– Christina Guzmán (Australian Catholic Weekly). Sydney
Después de siglos de pruebas y debates científicos, la Sábana Santa de Turín sigue siendo uno de los objetos religiosos más intrigantes y fascinantes del mundo, un misterio que sigue atrayendo a escépticos y a creyentes, investigadores y teólogos.
El renombrado escritor, periodista e investigador William West, experto en la autenticidad de la Sábana Santa, se dirigió el 3 de marzo a un auditorio repleto en la iglesia católica de San Patricio, en el barrio de Bondi de Sydney, conocido por su famosa playa, como anticipo de la Conferencia Australiana sobre la Sábana Santa que se celebrará en junio.
William West comenzó a investigar
Durante su charla, presentó 10 pruebas convincentes de las 99 que encontró que apoyan la importancia histórica y científica del sudario.
West comenzó la velada recordando su relación con el sudario, que comenzó en Summer Hill (Australia) en los años ochenta, cuando le recomendaron que viera el documental ‘El testigo silencioso’, una película que despertó un gran interés por el sudario en todo el mundo.
Luego llegaron los resultados de la datación por carbono de finales de los 80, que afirmaban que se remontaba sólo a fechas entre 1260 y 1790. Creyendo en las revelaciones, West vio un póster del sudario en una librería católica, y pensó: ‘Esa gente sigue promoviendo esta ruta. ¿No se dan cuenta de que es falso?’. Decidió entonces, como estudioso, “explicar a la gente por qué es realmente una falsificación” y empezó a investigar.
La Sábana Santa tiene dos mil años
Profundizando en la bibliografía, West descubrió pruebas que le llevaron a reconsiderar su postura. En 2024, publicó el libro ‘The Shroud Rises, As the Carbon Date is Buried’, en el que sugiere que la fecha de carbono de 1988 para el sudario “ha demostrado finalmente ser seriamente defectuosa”. Pruebas de datación más recientes han indicado que el sudario tiene 2.000 años de antigüedad.
“Está cubierto de sangre. Es una de las primeras cosas que se notan en el sudario”, explicó.
Describió que no sólo son evidentes las heridas obvias –como el gran flujo de sangre del costado–, sino que cada marca de azote, tanto en el anverso como en el reverso de la tela, va acompañada de manchas de sangre.
Coágulos de sangre 100 % exactos, y están intactos
“La investigación ha demostrado muy claramente que esos flujos y coágulos de sangre son 100 % exactos y están intactos”, dijo. “Una vez que la sangre se empapa y se seca, todo el mundo sabe que se pega con fuerza. Y cuando se fuerza, los coágulos de sangre se rompen. Pero en el sudario, todos esos coágulos de sangre que cubren todo el cuerpo están intactos”.
“Lo han estudiado patólogos forenses de todo el mundo, algunos de los principales expertos en la materia, y se han quedado absolutamente asombrados de la precisión de los detalles”, prosigue.
“Por el contrario, los artistas suelen representar simples gotas de sangre. El sudario muestra coágulos de sangre: cada depósito es un coágulo intacto”.
Cirujano francés de la Primera Guerra Mundial
West enfatizó aún más su punto de vista haciendo referencia a Pierre Barbet, un cirujano francés que pasó gran parte de la Primera Guerra Mundial tratando bajas en el campo de batalla antes de convertirse en un destacado profesor y cirujano jefe en un importante hospital de París.
“Barbet estaba obsesionado con la sangre y por eso se obsesionó con el sudario”, explicó West. “Decía que no podía fallar en absoluto y para él ese único aspecto del sudario fue suficiente para convencerse de que se trataba definitivamente de nuestro Señor”.
Signos de suciedad de Jerusalén
Otras pruebas de las que habló West estaban relacionadas con “claros signos de suciedad de Jerusalén”.
“Encontraron que la suciedad tenía una huella química, una tierra caliza especial que no se encuentra en ningún otro lugar del mundo, alrededor de las rodillas y la nariz”, dijo. Por último, West habló sobre un primer plano del propio tejido de lino.
“Ahora la imagen en sí. La ciencia ha descubierto que debido a que no está hecha de ningún material artístico, como pintura, pintura y tinta o tinte, la única forma en que los científicos pueden reproducir esto incluso hoy en día es mediante el uso de una enorme ráfaga de luz ultravioleta de excelentes láseres”, explicó West.
Sin embargo, a su juicio, “nunca podrían producir la imagen completa porque se necesitaría más energía eléctrica de la que tenemos incluso hoy en día”.