente: ¡Cómo es posible que la Familia de Jesús, la única familia de la historia que puede presumir de la presencia de Dios en la carne, en lugar de ser rica sea pobre! En lugar de ser aliviada, ¡parece ser obstaculizada! En vez de estar libre de fatigas, ¡está inmersa en grandes dolores!”.
Un bebé pequeñito en el seno de una mujer
La llegada de Jesús a este mundo, “en el seno de una familia, la de María y José, una familia pobre, quiere decir una cosa muy hermosa: Dios, a quien a menudo imaginamos más allá de los problemas, aunque útil para eliminarlos de nuestras vidas, ha venido a habitar nuestras vidas con sus problemas”, ha señalado el Papa, quien ha subrayado que Dios “nos ha salvado así, habitando entre nosotros: no ha venido como adulto, sino como un bebé pequeñito en el seno de una mujer; ha vivido en una familia, hijo de una madre y de un padre; allí ha pasado la mayor parte de su tiempo, creciendo, aprendiendo, en una vida hecha de cotidianidad, ocultamiento y silencio”.
¡No están solos!
Jesús viene a decir a las familias: “Si tienen dificultades, sé lo que sienten, lo he experimentado: mi madre, mi padre y yo lo hemos experimentado, para decírselo también a su familia: ¡no están solos!”
María y José “se asombraban de las cosas que decían de Jesús. La capacidad de asombro puede ser un secreto para llevarse bien en familia. Saber asombrarse ante todo de Dios”. ¿Cómo? “Viviendo sencillos momentos de oración en casa, juntos, como invitándolo a estar entre nosotros, y dejándonos así regenerar por la paz y el amor que sólo Él puede dar. Pero es bueno saber asombrarse también del propio cónyuge, por ejemplo, tomándolo de la mano y mirándolo a los ojos por la noche durante unos instantes, con ternura”.
El milagro de la vida
“Y luego maravillarse del milagro de la vida, de los niños, encontrando tiempo para jugar con ellos y para escucharlos. encuentran tiempo para jugar y pasear con los hijos. Y maravillarse ante la sabiduría y la serenidad de los abuelos, que hacen que la vida vuelva a lo esencial. Y, por último, maravillarse de la propia historia de amor, en la que Dios cree, incluso cuando nos parece que prevalecen los aspectos negativos”.
Al terminar la meditación, ha pedido a “María, Reina de la familia, que nos ayude a sorprendernos cada día de lo bueno y a saber verlo en el rostro de los que nos rodean”.
Nigeria, Ucrania, Tierra Santa, Sudán…
En las palabras finales, Francisco ha pedido que Dios libere a Nigeria de los horrores de la violencia, y ha recordado que continuemos rezando por los pueblos que sufren a causa de la guerra, “el martirizado pueblo ucraniano, los pueblos de Israel y Palestina. el pueblo sudanés, y tantos otros”, y también los rohingyas.